¿En qué coinciden la ultraderecha y la izquierda radical mexicana? George Soros.
Voceros que apoyan a la 4T, como Alfredo Jalife, dicen que George Soros controla todo el poder mediático en México (poder mediático que dice, es sionista) y que orquestó todo lo ocurrido en Culiacán para desestabilizar al gobierno de López Obrador. También llegan a decir que él estuvo detrás de los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
La ultraderecha dice que George Soros está detrás de todos los colectivos LGBT y feministas con el fin de «destruir a la familia» e imponer una dictadura mundial, y que de paso busca destruir a Occidente promoviendo la migración en Europa. La ultraderecha lo acusa de estar detrás de una supuesta agenda comunista, pero izquierdistas latinoamericanos como Hugo Chávez lo han acusado de lo contrario.
Y esto no es nuevo. Tanto los nazis como los comunistas rusos crearon un sinfín de teorías conspirativas en contra de los judíos.
George Soros se ha convertido en un comodín para crear las conspiraciones más macabras y ridículas. Los radicales de ambas posturas saben que las teorías de la conspiración fundadas en el miedo o en el resentimiento pueden funcionar más que el debate racional. Las teorías de la conspiración son más emotivas y no necesitan del uso de la razón. No necesitan de preparación alguna o conocimiento previo como sí se necesita para discutir profundamente sobre los temas en los que, dicen, George Soros está involucrado.
George Soros se ha convertido en el comodín de los sectores políticos radicales porque 1) es judío, y las historias antisemitas sobre los judíos que conspiran suelen caer bien en ciertos sectores de la sociedad (los Rothschild o los supuestos Protocolos de los Sabios de Sion son un claro ejemplo) 2) porque es conocido el caso en el que una vez logró desestabilizar la libra esterlina especulando y porque tiene ONG’s internacionales como Open Society por medio de las cuales promueve sus convicciones políticas (libre mercado y progresismo social).
Y si bien Soros es un millonario que tiene cierto peso político, está muy lejos de tener esa gran influencia que los conspiranoides de la izquierda radical y la ultraderecha le asignan.