Evidente es que hay quienes temen contagiarse de Covid-19 y que sus vidas corran peligro.
El temor se acrecienta al saber que, al día de hoy, no hay forma de paliar el riesgo más allá de las medidas que ya todos conocemos (sana distancia, cubrebocas, lavarse las manos y procurar tener un buen sistema inmune).
A los seres humanos nos suele ser incómoda la incertidumbre, queremos sentirnos seguros y tener certeza sobre lo que va a pasar, pero no siempre está en nuestras manos evitar esa incertidumbre y, ante un escenario así, solo se pueden hacer dos cosas.
1) Podemos abordarla con cierto estoicismo aceptando que no tenemos el control sobre todo lo que nos rodea y que deberíamos enfocarnos en lo que sí podemos hacer (y que no mucha gente hace, basta salir a la calle para ver cuántas personas no usan cubrebocas).
2) O podemos engañarnos y tratar de construir, dentro de nuestra mente, la creencia de que nos encontramos completamente seguros cuando no es así.
El dióxido de cloro (como producto milagroso) se ha vuelto popular básicamente porque la gente tiene una gran necesidad de sentirse segura y de que creer no le va a pasar nada. Si tomo dióxido de cloro no me va a dar Covid-19 o, en todo caso, si me infecto, me voy a salvar y no me va a pasar nada.
No voy a profundizar en cuestiones médicas, aquí puedes ver más información al respecto. Lo que sabemos es que el dióxido de cloro no está avalado por la ciencia, es cierto que puede matar virus en superficies, pero eso no significa que lo haga en nuestro cuerpo (en ese caso deberíamos comer jabón o arrojarnos spray de Lysol en la boca. No hay estudios científicos que digan o sugieran que el dióxido de cloro previene el Covid-19 y sí charlatanes.
Peor aún, es posible que el producto desincentive la toma de medidas necesarias: por ejemplo, que una persona relaje las medidas preventivas porque se siente protegida con el dióxido de cloro.
Seguramente habrá algún incauto que me hable de una «conspiración de las malvadas farmacéuticas», pero se trata de ser críticos y sensatos. Si algo ha quedado muy en evidencia es que tanto a la comunidad internacional como a los «grandes capitales» les urge que la pandemia sea controlada lo antes posible por la pérdida de ingresos producto de la depresión económica. Por eso es que se están desarrollando vacunas en tiempo récord como nunca antes en la historia. Si el dióxido de cloro funcionara, ya habría sido promovido (incluso contra los intereses de las «malvadas farmacéuticas»).
Lo cierto es que si algo no está avalado por la ciencia no debe consumirse, no es que la ciencia sea perfecta ni que nunca se equivoque, pero es mucho más precisa que las meras opiniones. Si alguien cree que el dióxido de cloro puede prevenir o combatir el Covid-19, entonces debería hacer un estudio científico (que no existe) para demostrar su efectividad y, solo entonces, debería ser consumido. Mientras ello no exista, es irresponsable consumirlo y recomendarlo.
Lo que hoy sí existe son estudios que sugieren que este producto, que no es un medicamento, puede ser tóxico para nuestro organismo.
Los testimonios personales no sirven como evidencia científica. He escuchado varios casos de personas que aseguran haberse curado del Covid-19 con el dióxido de cloro o aseguran no haber tenido síntomas fuertes, pero ello en realidad es un efecto placebo, ya que en la práctica sólo una minoría de todos los infectados fallecen o terminan en estado grave en el hospital.
Otras personas afirman que en el pasado homeópatas les habían recomendado tomar dióxido de cloro y que se curaron gracias a ello, pero basta recordar que la homeopatía es una pseudociencia.
Existen una supuesta organización de médicos que está pugnando para demostrar su eficacia (seguramente ya habrás escuchado de ellos en Grupo Imagen), pero nada más no lo han comprobado. Basta ver el portal que tienen y el tipo de contenidos que manejan para darse cuenta de que no se trata de una organización confiable.
El problema es que, dado que esta sustancia milagrosa ha adquirido fama en América Latina (mucho menos que en países desarrollados), muchos han visto en este producto una gran oportunidad de negocio, con lo cual se propaga y difunde más esta falsa solución, y ello ocurre por lo que mencioné al principio de este artículo: la gente quiere evitar la incertidumbre a toda costa.
Para terminar, les comparto este video sobre el dióxido de cloro que me parece aborda muchos puntos importantes y más que nada les recomiendo consultar los enlaces que aparecen debajo del video.