Biden, la «nueva normalidad» después del populismo

Nov 6, 2020

Sería un error pensar que "ya pasó" y que todo va a volver a ser como antes. Lamentablemente no es así, los estadounidenses tendrán mucho trabajo por hacer en una sociedad tan dividida.

Biden, la "nueva normalidad" después del populismo

La victoria de Joe Biden, a pesar de las acusaciones infundadas de fraude, es inminente.

Es cuestión de poco tiempo para que los medios reconozcan su triunfo y los presidentes de distintas naciones comiencen a felicitar a quien será el nuevo mandatario de los Estados Unidos.

¡Sacamos al populista de Washington! Dirán muchos, como si la «pesadilla» se hubiese terminado. El problema es que no es tan fácil.

Pecaríamos de ingenuidad si pensamos que Donald Trump es un hecho aislado: que todo acontecía de forma normal y de pronto se apareció. Pero ni la política ni la vida funcionan así: todos los eventos tienen causas y, en este caso, son producto de diversos procesos sociales.

Trump se va a ir, pero no se va a ir el trumpismo: la sociedad rota, polarizada y dividida va a seguir ahí. El fantasma del fraude, tal cual México 2006, va a circular por un buen rato en Estados Unidos. No importa que sea infundado, basta con que lo crean.

Pero dicha polarización no es una creación de Donald Trump, más bien Donald Trump es, en cierta medida, producto de ella (y la supo explotar muy bien), y eso es lo que muchas personas (incluido algunos especialistas) no terminan de entender.

Hay varios supuestos que tratan de explicar por qué Estados Unidos se ha polarizado tanto. Esta polarización se ha venido gestando poco a poco desde décadas atrás y, de forma progresiva, se ha venido acentuando. Hay quienes se han atrevido a rastrear el problema hasta el surgimiento de la televisión por cable donde las cadenas de «nicho ideológico» comenzaron a surgir y con lo cual fueron surgiendo estas famosas cámaras de eco que se han acentuado con las redes sociales.

Seguramente no les falta algo de razón: los cambios tecnológicos introducen cambios sociales y es muy evidente que Internet y las redes sociales han venido a modificar de manera muy profunda la forma en que la gente se comunica y comparte información. Es evidente que estos cambios tecnológicos van a traer cambios en las estructuras políticas que al día de hoy no podemos dimensionar del todo.

Pero creo que, si bien es esa una variable importante y muy relevante, no es la única. Los cambios sociales y demográficos también han colaborado mucho para ello: una clase «blanca» que se siente amenazada porque está muy cerca de dejar de ser mayoría en Estados Unidos, puestos de trabajo que se van a otros países y un largo etcétera. ¡Es un tema complejísimo!

También es un error reducir el problema a Donald Trump o a estos sectores de derecha dura y es un error que los del «otro lado» se abstengan de hacer una profunda autocrítica como si fueran absolutamente ajenos al problema. La polarización cae en ambos lados y manifestaciones radicales también pueden ser vistas en la izquierda estadounidense con movimientos como los Antifa o fenómenos como la cultura de la cancelación. No es un problema de «alguna ideología», se trata más bien de un problema generalizado donde la polarización ha roto cualquier puente o vaso comunicante entre ambas facciones y ha sacado a relucir lo peor de ambas posturas ideológicas. Ello explica que, a diferencia de lo que ocurría en el pasado, republicanos y demócratas no puedan ni verse y tengan grande dificultades para llegar a consensos.

Mientras exista esta polarización, las condiciones están dadas para que otra figura de extrema derecha o izquierda pueda aspirar llegar al poder. La «pesadilla» no ha terminado, solo ha sido interrumpida. ¡Y vaya tarea tan complicada la de reparar la fractura!

Y el problema es que no solo es tarea de Biden o los demócratas que igual han caído en el juego polarizador. El gobierno no tiene los alcances para, por sí mismo, conciliar a toda esta sociedad tan fracturada (y no solo es tarea del gobierno). A lo más que puede aspirar el gobierno es crear un discurso conciliador y, dentro de lo que cabe, tratar de gobernar para todos y no solo para una facción.

Por eso, lo que llega, usando la terminología de la pandemia, es una «nueva normalidad» que no es como la de antes. Es una normalidad que puede ser muy engañosa y que seguramente será muy tensa. Una normalidad donde las expresiones de extrema derecha en Occidente siguen abundando.

Dicho todo esto, podemos concluir que Joe Biden no la tendrá fácil, menos en un contexto donde tanto los republicanos como sus aliados demócratas están más polarizados que nunca y donde las dos «facciones sociales» no están dispuestas siquiera a verse la cara.

Veremos si Biden es hábil para sortear este conflicto social que de ninguna forma ha terminado. Veremos si es capaz de conciliar o solo de satisfacer a su electorado. En unos años podremos saber si ha cumplido con tan difícil tarea o ha fracasado.