De terraplanistas y gallinas violadas. ¿Por qué? ¿Por qué?

Sep 12, 2019

¿Por qué en el siglo XXI, con tantos progresos científicos y sociales, mucha gente cree que la tierra es plana, que las vacunas son parte de una conspiración o que los gallos violan a las gallinas?

De terraplanistas y gallinas violadas. ¿Por qué? ¿Por qué?

En estos últimos días comenzaron a circular unos videos donde unas activistas españolas, animalistas radicales y feministas, se expresaron en contra de lo que consideran una violación sexual de los gallos hacia las gallinas.

La mayoría vio estos videos como algo cómico y «fuera de toda comprensión». Lo que es cierto es que este activismo tiene una incongruencia muy fuerte: los animalistas radicales rehuyen a cualquier tipo de antropocentrismo porque quieren acabar con cualquier opresión del hombre sobre el animal y así liberarlos del yugo de nuestra especie. Pero, al decir que un gallo está violando a una gallina, se está humanizando al animal. Es decir, juzgan la conducta de los animales con base en atributos humanos, lo cual, además de ser un error per sé, implica necesariamente un juicio realizada desde una perspectiva antropocéntrica (es decir, que asumen tácitamente la superioridad del ser humano sobre del animal). Dado que un gallo actúa por mero instinto (del cual no puede escapar), y dicho instinto tiene fines meramente reproductivos y de supervivencia, no se puede decir que esté violando a una gallina. Por el contrario, reprender ese acto instintivo tan solo evitaría que los gallos y las gallinas se reprodujeran o que para ello requirieran de intervención humana directa.

Si bien, en este espacio no podemos estar más a favor de tratar a las demás especies con el mayor respeto posible, lo cierto es que este tipo de activismo radical cae en un dogmatismo que raya en lo ridículo, que es contraproducente y, peor aún, que es fácilmente falseable. ¿Por qué entonces siguen creyendo en ello y por qué defienden sus tesis con tanta pasión y ahínco?

Si nos vamos todavía más al extremo nos encontramos a los terraplanistas quienes, a diferencia de los animalistas radicales (que de ellos al menos se puede decir que parten de la noble idea de reducir el sufrimiento a los animales), sostienen un argumento es falso por completo, de principio a fin. Parten de una idea falaz: que la tierra es plana. Y al ser una idea falaz, por los argumentos que la sostienen serán por lo tanto falsos por sí mismos o, en el mejor de los casos, sacados de contexto.

Pero si su argumento es fácilmente desmontable: ¿por qué los terraplanistas siguen siendo terraplanistas, al igual que los animalistas radicales que son incapaces de ser críticos con sus propias argumentaciones?

La respuesta es sencilla: el asunto central no es la creencia en sí (que si la tierra es plana o que si los gallos violan gallinas) sino los beneficios que ellos obtienen al defender esas tesis. El creer en estas tesis les confiere un sentimiento de superioridad: «yo, creyente en la tierra plana, sé algo que las mayorías ignoran». El terraplanista siente que es privilegiado, el hecho de creer que la tierra es plana le hace sentirse superior a las «masas ignorantes que se dejan llevar por lo que les dicta el status quo«.

Por supuesto que ellos creen en todo eso, pero si solo se tratara de creer en algo porque se cree que es cierto, una persona mínimamente racional entendería que su tesis es falsa y por lo tanto dejaría de defenderla. Pero sabemos que lo que ocurre es más bien lo contrario: intentan rebatir cualquier crítica (aunque el argumento con el que se rebata sea aún más absurdo) e incluso pueden terminar haciendo juicios de valor sobre los escépticos.

Y no solo se trata de ese sentimiento de superioridad, sino de un sentimiento de pertenencia, lo cual explica que los terraplanistas o los animalistas radicales formen colectivos, lleven a cabo conferencias (a veces internacionales) y convivan entre ellos.

El terraplanista así siente que su vida tiene un valor o significado en el hecho de sentirse privilegiado por saber algo que, él dice, los demás desconocen o quieren ignorar, además de que le sirve para alimentar su sentimiento de pertenencia. En resumen, el terraplanista o el animalista radical cree en lo que cree, porque el hecho de creer en ello les sirve como una contención psicológica que les permite mantener cierto equilibrio en la psique. No es algo muy distinto de lo que pasa dentro de las sectas o las religiones fundamentalistas.

El terraplanista no va a ceder en su argumentación, porque si lo hiciera, perdería toda esa contención psicológica que ha generado gracias a su adherencia al terraplanismo. Ciertamente, algunos están más involucrados con otros y el precio a pagar por parte de unos podrá ser mayor al de los otros (los primeros evidentemente más fanatizados), pero, en general, no estarán muy dispuestos a debatir si sienten que su tesis pueda quedar lo suficientemente comprometida.

Algunos argumentan que el terraplanismo y estos movimientos radicales (como el animalismo radical o el movimiento antivacunas) son producto de la posmodernidad y de la posverdad. Si bien, no es una respuesta completamente falsa, apenas aspira a ser parcial (y corre el riesgo de asumir que en el pasado nuestras sociedades eran más racionales, lo cual es falso). Considero también que estos movimientos existen, se difunden y su mensaje se amplifica gracias a Internet. Si en el pasado no escuchábamos tanto de este tipo de movimientos era en gran medida porque tenían menos medios para crearse, propagarse y difundirse.

Es nuestra responsabilidad (y todavía más de los expertos y líderes de opinión quienes tienen la capacidad de generar un impacto mayor) de desmontar este tipo de movimientos para evitar que sigan creciendo ya que, al servir como una forma de contención psicológica en un mundo donde no son pocas las personas que se sienten solas y que necesitan significado alguno a su vida, la capacidad para atraer adherentes no es precisamente pequeña.

Este tipo de movimientos son incluso peligrosos, como lo ha demostrado ser el movimiento antivacunas; porque al partir de una tesis errónea, pueden llegar a poner en riesgo la vida de muchas personas, además de poner en jaque a los mismos avances científicos que han permitido el bienestar de más seres humanos. No solo ello, también corren el riesgo de diluir las críticas que puedan ser válidas al confundirse con estas teorías de la conspiración (por ejemplo, que yo haga una crítica válida sobre las empresas farmacéuticas).

Sí, en pleno siglo XXI mucha gente sigue creyendo en cuestiones que son ilógicas y absolutamente falseables, y posiblemente siga ocurriendo dado que el ser humano es imperfecto. Pero sí estamos obligados a evitar que este tipo de tesis nos terminen creando un perjuicio irreparable.