No Hernán, no todos en Zapopan somos así

Jul 10, 2019

Hernán Gómez, que forma parte de la 4T, vino a Guadalajara a hacer un reporte sobre las diferencias socioculturales. Pero más que hacer un buen reportaje, pareció querer contribuir más a la polarización de este sexenio.

Imagen: Canal Once

La semana pasada, Hernán Gómez vino a Guadalajara para hacer un «análisis sociocultural» de las acentuadas diferencias socioeconómicas que existen en nuestra ciudad (y que se repiten de forma relativamente similar en todo México).

En el que fue el último programa de la Maroma Estelar, este personaje afín de la 4T pretendió hacer un análisis que a priori podría parecer válido, ya que pretendía mostrar las diferencias entre las élites y la gente que no ha sido tan privilegiada. Lo que Hernán nos mostró en ese video no es algo falso: generalmente, algunos integrantes de las élites mexicanas tienen poco contacto y menos interés por el otro México, viven en una burbuja privilegiada y, si bien dicen apegarse a cierto sistema de valores (religiosos normalmente) en la práctica se mantienen muy alejados de ello: «quiero una niña con valores… si esa persona cree en diosito, para mí es de huevos… la verdad a mí no me gusta ir a misa». Eso que muchos llaman «doble moral».

Los que vivimos en Guadalajara sabemos que hay gente que es así, la hemos conocido y en más de una ocasión hemos llegado a (o más bien tenido que) convivir con ella.

Pero luego comienzan los problemas:

Un análisis de este tipo se convierte en un problema si quien lo hace lo hace con fines políticos y no con fines meramente informativos, académicos o sociales, lo cual es de notar.

Dentro de esta «investigación» que Hernán hizo (quien visitó los lugares más pudientes como Plaza Andares o la colonia Providencia donde se vitcimizó en la entrada de La Casa de los Platos) podemos ver que más que hacer un análisis riguroso, se esforzó más bien en crear un hombre de paja para fortalecer el discurso del sistema: «fifís y chairos».

Hernán entrevistó gente conocedora sobre la historia de Guadalajara y la sociedad tapatía, quienes le relataron cómo es que la Calzada Independencia funge como una suerte de muro invisible que separa a la Guadalajara más privilegiada de la que no lo es. Pero luego el mismo Hernán toma este ejemplo para hacer una distinción que estos conocedores no hacen al usar estos términos tan típicos que se utilizan para polarizar el discurso: allá al poniente de la calzada viven los fifís (privilegiados, sin empatía), en el oriente viven los chairos (el pueblo bueno).

Después de esta entrevista es cuando Hernán va a los antros para mostrarnos cómo es esa Guadalajara fifí, o más bien Zapopan, que es el segundo municipio más rico del país después de San Pedro Garza García (en lo que Hernán hace mucho énfasis). Es decir, los que vivimos en el poniente somos todos pedantes, ignorantes, doblemoralinos y, ah, odiamos a López Obrador. Del otro lado está el pueblo bueno, atropellado, malentendido, que sufre, esos que dicen que tienen las esperanzas puestas en la 4T (pero que son los más afectados por lo errático de este gobierno).

La verdad es que muchos de los que vivimos en el poniente de la Zona Metropolitana de Guadalajara (ya definidos como fifís por Hernán) no somos como esas personas vacías e insulsas que entrevistó. De hecho, esos comportamientos se nos hacen patéticos y nosotros mismos los criticamos y señalamos.

A muchos no nos va mal económicamente, pero tampoco somos parte de la élite (y que dentro de esta misma no se podría generalizar del todo). Hernán nos etiquetó y creó un «ente fifí homogéneo» a partir de unas entrevistas que hizo básicamente para sumarle al carro de la polarización propia de la Cuarta Transformación entre el pueblo bueno y los privilegiados, pirruris, fifís y miembros de la mafia del poder que dice que somos nosotros.

Si una persona no conociera bien México ni Guadalajara, podría llevarse la impresión de que toda la gente de nivel socieconómico medio y alto es así, y eso muchas veces no es cierto. Lo que habría podido haber sido un buen ejercicio se convirtió en un mero instrumento de propaganda favorable al régimen para dividir a la sociedad por medio de hombres de paja y negar la heterogeneidad que existe a pesar de las innegables diferencias socioeconómicas.

Es paradójico, porque el comportamiento de Hernán, al etiquetar y reducir, no termina siendo tan diferente a los de los fifís que él mismo dice denunciar.