A raíz de la publicación de mi primer artículo donde narré cómo los modelos de negocio como los de Carlos Muñoz 11 buscan embaucar a la gente y el cual fue leído en su fan page, apareció en sus redes sociales un video donde le responde a sus «haters». La referencia a mi artículo fue obvia e incluso después me respondió directamente.
No me quise quedar callado porque evidentemente esa respuesta simplemente muestra más de lo mismo: una persona que busca enriquecerse sin ofrecer productos de valor reales que ayuden a la gente a emprender. Lo he dicho anteriormente, Carlos Muñoz es un hombre inteligente, estudió bien a su nicho de mercado y creó un producto: «él mismo», que pudiera hacer clic con cierto público. Lo dije también anteriormente: él se vende como un símbolo que apela a las emociones, que utiliza anglicismos y tecnicismos para mostrar una sofisticación que no tiene, y eso se vuelve a reiterar en el video con el cual nos respondió a los que ya nos etiquetó como «haters» (tal cual como político demagogo).
Corre video.
Me llama la atención la forma en que responde porque pretende sonar sofisticado como para mostrarle a su público que sí sabe, pero basta hacer un pequeño análisis para darse cuenta de que sigue vendiendo humo.
Carlos Muñoz nos muestra una gráfica donde en su eje vertical agrega las temáticas y en el eje horizontal el tiempo y experiencia que tiene el emprendedor para decir que sus contenidos van dirigidos a novatos en el mundo del emprendimiento. El primer error (y considero grave) es que mide la experiencia en número de empleados; es decir, por más empleados tienes más experiencia debes de tener, está correlacionado, piensa Carlos Muñoz 11. Pero la realidad es que no se puede medir de esa forma. Muchas empresas exitosas, que incluso operan internacionalmente, no tienen más de 100 empleados (pregúntenle a muchas startups de Silicon Valley), mientras que otras, que tienen un modelo más arcaico y que están reacias a modernizarse, pueden presumir tener más de 1,000 empleados (pregúntenle a muchas empresas mexicanas).
Simplemente, no puedes medir el éxito de un emprendedor con base en el tamaño de los empleados que tiene porque el número de empleados de una empresa depende de muchos otros factores (como el modelo de negocio).
El siguiente problema son las temáticas que ofrece en sus cápsulas que ya de por sí están mal enfocadas en muchos de los casos. Él asume que el emprendedor debe de saber incluso de sitios web y big data (cosas que él ni siquiera entiende), es decir, necesita saber de todo menos de la creación de productos o servicios de valor y de innovación (de lo cual, naturalmente no habla, porque no parece convenir mucho para su estrategia). La realidad es que los emprendedores no dominan todo ni necesitan hacerlo, los emprendedores exitosos delegan muchas tareas a expertos en ellas. Muchos emprendedores que conozco no saben nada de páginas web, pero saben que son importantes y contratan a una agencia o a un experto que les haga una estrategia de comunicación. Evidentemente habla del tema en sus cápsulas para verse sofisticado y nada más.
¿O de verdad un emprendedor debe saber cuánto debe durar un video de Youtube? (lo cual ni siquiera explica bien) Si ya de por sí emprender te quita muchísimo tiempo y es muy desgastante, ¿creen que se va a poner a sentarse en su computadora a editar los videos de su compañía? ¿De verdad?
Después dice que sus cápsulas no pretenden ser el contenido completo: bueno, cualquier persona con dos neuronas en la cabeza sabe que no, pero vaya, ni siquiera está ofreciendo nada, sino puro humo, solo está vendiendo su imagen para embaucar gente. Dice que esos videos te dan la llave para que «busques un concepto» y tú te pongas a buscar en Google ¿de verdad? Es que muchos videos suyos ni siquiera cumplen con esa función. Si la función de sus cápsulas es ofrecer una introducción sobre el tema y que luego los usuarios se empapen más por su cuenta, generalmente se ofrece literatura, libros, sitios web especializados sobre el tema (que es lo común en Youtube). Carlos Muñoz no lo hace, y ni siquiera nunca había dicho que ese era el propósito. No es que haya asumido que la gente entendió que esa era la dinámica (lo cual habría sido absurdo) sino que nunca fue el propósito y ahora que se siente acorralado por tantos cuestionamientos y burlas, se lo sacó de la manga.
Otra cosa curiosa es que Carlos Muñoz habla de «un nuevo modelo educativo» (la ironía de alguien que dice haber estudiado dos carreras, tres posgrados y luego dice que las universidades son una mierda) y para ello recurre al concepto de in-time microlearning, pero no es un nuevo modelo educativo, es tan solo un método que parece que ni domina bien y del cual puedes encontrar mucha información en Google.
Luego dice que la gente le está diciendo adiós a los «profesores profesionales» y que quieren profesores prácticos (vaya, emprendedores). Ciertamente la dinámica educativa se ha estado modificando en los últimos años y lo hará aún más en los próximos, pero no hay absolutamente nada que nos diga que esos profesores que Carlos Muñoz tanto dice odiar vaya a desaparecer. Tal vez algunos ya no estén en un salón frente a 50 alumnos, pero sí aparecen en MOOC’s y cursos en línea como Coursera o edX. Pero bueno, no se puede esperar nada de alguien que diga que las universidades son una mierda y, al mismo tiempo, presuma no sé cuántas licenciaturas y posgrados en quién sabe dónde.
Carlos Muñoz les dice a los que él llama haters que «ya se vayan de su canal y que no estén chingando» y que, a juzgar por los comentarios, son más de la mitad. Él dice que hay que sumar y no restar:
Pero él no está sumando porque está haciendo perder el tiempo (y dinero) de la gente en productos que no tienen valor y que podrían gastar bien en educación o conferencias que sí les puedan servir para ser emprendedores o desarrollar la actividad que desean desarrollar. Si escribo estos artículos es para evidenciar a esta nueva corriente de pseudogurús que se están aprovechando de la gente para ganar dinero, y no solo se vale, es necesario.
Esta idea de «sumar, aportar y no restar o criticar» es muy típica de este tipo de personajes que buscan etiquetar a sus críticos como «nocivos y tóxicos» para ellos vestirse de una pureza que no tienen y que así el auditorio relegue a los primeros. Esto también queda patente en la respuesta que Carlos Muñoz me dejó en sus comentarios:
Es el típico «en lugar de estar criticando, ayúdanos» para crear la sensación de que él es una persona humilde que está dispuesto a emprender. La última vez que vi este recurso fue cuando el periodista Zul de la Cueva confrontó a Lagrimita, un conocido payaso de Guadalajara que se lanzó como candidato «independiente» para beneficiar (sin éxito) a otro candidato restando votos de su contendiente.
Pero Carlos Muñoz está lejos de ser una persona humilde porque, además de burlarse de aquellos que llama haters, se refiere con desprecio a las universidades, a los profesores y a los empleados. No estoy seguro que Carlos Muñoz no va a estudiar y mejorar nada si le mando contenidos, porque eso no es lo que le importa, lo que le importa es el bluff, porque esa es su estrategia de negocio.
Y no, sus críticos no son tóxicos y nocivos. Si lo fueran (a juzgar por el porcentaje de críticos que tiene en su sitio) este país ya habría desaparecido.