Que Michel Foucault hubiese pagado para tener sexo con niños en Túnez, como asegura Guy Sorman, es algo muy paradójico y hasta revelador.
Lamentablemente Foucault no está en vida para defenderse, pero es probable que lo que dice Guy Sorman sí haya ocurrido.
Es paradójico que ese condenable acto fuera cometido (en caso de que haya sucedido) por alguien que hizo del poder y la dominación sus pilares centrales de la obra.
Porque la pederastía implica una forma de dominación, incluso si esta fuera consensuada por los infantes. Existe una asimetría de información y, sobre todo, de maduración entre el adulto y el infante de la cual el primero aprovecha.
Es curioso, porque ese acto podría sin problemas catalogarse por los teóricos posmodernos de las humanidades inspirados la obra del propio Foucault como una forma de dominación colonial. Los hechos habrían ocurrido apenas unos años después de que Túnez dejara de ser una colonia francesa. Foucault habría hecho en Túnez lo que no hubiera podido hacer en su país natal.
Y bien no se equivocan quienes dicen que esta revelación no demerita la obra: que se debe separarse de la vida privada. Y está bien, porque en caso contrario tendríamos que «demeritar» o hasta cancelar gran parte de la filosofía: Aristóteles afirmaba que la mujer era un ser inferior, Heidegger apoyó al régimen nazi, Hume era racista (como casi todos los de su época), Schopenhauer era un misógino y un largo etcétera. Foucault ni siquiera, a diferencia de otros pensadores que dejaron sus prejuicios en hoja impresa como el propio Schopenhauer, promovió la pederastía en su obra (aunque sí llegó a promover que en Francia se redujera la edad mínima en que un adulto podía tener relaciones con menores de 15 años).
Incluso alguien podría argumentar que este hecho consolida su obra al mostrar cómo el propio autor no es ajeno a las dinámicas de poder que describe, porque el hombre que se esforzó por explicar el ejercicio del poder y el dominio tan enquistado en lo más profundo de las relaciones humanas hizo uso de éste para darse placer sexual.
La revelación revela la imperfección del ser humano. Foucault es una de las referencias de la teoría crítica y todas las corrientes posmodernas que dicen buscar crear un mundo más justo, sin discriminación ni dominación. Hasta las personas más comprometidas con la «ruptura de las cadenas de la opresión» pueden, como seres humanos falibles, terminar usándolas para someter a alguien más.
Tal vez quede en evidencia que la dominación nunca va a desaparecer de nuestra especie y que la idea de que todos seamos completamente libres sin que nadie ejerza poder contra nosotros parece ser solo una ilusión.
Tal vez a lo más que podamos aspirar es a crear formas de dominación más sutiles de tal forma que quien es dominado casi no se percate de ello. Tal vez nuestra condición humana no da para construir mundos idílicos.