Nos han pedido que nos quedemos en nuestras casas. Nos han dicho que con ello muertes serán evitadas.
No nos han pedido que vayamos a la guerra para tal vez no volver a ver a nuestros seres queridos. Nos piden resguardarnos precisamente para que nuestros seres queridos y los de los otros sigan en este mundo. ¡Somos privilegiados!
No nos han pedido aislarnos de los que más queremos, tan sólo que no tengamos contacto presencial por unas pocas semanas. Ahí están las redes sociales, el teléfono, los sistemas de mensajería y las video llamadas. En las cuarentenas de tiempos pasados se dejaba a ver a los seres queridos por completo por meses. Hoy podemos estar en contacto todos los días. ¡Somos privilegiados!
Nadie nos ha pedido enfrentarnos a la cruda realidad. De hecho podemos escapar del mundo cuantas veces queramos viendo Netflix o leyendo un buen libro. ¡Somos privilegiados!
Nadie nos pidió racionar al mínimo la comida, tan solo nos pidieron hacer home office. ¡Somos privilegiados!
A los que no vivimos en situación de pobreza, el mundo de hoy nos pide poco para salvar a muchos. Nuestro mundo del cual siempre mentamos madres es muy benigno, tanto que cualquier incomodidad nos parece un martirio. No vamos a ir a la guerra, tan solo nos vamos a restringir un poquito por los demás, hacer un poquito para que incida un muchito en la vida de los demás. ¡Somos privilegiados!
Y negarnos a dar un poco para ayudar a los demás sería no sólo egoísta, sino inhumano.
Lo natural es el microbio. Lo demás, la salud, la integridad y la pureza, si usted quiere, son un producto de la voluntad.
Albert Camus – La Peste