En nuestros tiempos, el concepto de liberalismo se ha venido vaciando de significado, y esto ha ocurrido, a mi parecer, porque el término «libertad» es atractivo y todos quieren subirse a él. Todos quieren ser o dicen ser libres y todos quieren, dicen, respetar la libertad de los demás.
El problema de los significantes es que, por más cosas intenten abarcar, se van volviendo más abstractos al punto que dejan de tener significado. Si todas las corrientes políticas se dicen liberales, entonces el concepto de liberalismo se vuelve inútil.
El concepto de liberalismo nació en contraposición al conservadurismo: lo contrario de liberar es conservar o retener. El liberalismo buscaba el cambio, el conservadurismo pretendía mantener el orden monárquico.
Pero si el liberalismo nació en contraposición al conservadurismo, ¿por qué es cada vez más común que personas que tienen ideas tradicionalistas y busquen mantener el orden social se digan liberales? Una razón es el appeal que el término «liberalismo» tiene. El concepto de conservador, en cambio puede llegar a sonar peyorativo; sobre todo por el papel que han jugado en la historia: son generalmente los que pierden, los vencidos, los que «no quieren que las cosas cambien» y contra quienes se han llevado a cabo las más grandes batallas idílicas.
Un recurso retórico que suelen usar los conservadores es el uso del anacronismo. Los conservadores suelen apelar a los usos y costumbres del liberalismo de antaño para definir qué es un liberal hoy, y de tal forma poder «preservar las costumbres de esos tiempos»: citan a Adam Smith, John Locke o Stuart Mill para presentarse como liberales. Pero el liberalismo no es solo una ideología, sino una actitud.
El liberalismo de antaño y el liberalismo actual aspiran ambos a la idea de la libertad del individuo, tanto la económica como la social, esta idea como valor es ciertamente inmutable. Lo que no es inmutable es el contexto en el que se desempeña: John Stuart Mill tenía un concepto sobre la mujer que damos por sentado, pero que en sus tiempos fue algo completamente revolucionario. Lo que define a Mill como liberal no es el concepto que tenía de la mujer en sí, sino el espíritu que había detrás de dicha postura.
De alguna forma, el liberal debe abrazar el cambio sobre la tradición en un contexto donde siempre se procure la libertad del individuo: en el cual el papel del gobierno, si bien es necesario, debe tener ciertos límites (en ello se diferencia del socialismo). En el liberalismo hay posturas tanto socioliberales, que están más a la izquierda y que tienen como base el pensamiento de John Rawls con su idea del velo de ignorancia (pero que no llegan a ser socialdemócratas), hasta las corrientes más libertarias o de derecha que llevan el liberalismo a un extremo y abrazan a pensadoras como Ayn Rand.
Ciertamente es raro que existan posiciones liberales puras. Algunos pueden tener cierta inclinación socialista o conservadora, pero siempre en segundo término frente al liberalismo que siempre va a ser la postura sobresaliente. Pueden existir algunas combinaciones: el conservador puede ser conservador en lo social y liberal en lo económico o político, pero como tal, es conservador más que liberal. Igualmente, el socialista podrá ser liberal en lo social y socialista en lo económico, pero entonces será socialista más que liberal.
El liberal puede abrazar ciertos valores progresistas, incluso debería ser cuestionable que un liberal hable de cuestiones como «el matrimonio natural» donde no caben otros modelos ya que ello es una postura eminentemente conservadora, pero no puede aspirar a la coerción para que dichos cambios se lleven a cabo. Ciertamente, para que esos cambios ocurran, tienen que agregarse nuevas normas morales y éticas dentro de la sociedad (por ej, que sea mal visto discriminar a alguien con otra preferencia sexual), pero el liberal no puede esperar que el Estado censure a quien piensa distinto.
En la actualidad, muchos se dicen liberales, pero no lo son tantos. Varios progresistas no son liberales porque aspiran a la coerción estatal para combatir a quien piensa distinto, y difícilmente lo son aquellos que se autodefinen como libertarios pero que, a la primera, abrazan nacionalismos como los de Donald Trump e incluso derechas iliberales como la Alt-Right y terminan dando más primacía al orden y la tradición.
Todos estos anacronismos que he mencionado son utilizados por Andrés Manuel López Obrador quien ni siquiera se molesta en revisar el «liberalismo primigenio» sino que incluso lo distorsiona al afirmar que «él quiere cambiar el statu quo«, mientras que los otros quieren «conservar», para así «tomarse la foto» con los liberales de antaño. Pero que el cambio consista a retornar al pasado, como aspira Andrés Manuel, es cosa de reaccionarios. En lo social, López Obrador es conservador (y posiblemente más que muchos panistas) ya que busca mantener el orden y la tradición en materia moral. En lo económico, si bien no parece estar tan cercano a las izquierdas chavistas como le han acusado algunos de sus adversarios sí es, de alguna forma, socialista, ya concibe al Estado como aquella entidad rectora e incluso como paternalista (lo cual conjuga con su conservadurismo moral).
La postura liberal es una que abarca, de forma holística, las convicciones de una persona. El liberal lo es en todos los ámbitos: es liberal en lo social: prefiere el cambio a la tradición; es liberal en lo económico: el papel del Estado en la economía debe tener ciertos límites y el mercado debe ser el motor de ésta (claro está, puede haber cierta flexibilidad a la hora de definir dónde se encuentran esos límites); y por último y muy importante, lo es en lo político: cree en la democracia, en el sufragio universal y la libertad de expresión. El conservador o el socialista puede adoptar alguna de estas posturas, pero no las adopta todas, y lo define más aquello que lo hace conservador o socialista.
Acotar el término liberalismo es sano. Es necesario, sí, acudir a las raíces para comprenderlo, pero ello implica necesariamente que debe ser contextualizado de acuerdo a la época. Esta imposibilidad o falta de voluntad para contextualizar es lo que hace que el conservador se presente como un liberal.