En un ensayo, el filósofo y semiólogo Umberto Eco hablaba sobre la necesidad imperiosa que tienen los regímenes y las culturas de crear un enemigo sobre quien pueden descargar sus debilidades y faltas. Si no se tiene un enemigo entonces habría que crearlo. A través de dicho enemigo una entidad se reafirma y termina por crear su identidad porque así se distingue favorablemente del otro. Sus virtudes lo son en relación con los defectos del otro. El enemigo, decía Eco, tiene que ser feo, porque lo feo y malo contrasta con lo que es bello y bueno.
Así como los villanos de las películas suelen ser feos, el enemigo que la 4T ha tratado de crear también lo es. No necesariamente lo es en lo meramente estético, sino más bien en lo ético y en lo moral: los conservadores, la mafia del poder, los corruptos que se contrastan con el pueblo bueno y honesto que guarda dentro de sí valores ancestrales y de los cuales López Obrador funge como representante.
Ello ayuda a explicar muy bien lo que ocurrió en la mañanera, donde se presentó un supuesto documento de una, valga la redundancia, supuesta organización llamada BOA (Bloque Opositor Amplio) donde se amalgaman todos los sectores de oposición, que busca quitarle las cámaras a AMLO en el 2021 y removerlo del poder en 2022 a través de una revocación de mandato.
Son parte del BOA, dice el documento, organizaciones empresariales como el Consejo Coordinador Empresarial, Coparmex, FEMSA, FRENA (de Gilberto Lozano), los gobernadores que no son de MORENA, legisladores de oposición, consejeros del INE, los magistrados del TEPJF, partidos políticos que no son MORENA ni sus satélites (PVEM, PT, PES), Vicente Fox, Felipe Calderón, medios de comunicación como Reforma, El Financiero, El Universal y hasta Proceso e incluso la prensa extranjera. También lo son periodistas y opinadores como Loret de Mola, Brozo, Denise Dresser, los Krauze y casas encuestadoras como Consulta Mitofsky, Buendía y Laredo, Parametría y demás.
Básicamente todo lo huela o parezca oposición está en ese documento.
Es evidente la intención del gobierno al presentar este documento, que por cierto no está bien hecho y contiene errores. El objetivo es encasillar a la oposición o a quien no es afín a la 4T en una sola cosa para darle forma a ese enemigo. Hasta hoy, López Obrador ha tenido problemas para construir un enemigo claro que le ayude a reforzar su movimiento. La oposición está muy desarticulada e incluso políticos como Felipe Calderón no son por sí mismos suficientes para construir ese rival idóneo del gobierno.
Los adjetivos peyorativos, aquellos significantes como «fifí, conservador o mafia del poder» pueden pecar de ambiguos o muy abstractos. Puede no quedar muy claro quien es fifí o conservador. En cambio, al construir una entidad más concreta cuyos componentes son identificables (nombres de empresas, medios de comunicación, periodistas) el enemigo se vuelve más visible.
Pero no solo tiene ese propósito, ya que por medio de esta entidad concreta se pretende eliminar de su heterogeneidad a la oposición para así poder señalarla o encasillarla. Por eso no se habla de ciudadanía sino de pueblo, y así como el pueblo es bueno, los demás, los que no son pueblo, los que se oponen, son lo malo. Así, AMLO reduce algo tan complejísimo y diverso que es la sociedad mexicana a una oposición binaria donde el individuo es anulado y colectivizado. Tu identidad se define con relación al polo al que perteneces: eres AMLO o antiAMLO.
En aquella entidad, «el otro» o «el opuesto» están los que no son afines en la 4T. Ya dijo el propio AMLO que es «hora de tomar posturas claras»; es decir, de definirse y tomar postura en esa escala binaria. No importa si eres honesto o corrupto, pero si eres opositor al final recibes la carga del significante retórico y demagógico donde se te atribuyen un cúmulo de defectos que te convierten en «parte del enemigo»: si no estás con AMLO no quieres a México, no quieres que las cosas cambien, eres neoliberal, defiendes a los privilegiados.
Pero basta dar un repaso a ese documento para percatarse de la trampa:
¿Por qué un ultraderechista como Gilberto Lozano y alguien como Denise Dresser podrían aliarse en una «intentona golpista»?
Si el PAN y México Libre aparecen ahí ¿entonces Felipe Calderón ya hizo las paces con el PAN y con sus archirrivales Ricardo Anaya y Marko Cortés? Lo dudo mucho.
¿Por qué un diario de izquierda como Proceso se aliaría con entidades empresariales y políticas a los cuales ha criticado sin cesar en sus páginas?
Lo más grave es que, en el hipotético caso de que ese documento fuera verdadero, ello no tendría nada de malo. Por más chocante que pueda parecer a algunos de sus seguidores, eso sería un acto completamente democrático porque están ejerciendo sus derechos de participación ciudadana. Según el texto propuesto ni siquiera hay alguna propuesta que esté fuera de la ley (como promover un golpe de Estado).
Este tipo de amagues deberían preocuparnos. Un Estado que busca encasillar y estigmatizar a la oposición para así debilitarla es un acto autoritario. No solo porque se trata de una falacia, sino porque, a la vez, cuestiona y ridiculiza el derecho que tiene la oposición para organizarse y oponerse al gobierno.