¿Es cierto que si emulo la trayectoria del éxito de tal o cual millonario o artista, me convertiré en uno? ¿Está todo en mí? Si lo deseo y trabajo duro ¿se me va a hacer?
Afuera hay muchas historias de éxito en libros, conferencias y demás. Pero las historias de fracaso no las conocemos porque realmente nadie va a escribir sobre cómo fracasó en su vida, y si lo hace, pocos lo van a escuchar.
¿Cuál es el problema con esto?
Qué hay un evidente sesgo. Pensamos en que si emulamos las historias de éxito vamos a triunfar: hay toda una industria detrás de ello. Pero ahí en el fondo se esconden historias de aquellas personas que pusieron el mismo empeño que los exitosos y no lo lograron.
La realidad, y que la «industria del éxito» nunca te va a decir es que éstas otras historias existen, que no hay receta segura, que el esfuerzo y talento son necesarios para salir adelante pero que el factor suerte juega un papel importante. No te lo va a decir la industria porque vende más decirle a la gente que tiene todo el control de su destino, y la verdad que no es así.
Y esto es importante saberlo, no para desanimarse, por el contrario. El problema es que cuando se crea esa ilusión de «todo está en ti» entonces el fracaso se vuelve insoportable porque seguramente fue porque «no la hiciste», «no tuviste las tablas». Y la vida no funciona así: el contexto, la circunstancia (de la cual no tienes todo el control) e incluso la mera aleatoriedad son relevantes para que una cosa suceda o no.
Basta con que el evaluador no se haya despertado de buen humor para que ello determine si te dan la beca o el trabajo o no. ¿Tuviste la culpa de ello?
La vida es así, caprichosa, no es lineal ni binaria, es muy compleja y más impredecible de lo que creemos.
Las historias de éxito repetidas son escasas, pero sí conocemos a muchos quienes supieron ser flexibles, que admitieron que no todo necesariamente se tiene que dar como uno exactamente quiere y que han logrado la dicha aunque hayan tenido que modificar un poco sus planes.
Aquí, el estoicismo se convierte en una buena filosofía a la que podemos recurrir. Habrá que preocuparse por lo que está en nuestras manos. ¿Le pusiste todo el empeño? ¿Diste lo que pudiste dar? Si la respuesta es afirmativa, entonces no deberías culparte por tus fracasos, menos compararte con los demás.
Claro, se puede aprender, se puede mejorar la estrategia, pero somos humanos imperfectos, la vida es muy compleja, muchas variables están en juego y tú no controlas todas. No te recrimines por lo que no puedes controlar.