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Ago 3, 2019

El régimen lopezobradorista se salvó por un pelín. No entró en recesión técnica como sus adversarios vaticinaban. El problema es que celebren un resultado que es más bien demasiado mediocre.

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Foto: CNN en Español

No son pocas las personas que me han comentado que la economía no está corriendo de la mejor forma. No estamos en una crisis económica como tal ni hay abundantes cierres de empresas o despidos, pero las cosas no se sienten del todo bien. Es como si la vida corriera de forma normal pero sabes que algo se respira en el aire: de pronto los contratos no son tantos, de pronto algunos toman previsiones, de pronto el joven se siente más frustrado porque no hay tantas ofertas de empleo, y eso sumando el proyecto Jóvenes Construyendo el Futuro, un programa muy atractivo en la teoría, pero que ha tenido dificultades en la práctica.

Y esta sensación de incomodidad se da a pesar de que este gobierno se ha empecinado en mantener buenas finanzas públicas. Es cierto que las percepciones pueden jugar un rol, pero las percepciones terminan afectando la economía al traducirse en incertidumbre por las cuestionables decisiones que ha tomado este gobierno, por el aeropuerto que no se construyó o el Secretario de Hacienda que renunció y que, a pesar de que dejaron a un Arturo Herrera igual de capaz que Urzúa, el mensaje no fue bien recibido. 

En este contexto, muchas personas vaticinaban que la economía pudiese entrar en una suerte de recesión técnica, algunos tal vez sí con mala leche esperando que ocurriera para «restregárselo en la cara a los lopezobradoristas» pero muchos más con argumentos y preocupación. 

Así, López Obrador y los suyos celebraron «haber tenido la razón» por llamarlo de alguna forma. Los datos duros dicen que el país no está en recesión técnica por un magro 0.1% que, por otro lado, representa una diferencia ínfima que igual podría ser producto de un sesgo estadístico.

Lo preocupante es que lo celebren, porque la única razón para celebrar en una situación así es la de «callarles la boca a los pesimistas» (quienes solo se equivocaron por una décima). La frontera entre tener recesión económica o no tenerla (ya difusa de por sí) no es la misma que marca el buen desempeño de la economía, la cual va bastante más arriba y que, a juicio del propio López Obrador, los gobiernos anteriores nunca lograron colocarse por encima de ella.

Celebran lo que es más bien un dato más bien muy mediocre porque pareciera que lo importante no es hacer las cosas bien, sino tener la razón. Pero esta retórica puede ser desmontada fácilmente al acudir al historial de Twitter en donde López Obrador criticaba con severidad al gobierno de Peña Nieto por crecer 0.8%, un crecimiento ya de por sí demasiado mediocre, pero que incluso en esa mediocridad significa un crecimiento 8 veces mayor al presumido por la Cuarta Transformación.

Esto podría ser análogo a una situación donde los padres piensan que su hijo va a reprobar matemáticas porque no lo han visto estudiar, pero que se salva al sacar 6.0 en un examen donde sus compañeros (los gobiernos pasados) todos sacaron 7 u 8. El hijo podrá decirle a los padres que no tenían la razón, pero solo bastó una décima para que la tuvieran, y bien harían los padres en reprenderlo ya que ese 6 es una calificación bastante mediocre.

Un 0.1% de crecimiento que es, en gran medida, producto de la incertidumbre provocada por este gobierno y por sus malas decisiones, no puede ser celebrado. Es irresponsable hablar de escenarios apocalípticos y cataclismos, en sexenios pasados hemos llegado a ver crecimientos tan magros como estos e incluso peores (no es como que sea algo que ocurre por primera vez) pero tampoco podemos conformarnos con tan poco y debemos reconocer que ello es en parte resultado de la incertidumbre provocada por este gobierno. Peor aún, no podemos conformarnos con una métrica que está por debajo del crecimiento usual de este país, cuando de todos modos no era nada presumible.