Jesucristo y el Superhombre

Mar 17, 2010

Yo lo se, tal vez no soy lo suficientemente religioso para ponerme en el lugar de los que siguen los pasos de Jesús, pero necesitaba desahogar todos estos bagajes intelectuales que traía en mi mente, y es que quería ver si había una forma de conciliar a un seguidor de Jesucristo, con el Superhombre de Nietzsche, y creo haber encontrado la respuesta.

Primero, empiezo diciendo, para los que no conozcan a Nietzsche ni a su concepto de superhombre. Primero, Nietzsche fué un filósofo aleman, nihilista, muy controversial, un poco loco (de hecho se volvió loco y eso se puede palpar en algunas de sus últimas obras) y que ha influído en muchos filósofos, y no solo eso, sino en muchas personas, tal y como Hitler, que lo malinterpretó.

¿Que es el concepto superhombre?, es importante que lo recuerden bien, y por eso lo voy a poner en negritas: el superhombre de nietzsche es seguro, independiente e individualista, y no se deja llevar por la multitud; al contrario de las personas débiles, que sólo se dejan llevar por las tradiciones y las reglas establecidas.

Leyendo el libro de este autor llamado El Anticristo, uno se da cuenta de una cosa. Para Nietzsche, a pesar de haber «matado a Dios», Jesucristo era un modelo de superhombre. Porque Jesucristo se había impuesto y rebelado contra todas las ataduras sociales de la época, se rebeló frente a los romanos, se erigió como un mesías y se sacrificó para salvar al mundo. Esta versión de Jesucristo cuadraba muy bien con la del superhombre, pero Nietzsche se preguntaba una cosa: ¿Por qué ahora la Iglesia hace que sus súbditos se sometan a ella, se humillen ante el señor y tomen la actitud contraria a la del superhombre que fué Jesucristo? Es decir, que en lugar de ser independientes y libres, se comporten como personas débiles que deben de someterse a los designios.

Nietzsche tenía razón, y el autor Raúl Gutiérrez Saenz (con claras tendencias religiosas), no solo no lo desprecia sino que lo entiende casi por completo. Raúl Gutiérrez Saenz decía esto:

Respeto a la negación de la existencia de Dios, podemos comentar lo siguiente. Lo que se critica en los textos de Nietzsche es un dios antropormofizado, despótico, lleno de las debilidades humanas, dispuesto a castigar la menor falta, absolutamente carente de la bondad y la excelencia que hemos acentado más arriba. Esta negación del concepto de dios en boga durante el siglo XIX (y también, por supuesto, en algunos medios de la civilización actual) puede ser aceptada sin menoscabo de esa experiencia de intimidad religiosa que hemos descrito.

Nietzsche vivió todavía una época donde la Iglesia era muy represiva, que seguía atorada en los prejuicios del medievo, donde se presentaba a Dios como el castigador, ante el cual la gente se debía humillar y sentirse nada. Un concepto bastante diferente del que nos tratan de presentar ahora con un Dios misericordioso, lleno de amor, que le da libre albedrío al ser humano y que le perdona al ser humano sus errores. Por eso Nietzsche no se equivocaba, porque mató a un dios distorsionado, utilizado para controlar a las masas y reprimirlas.

Pero parece que el papel ha vuelto a cambiar. La religión católica, con todo y sus defectos y errores actuales que presenta se ha desprendido de esos prejuicios medievales y e incluso ha pedido perdón por ellos. El Papa Juan Pablo II pidió en nombre de la Iglesia perdón por la santísima inquisición, y a diferencia de muchas iglesias protestantes, han tenido menos problemas para aceptar las verdades contundentes de la ciencia como lo es el evolucionismo.

Ahora parece ser que el que busca seguir a Jesucristo en su vida diaria se convierte en un superhombre, es decir, ya no se humilla ni se vuelve insignificante, sino que siguiéndolo logra romper las ataduras que le impone la sociedad moderna. El seguir a Jesucristo en la actualidad es vivir una vida equilibrada con un goze espiritual de paz, y no niega al hombre la oportunidad de tener sueños ni ambiciones, no lo limita. La dificultad estriba en lograr ser un hombre recto moralmente que logre amar a su prójimo, y para lograr eso, el hombre debe de luchar contra la corriente, debe de dejarse de llevar por las masas y por la multitud, por eso, el hombre que de verdad (no el que lo hace de dientes para afuera) busca seguir el ejemplo de Jesucristo, podría decir que también está logrando convertirse en parte en un superhombre, independiente, que no se deja de llevar por la inercia de la sociedad, y aquel que logra hacer un bien por su comunidad.

Hay muchas formas de hacer el bien, no digo que «seguir a Jesucristo» sea la única. Se puede ser un ateo o un agnóstico y ser un hombre recto de bien. Pero aquí lo que traté de hacer fué conciliar esos dos conceptos que para muchos eran irreconciliables, espero haberlo logrado