Las elecciones de Estados Unidos están a la vuelta de la esquina. Una cosa es clarísima y es que Donald Trump va a ser el candidato republicano.
Lo que no está claro es quién va a ser el candidato de los demócratas. A mi parecer, su mejor carta es Bernie Sanders. No es con el que tengo mayor afinidad política de su terna de los candidatos y cuestiono incluso si es la mejor opción de los demócratas para gobernar Estados Unidos, pero como candidato es la mejor opción.
Una cosa es ser un buen candidato y otra un buen presidente, aquí me enfocaré en lo primero.
Comienzo diciendo que si estuviésemos en tiempos normales, sería casi insensato pensar en Bernie Sanders, pero no estamos en tiempos normales.
En tiempos normales, en los sistemas bipartidistas como el de Estados Unidos las elecciones tienden a gravitar al centro, hacia los indecisos que no saben por quién votar y que se encuentran en los famosos swing states.
Pero como no son tiempos normales, este paradigma se vuelve casi inválido: la misma elección de 2016 nos lo ilustró a la perfección (Hillary era la centrista y Trump el «radical con el discurso peligroso«). Las preferencias no se están concentrando en el centro como en el pasado, más bien se están polarizando:
Algunos creen que para vencer a Trump se necesita un moderado del centro político que transmita cordura y sensatez como para contrarrestar sus arrebatos. La verdad dudo que alguien así sea la mejor opción como candidato porque ¡no estamos en tiempos normales! Además, eso fue precisamente lo que ocurrió en el 2016 con Hillary Clinton, quien perdió una elección que creían ganada.
Por el contrario, si en estos momentos algo le puede hacer batalla a un outsider como Trump es otro outsider como Bernie Sanders. Hay que entender el panorama político, hay que entender por qué hay menos votos en el centro que antes.
¿Cuáles son las razones por las que Sanders es la mejor carta para los demócratas?
1) Sanders tiene la peculiaridad de que le puede robar parte del discurso a Trump; en ciertos puntos, su narrativa se empalma con la del ahora Presidente de Los Estados Unidos; en especial aquel que tiene que ver con aquellos clase trabajadora que fue flagrantemente ignorada por los demócratas en 2016. Trump «ha hecho algo al respecto», pero a mi parecer no con la enjundia con la que lo prometió.
2) De este punto se sigue que hay un sector, sobre todo perteneciente a aquella clase que mencioné (concentrada en cierta medida en algunos swing states), que en caso de no tener a Sanders en la boleta votaría por Trump. Es decir, Sanders tiene la posibilidad de disputarle votos a Trump que no están precisamente en el centro político sino dentro de la clase trabajadora del rust belt y que ningún otro candidato puede quitarle (aunque tal vez Elizabeth Warren podría aspirar a ello).
3) Convencer a los indecisos no necesariamente tiene que ser la primera prioridad en un contexto así, sino más bien hacer que la gente salga a votar. ¿Qué sector es el que suele ser más apático, aquel cuya ausencia le dio el sí al Brexit y consolidó la llegada de Trump? Los millennials. ¿Y cuál es el candidato favorito de los millennials? Bernie Sanders.
4) Algo que es muy importante. Sanders no forma parte del establishment, es una suerte de outsider dentro de los demócratas. Además, a Sanders se le ve como un político transparente y bonachón, incluso su edad refuerza esos atributos percibidos. Un «crooked Biden» o un «crooked Warren» puede funcionarle a Trump, pero un «crooked Sanders» no va a funcionar muy bien. Hacerle bullying a Sanders posiblemente no sea la mejor idea.
5) Y todo ello va a obligar a Trump a cambiar su narrativa, sobre todo para convencer a aquellos que dejarían de votar por él para hacerlo por Sanders.
Bernie Sanders tiene la desventaja de ser «socialista» en Estados Unidos y ciertamente por ahí Trump lo puede atacar. Pero también el término «socialismo» es un significante cuyo significado puede modificarse a través de distintos contextos, tiempos y generaciones. El socialismo ha sido una palabra fuertemente prohibida en Estados Unidos, pero al día de hoy, la mayoría de los demócratas prefieren el socialismo al capitalismo. ¿Por qué?
