He escuchado a quienes dicen que vivimos en una dictadura, pero no es así. Al día de hoy, México es una democracia. Imperfecta, pero lo es. Con todo y que este gobierno no nos guste a mucho, con todo y que veamos riesgos de regresiones autoritarias.
Y hay que notarlo para saber dónde estamos parados. No es lo mismo tener una democracia la cual sospechamos está en riesgo a vivir en una dictadura. Las acciones que la oposición debe tomar en ambos casos son distintas.
Uno de los argumentos que se esgrimen para decir que México es una dictadura es que el gobierno tiene mayoría en las cámaras y margen de maniobra para hacer cuanta cosa absurda quiera, pero tiene mayoría porque la gente así lo votó. Es la voluntad popular…
Tampoco hay, al día de hoy, censura abierta. Sí hay algún periodista que salió de forma muy «sospechosa» igual como ocurrió en el gobierno anterior. Sí, AMLO arremete contra la prensa y los bots le tiran a los periodistas opositores. Pero basta escuchar a esos periodistas, columnistas y ciudadanos que critican a este gobierno libremente. Las voces incómodas ahí están, y creanme que hacen mucho ruido.
Tampoco hay dictadura porque el árbitro electoral sigue siendo autónomo (gracias, en parte a quienes sí están comprometidos y a la presión ciudadana que lo defendió la semana pasada). Los ciudadanos pueden hacer valer su voto.
No hay dictadura porque hay derecho a la libre manifestación. Ninguna de las caravanas que se ha manifestado ha sido reprimida. Hoy, la gente puede salir a manifestarse contra AMLO libremente.
Y no la hay porque hay sistema de partidos (desacreditados, en gran medida, por responsabilidad propia) y un poder judicial que ha mostrado independencia de los caprichos del gobierno.
Cierto es que el sistema de separación de poderes no es perfecto. Es bastante más frágil que en Estados Unidos que ha contenido muy bien los desplantes autoritarios de Trump y puede romperse más fácilmente.
Se puede sospechar, sí, que el estado de cosas nos pueda llevar a un régimen autoritario. Para eso tenemos que defender a las instituciones que garantizan la democracia y los contrapesos y ejercer presión contra el gobierno. Para ello tenemos que reconocer que el día de hoy somos una democracia.
Y por eso es importante notar que el día de hoy no vivimos en una dictadura, para así reconocer que tenemos muchos mecanismos democráticos para contrarrestar cualquier intentona que pudiera existir con el fin de llevarnos a un régimen autoritario o a una suerte de «neoPRI hegemónico». Si sabemos que hoy no vivimos en una dictadura entonces sabremos qué es lo que tenemos que defender para contener cualquier impulso autoritario.