El gobierno de López Obrador ha tratado de empujar la narrativa de que hay quienes están interesados en impulsar un golpe de estado en su contra. La intención de ello es polarizar a la sociedad dividiéndola en dos bandos: los buenos (nosotros), los malos (ellos, los fifís y conservadores).
Como parte de esta estrategia, un periodista claramente adherido al régimen llamado Hans Salazar fue a la mañanera a decirle a AMLO que dentro de FRENA, la organización de Gilberto Lozano, habían intenciones de atentar contra AMLO, lo cual evidentemente era falso y era producto de información sacada de contexto como fotos de Lozano con una máscara de AMLO en un plato, pero que no hacía referencia a alguna decapitación y un tweet de un integrante de FRENA mostrando una bala para «rescatar a México de AMLO» como una forma de catarsis y claramente sin alguna intención seria.
Gilberto Lozano tenía la oportunidad de exhibir al gobierno, de mostrar cómo a partir de información sacada de contexto querían generar esa percepción para así no caer en su juego, pero la perdió.
Gilberto Lozano, una persona de mecha corta y talante autoritario, perdió los estribos y cayó en la trampa. En lugar de hacer tener el control de sus emociones prefirió, visiblemente enojado, tomárselo personalmente, y básicamente amenazó al reportero diciéndole que «va a pagar caro» y pidiéndole a su gente que le ayudara a conseguir el nombre del reportero.
¿Cuál fue el resultado? Que esa respuesta de Lozano cayó como anillo al dedo al gobierno para presentarlo como un golpista y los «influencers orgánicos» de AMLO ya están trabajando. Ya andan rolando videos de Lozano fuera de sus cabales sugiriendo linchar a los empleados de la CFE o insultando a mujeres con el fin de mostrarlo como un sectario golpista de ultraderechas.
Peor aún, algunos reporteros opositores al gobierno de AMLO se solidarizaron con Hans Salazar porque aunque no concuerdan con él ni su forma de hacer periodismo, les preocupa que una persona esté amenazando directamente a periodistas en un país donde, vale la pena insistir, es uno de los países donde ser periodista es una de las profesiones más peligrosas en el mundo.
Seguramente en la 4T habrán tomado nota y ya habrán visto en Gilberto Lozano al chivo expiatorio al cual utilizar para cumplir con su agenda: basta con apretarle los botones indicados y sacarlo de sus casillas para que la figura de Lozano les ayude a etiquetar a la oposición como golpista. Así, incluso corre el riesgo de que su movimiento FRENA, por responsabilidad suya y no la de los ciudadanos que ahí han encontrado un espacio, más que ser incómodo al régimen, le termine siendo útil.
Porque amigos, en la política como en la vida real, el que se enoja pierde.
Si México merece mejores presidentes, también merece mejores líderes de oposición, no cabe duda.