Porque es evidente que entre las nuevas generaciones hay un desencanto con el sistema económico y que tuvo raíz en el 2008, desencanto se consolidó con el #OccupyWallStreet. Fríamente, Estados Unidos no tiene malos números, la tasa de desempleo es baja, hay crecimiento. Sin embargo hay descontento porque muchos jóvenes sienten que no hay un futuro promisorio, porque esas cifras frías no las palpan en la cotidianeidad, porque el relato de «América como tierra de oportunidades donde el que se esfuerza puede salir adelante» se les vuelve cuestionable.
También tiene que ver que ese «socialismo democrático» no significa convertirse en Cuba o Venezuela (aunque luego algunas declaraciones de Bernie no abonan mucho), sino que pretende adoptar el modelo de los países nórdicos quienes tienen un sistema de seguridad social muy generoso (no resta decir que es evidente que los números para lograr ello no terminan de cuadrar). Incluso, si extendemos el espectro ideológico desde el comunismo puro y duro al capitalismo laissez faire, el llamado socialismo económico terminará gravitando un poco más hacia el lado del capitalismo.
El simple hecho de que Sanders haya ganado un estado como Nevada (por amplio margen) nos sugiere que el impacto negativo de asociar a Sanders con el término socialismo va a ser menor que lo que habría sido hace diez o veinte años.
La propuesta de Bernie Sanders socialista en lenguaje estadounidense, pero no lo sería tanto en el lenguaje europeo.
Evidentemente el término va a asustar a más de uno, sobre todo a la gente grande. Trump aprovechará (como ya lo está haciendo) para advertir de los riesgos del socialismo recordando todas esas dictaduras que destruyeron sus economías. Pero entonces habrá una lucha para redefinir el concepto (además de que Sanders al parecer ya no usará el término «socialismo») donde lo ideal para Sanders es que éste haga salir a votar a los Millenials y para Trump que los indecisos y la clase blanca trabajadora se espanten.
Los votantes de la derecha van a rechazar ese término aunque Sanders no lo vuelva a mencionar, no hay forma de que ello pase y es un sector que no podrá conquistar. De lo que se trata es de apelar a ese conglomerado creciente de votantes con posturas más progresistas y sacarlos a votar.
Es evidente que la elección va a ser muy polarizante porque lo que va a importar en estas elecciones no va a ser necesariamente el centro político ni buscar a los indecisos, sino hacer que la gente vote, y para ello tendrán que crear discursos que inspiren, que motiven a la gente y hacer una campaña de contraste para disuadir a la contraparte de votar por su candidato. En español: va a haber guerra sucia, pero a diferencia de 2016, seguramente Trump se enfocará en transmitir miedo en tanto que busca presentarse como quien representa los más profundos valores norteamericanos.
Los números de Trump en materia económica no son malos (con todo y que podamos preguntarnos qué tanto mérito tiene su administración en ello) y en cuestiones internacionales ha superado las expectativas (muchos esperábamos un desastre al respecto). Sin embargo, a la fecha, el Presidente de EEUU tiene una aprobación negativa (ciertamente ha disminuído en los últimos meses) de acuerdo al agregador de encuestas de Nate Silver. Ésta que podría traducirse en cierta ventaja anticipada para los demócratas si hacen una buena lectura, aunque no es garantía ninguna porque basta con que quien desapruebe a Trump se le convenza de que la alternativa que se le presenta es aún peor.
Es cierto que Sanders tiene algunos inconvenientes como candidato: ya está grande, por momento se le ve algo cansado (lo cual no ayuda mucho) y su discurso socialista con un pasado más socialista sí puede llegar a ahuyentar votos. Aún así, su faceta anti establishment, el creciente número de personas (y, sobre todo, jóvenes) que quieren un futuro más estable y un sistema de seguridad social más robusto, y el hecho de que puede robarle votos a Trump ahí en algunos de esos «estados bisagra» lo hace un candidato atractivo.
Candidatos como Joe Biden, o Michael Bloomberg (A quien Warren humilló sin piedad en el debate pasado), a mi parecer, tienen menos posibilidades. Básicamente jugarán algo parecido al papel que jugó Hillary Clinton en las elecciones pasadas y van a hacer avasallados por la narrativa de Trump. Estos son vistos como «miembros del sistema político-económico» y no son personas muy carismáticas. Posiblemente Pete Buttigieg y Elizabeth Warren podrían ser más competitivos que los primeros, pero me parece que Sanders es quien, ante una persona como Trump y en un contexto como el actual, podría tener más ventajas.
¿Ganará? No lo sé, y no me atrevo a hacer un pronóstico preciso en estos momentos. Pero sí auguro una elección un tanto reñida y, por tanto, polarizada.