Aquí en este espacio he sido más bien crítico con FRENA: me preocupa el liderazgo demagógico que lo encabeza, y critico el hecho de que no tengan propuesta o agenda alguna y solo se limite a ser un movimiento reactivo a López Obrador. A pesar de que siempre he mantenido distancia con ese movimiento, reconozco la causa genuina de los ciudadanos que se han integrado para manifestarse en contra de AMLO (no sin advertir algunas manifestaciones de fanatismo que he visto en ese movimiento).
Hasta el día de ayer, FRENA no había sido problema alguno para el régimen. Incluso los grupos feministas que no tenían como fin último oponerse a AMLO habían afectado más su imagen haciéndole perder algunos puntos de popularidad.
No lo había sido porque FRENA no había logrado trascender sectores específicos que siempre habían sido los opositores más férreos contra López Obrador y porque su líder, Gilberto Lozano, ahuyentaba a mucha gente que también se encuentra inconforme con el régimen, pero que no le gustaba su perfil demagógico y estridente.
FRENA tiene presencia en muchas urbes de México, pero hasta hoy no ha logrado convocar en ninguna de éstas a una cantidad de gente tal que pueda preocupar al régimen.
Además, se corría el riesgo de que el movimiento terminara diluyéndose, ya que FRENA prometía algo que no puede cumplir y es hacer que AMLO renuncie. FRENA se estaba estancando, ya no crecía en número y algunas «tomas de plazas» lo habían dejado patente. Incluso la presencia de FRENA podía fortalecer la narrativa de AMLO: «toda la gente va en auto, son fifís».
Sin embargo, lo que ocurrió en la CDMX le dio nuevos bríos al movimiento.
No pueden hacer que AMLO renuncie, pero sí pueden desgastar su imagen y esta vez lo hicieron muy bien.
El Zócalo es un lugar sagrado para López Obrador, es parte de su espacio vital y no iba a dejar que lo ocuparan. Ir a ocuparlo era una clara provocación, y para evitar que eso pasara necesariamente tenían que violar uno de los derechos fundamentales: la libertad de manifestación. Cualquiera de los dos escenarios era incómodo: 1) que tomen el Zócalo, 2) violentar el derecho a la libre manifestación (más cuando hablamos de un régimen que se construyó en la calle y las plazas).
Algunos argumentaban que no se permitió el acceso al Zócalo por cuestiones sanitarias, aunque es cierto que a la CNTE sí le permitieron establecerse en el Zócalo.
Aunque no haya sido «violenta» la acción del gobierno como en otros lares ni hayan metido gente a la cárcel, no deja de ser un acto de represión. Hoy a AMLO lo exhibieron como represor y autoritario y eso tuvo eco hasta en los círculos (periodistas, influencers y demás) que procuraban no hablar de FRENA por la poca simpatía que tienen con Gilberto Lozano.
Tal vez esa haya sido la intención original, no lo sé. Pero hoy podemos decir que FRENA triunfó ya que logró asestarle un buen golpe al presidente porque hicieron una buena apuesta: desgastarlo, hacer que se equivoque y cometa errores, en vez de centrarse en promesas vacías como «obligarlo a renunciar».
Hoy las casas de campaña se quedarán en la avenida Juárez, ahí acechando cerca del lugar de la residencia de López Obrador, como para recordarle que no todo el pueblo está con él.