La necesidad de juzgar

Oct 14, 2020

Cuando hablamos de juzgar a alguien pensamos que es algo malo. Pero no siempre es así. De hecho, necesitamos juzgar a las personas dentro de nuestra cabeza para poder interactuar con ellas.

La necesidad de juzgar

La gente siempre te juzga dentro de sus cabezas, y los juicios que hacen sobre ti no siempre son necesariamente buenos.

Es probable que algunos de los juicios que la gente hace sobre ti no te agraden en absoluto si tuvieras conocimiento de ellos.

Pero la gente necesita juzgarte.

La gente necesita saber cómo tratarte y abordarte, y ello sólo se logra a través de juicios sobre tu persona (unos de forma más consciente que otros). Y como no eres una persona perfecta porque ningún ser humano es perfecto, entonces da por descontado que, incluso la gente que más te quiere, ha hecho juicios negativos sobre ti y posiblemente los sigue haciendo.

Y ello no tiene nada de malo.

La gente nunca va a decir con detalle todo lo que piensa de ti, no tiene incentivos para hacerlo dado que ambas partes perderían: externarlo puede llegar a ser irracional y contraproducente, puede lacerar una relación sin necesidad.

Imagina que todo el mundo que conocieras te dijera por primera vez: «estás gordo, tu timbre de voz no me gusta, a veces eres torpe al hablar». La convivencia en un contexto así seria imposible.

Y la verdad es que no necesitas saber todo lo que la gente piensa de ti ya que los juicios tienen una fuerte carga subjetiva. El mal juicio que una persona haga de ti (digamos, que no le gusta que seas calvo) a la otra persona tal vez ni le pase por la cabeza o hasta piense que tu calvicie tenga cierto sex appeal.

Y tiene sentido que no necesites saberlo, porque ya que hacer juicios es una forma de adaptación al entorno (en este caso, adaptarse a tu persona) y ya que cada persona, al ser un mundo distinto, tiene distintas necesidades y cosmovisiones, entonces va a juzgar de distinta forma. Que a alguna persona no le guste tu calvicie no es problema alguno mientras ello no sea un juicio sistemático.

Son solo aquellos juicios que son muy sistemáticos, importantes para el que juzga y recurrentes de tal forma que afecten tu convivencia con los demás, los que deberían de preocuparte, porque ellos hablan de un rasgo o defecto tuyo que podría afectar tu relación con los demás. En este caso, es muy plausible que una persona (en especial alguien cercano) te lo externe:

Hablando de ello, solo cuando la relación se vuelve más cercana e íntima, el individuo está dispuesto a expresar más juicios sobre tu persona (y no del todo, sino sólo cuando es relevante para el interés de la relación o la estima hacia la otra persona). Conforme la convivencia es más íntima, los rasgos de tu persona se vuelven más trascendentales para la otra persona. No es lo mismo que seas una persona que huela mal para alguien que convive contigo poco que para una persona que todos los días tiene que lidiar con el mal olor.

Y que la gente no te externe todos los juicios que hace sobre ti no la hace hipócrita. La gente hipócrita expresa un sentimiento hacia tu persona que no tiene: el hipócrita te dice que le caes bien o te estima cuando ello no es cierto. Que alguien no externe todos los juicios que hace en su mente sobre ti no significa que no sea sincero a la hora de expresar aprecio por tu persona.

Es gracias a esos juicios que la gente termina tolerando y aceptando tus defectos, porque así te termina reconociendo. Gracias a ello la gente te reconoce como valiosa: porque a pesar de tus defectos, eres una persona con la que es agradable estar y convivir. Los juicios son un mecanismo de adaptación. Sin ellos, la convivencia sería imposible.