Pensaban que Aristegui se cuadraría con AMLO. Se equivocaron

May 21, 2020

Algunas personas están molestas porque Aristegui no se convirtió en "vocera" del pejismo. Hoy, esas personas que la querían de presidenta, forman parte de campañas de linchamiento en su contra.

Pensaban que Aristegui se cuadraría con AMLO. Se equivocaron

En algún momento, alguien pensó que Carmen Aristegui se cuadraría con López Obrador. Incluso es lo que algunos esperaban y deseaban.

Es cierto que Carmen Aristegui es de izquierda, y es cierto que México tiene una rica tradición de periodistas poniéndose a los pies del gobierno en turno. Tal vez por eso algunos de los simpatizantes obradoristas pensaron que iba a ser «su periodista».

Pero eso simplemente no ocurrió.

Lo que más me sorprende es que algunos se sorprendan. Quienes se sorprendieron hicieron una mera inferencia reducida a lo binario: si Carmen Aristegui es crítica del status quo y AMLO es crítico del status quo, entonces Carmen Aristegui debería alinearse con López Obrador.

Pensaron que su postura ante el conflicto electoral del 2006 y su postura crítica hacia los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto implicaba que Aristegui era lopezobradorista. Incluso así lo creían algunos de sus críticos.

Ya había algunos visos de que eso no tendría por qué ocurrir. En realidad a López Obrador nunca le ha terminado de caer tan bien como los simpatizantes de AMLO piensan e incluso recordemos los encontronazos que tuvieron en la campaña presidencial.

Carmen Aristegui decidió hacer lo que le gusta hacer, ir por su cuenta. En algún momento sospeché del silencio ante algunos temas polémicos de este gobierno (aunque creo que tiene más que ver con el hecho de que la periodista no ha tenido tanta exposición, posiblemente porque el pejismo, que tanto la difundía, ya no lo hace), pero con lo acontecido el día de ayer ha quedado muy claro que Aristegui no se va a cuadrar con el gobierno y se irá por su camino de forma independiente.

Y eso no le iba a gustar a muchos, sobre todo a quienes pensaron que Carmen Aristegui y López Obrador eran casi la misma cosa, aquellos que hace pocos años querían postular a Carmen en la presidencia y hoy son parte de campañas de desprestigio en contra de la periodista. Se sienten engañados (quién sabe por qué) y evidentemente están molestos.

Lo de ayer es una muestra de las facetas más preocupantes de este gobierno, ya que Carmen Aristegui y su hijo fueron víctimas de un fuerte ataque en redes sociales por parte de las huestes lopezobradoristas por exhibir el uso de granjas de bots desde Notimex para atacar periodistas críticos con el gobierno. Mientras otros indagaban con las casas de Bartlett, Aristegui y los suyos se enfocaron a lo que tiene que ver con la prensa y la libertad de expresión. Ya desde el año pasado, con la ayuda de Carlos Páez de Mesura y la maestra Rossana Reguillo del ITESO, mostraron que había un comportamiento atípico en las redes sociales que insinuaba una estrategia de ataque a periodistas y lo cual ha quedado confirmado.

Incluso ya desde antes, los influencers orgánicos del pejismo habían «denunciado» a Aristegui por tomar posturas adversas a los intereses del gobierno como, por ejemplo, apoyar al Reforma ante la avalancha de ataques no solo del Presidente, sino de estas granjas de bots que utilizaban hashtags como #NarcoReforma.

La labor que ha hecho Aristegui no ha sido tan visible o «mainstream», pero sí es una de las periodistas que más ha exhibido estos ataques a medios y periodistas que intentan comunicar u opinar utilizando su derecho a la libertad de expresión.

Y debo decirlo, pero que Aristegui reciba estos ataques habla bien de su profesionalismo periodístico. Habría sido cómodo tomar línea para conservar a esa porción de su audiencia que ahora la aborrece. Pero ella prefirió ir por sus convicciones, y es evidente que su compromiso con la libertad de expresión y su simpatía por causas progresistas como el feminismo no podían tener cabida dentro de la 4T.

Tal vez eso le moleste a muchos, pero los periodistas están para incomodar al poder, no para chiflar y aplaudir.