Para nosotros los liberales, los conservadores (en el sentido político) son como los conservadores de los alimentos:
Renegamos de ellos, hablamos de los efectos colaterales que tienen (en la comida son los efectos que tienen en el cuerpo, en la política es la lentitud o aversión a llevar a cabo cambios para integrar a quienes están excluidos), pero en el fondo no podemos negar que, mientras que los liberales hacemos que la comida sepa mejor, los conservadores ayudan a conservarla por más tiempo haciendo que los cambios que proponen los liberales se den de forma más paulatina para que el tejido social no se quiebre. Un liberal sensato aprende a coexistir con ellos y, a pesar de las discrepancias, respeta su derecho a existir. No los oprime, los confronta.
Los conservadores son más reacios a los cambios, creen que estos se deben de llevar de una forma muy lenta, a veces en demasía, como si casi no los notaran. Los reaccionarios (o ultraconservadores) en cambio, se niegan a cualquier cambio por mínimo que sea e incluso buscan regresar a un estado anterior de cosas.
El conservador prima el orden sobre el cambio. Un conservador, por ende, verá con mucho desagrado alguna manifestación que se salga de control y su deseo por el orden hará que en más de una ocasión solicite una reacción determinante hacia aquello que le parece desordenado: «que manden a reprimir a esos desquehacerados». Prefieren ver el orden que el caos que genere el hecho de que algún sector que se encuentra en desventaja quiera reivindicarse. Lo que importa es tener un mundo tranquilo y estable donde puedan desarrollar su proyecto de vida sin trabas, aunque en algunos casos esto implique que otros estén completamente impedidos a ello. Por ello es que le dan mucha importancia a las jerarquías y a la autoridad.
El conservador en este sentido es cuadrado, ordenado y predecible, comparado con el liberal que tiende a ser más bien creativo, irruptivo y desordenado. Un conservador con mayor posibilidad trabajará en un banco que en las industrias creativas.
Los conservadores no se preocupan tanto por el individuo ajeno, sino por el cercano. A ellos les importan más los lazos familiares o los amigos cercanos que los indígenas que están siendo explotados otra región. No es que ser conservador implique que se justifique esto, simplemente le dan menos importancia ya que eso no altera su vida cotidiana.
A ellos les importa mucho preservar las tradiciones. Dicen (y me parece que en este sentido tienen un punto) que estamos en hombros de gigantes, reafirmando el hecho de que nuestra civilización está cimentada en un largo proceso y que no puede ser sustituida simplemente por una «ocurrencia ideológica» construida desde cero. Por ello hacen hincapié en preservar las tradiciones.
Aún así, podemos ver cómo con el tiempo los conservadores han ido adoptando parte de los cambios que anteriormente impulsaron los liberales. Podemos ver, dentro de la nueva ola conservadora, que ya no hay un abierto rechazo al matrimonio entre parejas del mismo sexo, cosa que en las viejas olas (y que se nota en las generaciones más grandes en México) sí lo hay y de forma explícita. Incluso dentro de Vox, el partido populista de derechas de España, no están cerrados a que los homosexuales adopten hijos. De igual forma Edmund Burke se oponía a llevar a cabo elecciones en el Reino Unido porque ello podría alterar el estado de cosas mientras que ahora es algo que dan por sentado.
El conservadurismo como tal no es una ideología, me parece que es más bien una postura o una actitud frente al estado de cosas. Pero erran cuando dicen desentenderse de cualquier precepto ideológico (es imposible no defender ideología alguna). Al conformarse solo con cambios muy paulatinos se da por entendido que defienden el relato hegemónico que está compuesto por preceptos ideológicos (que ellos asignan a la naturaleza). Incluso en este sentido las religiones solo podrían diferenciarse de las ideologías por su componente trascendental (que hay un ser superior y un mundo más allá que se alcanza por medio de la salvación), pero al final, por más redefiniciones hagan, terminan defendiendo una doctrina ideológica que tiene normas, valores y que buscan explicar al mundo (aunque un conservador no necesariamente tiene por qué ser religioso).
El conservadurismo siempre va a existir, ya que a lo largo de la historia siempre ha existido cierta diferenciación entre quienes piden algún tipo de cambio y entre aquellos que buscan mantener el estado de cosas actual.