A éstas alturas me es imposible calificar de forma categórica el actuar del gobierno en torno al coronavirus más allá de las actitudes irresponsables que tomó AMLO. Si bien, no podemos soslayar esa actitud irresponsable de AMLO y los efectos que puedan tener, las decisiones institucionales tienen un peso mayor en el éxito o fracaso de la estrategia.
Dicho esto, no sé decir a ciencia cierta si lo están haciendo bien o lo están haciendo mal o a qué grado.
Primero: porque la eficiencia de lo que se hace hoy solo se puede medir hasta semanas después (recordemos que el COVID19 tarda hasta como dos semanas en mostrar síntomas). Por ejemplo, Italia tomó medidas casi draconianas para contener la epidemia desde hace más de dos semanas y hasta ahora apenas estamos viendo que la curva ha comenzado a perder fuerza.
Segundo: porque los datos que tenemos no son exactos. En cualquier país hay muchos más infectados que los que en realidad se reportan porque a) hay muchos asintomáticos b) hay personas que no han mostrado síntomas c) hay personas que muestran síntomas leves que pasan por una gripa y no son reportados. En algunos países se han hecho más pruebas que en otros pero, por lo general, no se hacen pruebas a todos. Los distintos países tienen distintos criterios y distinta capacidad por lo cual es difícil comparar casos de algunos países con otros de forma precisa. El número de muertes reportadas podría ser un dato un tanto más fiable.
Es cierto que en México los casos son subreportados. No sé si ello se deba a la ineficiencia, recursos, o que, para efectos de la estrategia a seguir, hayan decidido enfocarse en tales o cuales casos. También es cierto que la curva en México es más temprana que en Estados Unidos y ya no digamos Europa, lo cual también explica en parte que se hayan hecho menos reportes.
No me cuadra por qué el gobierno ocultaría información, no porque no dude de su ética o porque crea que no son capaces de hacerlo, sino porque sería muy contraproducente y bastarían unos pocos días para que la realidad los rebase y no se comprenda por qué los hospitales están rebasados cuando «se reportan pocos casos». Además, la presión de los organismos internacionales, comprendiendo que es una emergencia global, hace menos costeable hacerlo. Ellos mismos saben que vamos a llegar a la fase 3 y ellos mismos lo han anunciado. Es cierto que ha habido algunos reportes de «neumonía atípica» que han despertado sospechas, pero ello también pasó en países como Italia.
Tercero: he visto opiniones encontradas en la prensa con respecto al actuar de México, desde algunos que dicen que lo está haciendo relativamente bien y se anticiparon, hasta los que dicen que nos irá peor que Italia. Luego hay especialistas que critican el actuar de México, o la OMS diciendo que están haciendo las cosas bien. Dichas opiniones encontradas tan solo muestran qué tan difícil es hacer una evaluación al respecto porque ojo, estamos ante una pandemia de la que no conocemos todas sus variables, no sabemos bien a bien el impacto que va a causar.
Es cierto que, bien que mal, México se anticipó como no lo hicieron los casos de España e Italia. España, cuando ya tenía un número similar de contagiados reportados como los que México tiene al día que escribo este artículo (700) no tomó ninguna medida y hasta promovió la marcha del día internacional de la mujer mientras que la oposición, como Vox, llevaba a cabo mítines multitudinarios en los cuales varios de sus integrantes resultaron infectados. A estas alturas, México ya tiene más de dos semanas tomando medidas (buenas o malas) al tiempo que muchos ciudadanos se quedaron voluntariamente en sus casos, y en esta fase dos el gobierno ya ha instado a que la población tome más medidas (hasta la actitud entonces irresponsable y hasta insensible de AMLO cambió).
Cuarto: América Latina (ya no digamos África) es un caso especial porque dada la pobreza y sistemas de salud deficientes, medidas draconianas podrían tener efectos adversos. Tenemos las ventaja de conocer las experiencias europeas y asiáticas, pero no tenemos experiencias latinoamericanas del coronavirus para aprender ¿hasta donde pueden tomar medidas sin que la gente muera de hambre o sin que se cree un ambiente de encono y crispación que pueda tener efectos nefastos? Este dilema es muy importante. Los gobiernos se debaten entre prevenir el COVID19 y que la gente tenga qué comer.
Aquí, por ejemplo, sí se podrían criticar las decisiones económicas erradas de AMLO anteriores y durante la crisis que deja al país con menos margen de maniobra, porque con algunos recursos sería posible ayudar económicamente a los que menos tienen de tal forma que puedan estar en cuarentena por algunos días o semanas. Veremos en unas semanas después cómo es que dichas decisiones afectaron en el actuar del gobierno frente a la emergencia sanitaria.
Entonces, para hacer un juicio categórico, tendríamos que esperar unas semanas y comparar con otros casos latinoamericanos. Mientras, es posible que estemos discutiendo sin conocer todo el contexto y las variables en juego, y por ello los sesgos ideológicos (o en resumen, el amor u odio a AMLO) y la desconfianza son los que están determinando en gran medida el juicio sobre lo que México está haciendo.