Ningún líder, por más noble que sea, puede tener el privilegio de evitar ser confrontado por los periodistas. Ninguno.
Ocurre que Ciro Gómez Leyva entrevistó al líder de FRENA Gilberto Lozano. Literalmente lo hizo añicos y exhibió su retórica populista y demagoga, e incluso el periodista se veía a cada rato desesperado por la cantidad de incongruencias que escuchaba por parte de Gilberto y parecía tratar de explicar con peras y manzanas por qué aquello que decía no tiene sustento.
Y en la misma tesitura del sector más rancio del pejismo, sus seguidores se indignaron, lo llamaron vendido y chayotero. Lo más grotesco es que los mismos pejistas llamaron a Ciro chayotero ese mismo día (por otras razones, claro está). Los paralelismos entre el pejismo y los «lozanistas» son preocupantes, pero eso ya será tema de otro artículo.
Lo que aquí toca es que ningún líder político tendría que ser tratado como un ser mítico al que no se le puede tocar ni cuestionar. Por más noble que sea, por más genuino y hasta iluminado. ¿Por qué?
Porque la confrontación arroja información, y por más información tengamos en nuestras manos, los ciudadanos tendremos más herramientas para tomar mejores juicios y decisiones.
¿Qué información arrojan estos ejercicios? Cuando se confronta a un líder, se le hace salir de su zona de confort, se muestran sus contradicciones que generalmente mantiene a raya y trata de ocultar, se le obliga a sostener y fundamentar sus dichos y se le obliga a tomar posturas respecto de distintos temas; se le coloca en escenarios adversos que nos harán ver de qué está hecho. Dichos escenarios nos revelan información del líder en cuestión que de otra forma no habríamos conocido.
En muchas ocasiones, el líder sale avante o bien muestra algunas contradicciones que no son muy relevantes y no ponen en entredicho su «estatura moral», pero sí hay otros que muestran una clara incongruencia entre lo que el líder dice ser y lo que en realidad es.
Cuando la gente se predispone ante este tipo de escenarios, lo hace porque, al tiempo en que su líder es confrontado, teme que su concepto del líder a quien sigue y admira sea confrontado también y pueda quedar en entredicho. Es un mecanismo de defensa, claro está, y no es casualidad que aquellos sectores que rayan en el fanatismo son los que reaccionan con más encono hacia este tipo de ejercicios.
En una democracia sana, independientemente de su postura política, los líderes son confrontados por algún periodista, en tanto que en los regímenes autocráticos ello o no ocurre o en el mejor de los casos sólo se cuestiona a quienes son un peligro para el régimen. Afortunadamente en México, mal que bien, con lo imperfecta que nuestra prensa es, tenemos de las «dos sopas»: a AMLO y sus acólitos se les ha confrontado igual que a opositores como Gilberto Lozano.
Los comunicadores no necesariamente son objetivos ya que eso de la «objetividad perfecta» no existe (por eso es que se desea que el periodismo sea plural), pero eso no invalida este tipo de ejercicios, porque aquí lo que importa no es tanto lo que opine el periodista sino la defensa que el líder haga de las críticas y confrontaciones. Ayuda, en este sentido, que el comunicador sea de una ideología distinta del líder en cuestión.
Insistiendo en el tema del periodista y su pretendida posibilidad de alcanzar un objetivismo que nunca se alcanza por completo, que estos ejercicios sean útiles no implica, por otro lado, que todo lo que dice el periodista sea verdadero o que las acusaciones lo sean. Lo que importa es la defensa que el líder hace de ellas, porque si al líder se le acusa de una injuria que jamás cometió, entonces debería tener la capacidad de refutarla.
Sabemos que Ciro Gómez Leyva, aunque no es uno de mis periodistas preferidos, de pejista tiene poco. Difícilmente se puede sostener el argumento de que tiene consigna por parte del régimen porque sigue siendo crítico con López Obrador y porque ese mismo día los pejistas lo trataron de la misma forma que los lozanistas.
A muchos no les gustó ver a su líder confrontado, pero mal que bien los ciudadanos obtuvimos más información de él, y eso siempre es una buena noticia.