¿Por qué Trump es nocivo para la democracia estadounidense?

Nov 4, 2020

En México ya conocemos estos discursos, y ya sabemos las consecuencias que pueden tener no solo a corto, sino en el largo plazo. Trump ha seguido la misma línea en EEUU y eso puede tener consecuencias.

¿Por qué Trump es nocivo para la democracia estadounidense?

Las instituciones de los países no solo funcionan gracias a su normas formales, sino también gracias a las convenciones informales, que no están escritas en ningún lado pero que siempre se respetan. Algunas de estas convenciones pueden ser nocivas (por ejemplo, el dedazo en el PRI hegemónico) y otras pueden ser muy beneficiosas.

Una de las tradiciones informales en Estados Unidos es que siempre que los resultados no le favorezcan al candidato, reconocerá el triunfo del otro y le deseará la mejor suerte. Pareciera tan trivial y obvio, pero no lo es. Está tan arraigado en la cultura política estadounidense que, en el año 2000, frente a fuertes sospechas de fraude, Al Gore, a pesar de decir que no estaba de acuerdo con el resultado y haber buscado impugnar mediante mecanismos constitucionales, lo aceptó y dejó que George W Bush llegara al poder sin contratiempos.

Básicamente, Trump ha roto con esa tradición que le da legitimidad al proceso electoral. Ciertamente Biden todavía no gana (aunque su victoria cada vez se ve más cercana), pero Trump ya ha asegurado que le «hicieron fraude», que hay un complot de los demócratas y básicamente «ha mandado al diablo a sus instituciones».

A Estados Unidos no le viene nada bien que un sector de la población piense que las instituciones electorales no son legítimas. Así es como el orden institucional (que en Estados Unidos, con su sistema de pesos y contrapesos, ha sido sólido) empieza a erosionarse. Así, poco a poco.

México es una gran muestra de ello. La legitimidad del INE sigue cargando con las acusaciones de fraude del 2006 y le da más razones al AMLO de hoy para desacreditarlo. Así, las descalificaciones de Trump al proceso podrían tener cierta afectación en años posteriores. No pocos se creerán el cuento del fraude, y pensarán (si no es que algunos ya no venían haciendo) que las instituciones electorales no son confiables y que «defienden a una élite frente a los intereses del pueblo».