¿Qué es la física cuántica? ¿Qué es la neurología? Basta con plantearse esas preguntas para entender que no cualquier persona puede contestarlas. Se necesitan estudios especializados en la materia para contestarlos ¿o no? Y cuando me refiero a estudios, me refiero a estudios académicos y no talleres dados por «gurús» en algún salón de conferencias de un hotel.
Entonces, si estos conceptos no son fáciles de entender o explicar por la gran mayoría de la población ¿por qué es común escuchar sobre muchos gurús o especialistas que se asumen como «neuro-coaches» o como «especialistas de la transformación cuántica» que venden talleres de superación personal?
La respuesta es fácil, lo hacen porque esos conceptos suenan lo suficientemente sofisticados o inclusive intrigantes para llamar la atención de los incautos. Con esos términos, los gurús de la autoayuda pretender darle a sus cursos una sofisticación que no tienen. Se trata de cualquier curso o seminario de autoayuda, de esos que tanto abundan en el mercado y que no es otra cosa más que una estrategia de ventas deshonesta. Basta ver este video de alguien que dice ser neurocoach y que tiene la ocurrencia de decir que a partir de la tercer semana de gestación la personalidad ya se comienza a formar siendo que las primeras conexiones neuronales ocurren después y ya no digamos la actividad del cerebro.
Cuando ellos tratan de definir su profesión (si es que se le puede llamar de esa forma) redundan mucho. Presumen tener un gran currículum y se presentan como «trainers» como «masters en programación neurolinguística»; hablan mucho de PNL pero no son expertos en ello y se limitan a aprender algunas «técnicas». El neurocoach no tiene alguna especialización científica destacable como para considerarlo un especialista tal y como podríamos considerar a un buen psicoterapeuta profesional o ya no digamos un psiquiatra o un neurólogo. Mientras que los neurólogos estudian muchos años carreras y maestrías para poder ser capaces de dar un buen servicio a sus pacientes, a los neurocoaches les basta con tomar ciertos talleres y capacitaciones para venderse como tales.
Estos términos tan sofisticados son usados para vender lo que siempre han vendido. Estos solo sirven como una forma de adornar el empaque de un producto cuya calidad podemos cuestionar.
Básicamente, con el término «neuro» buscan venderse como especialistas que conocen muy bien el funcionamiento del cerebro y que por lo tanto pueden lograr cambios significativos en las personas. Pero en realidad, del cerebro conocen poco más que la persona común. Con el término «cuántico», tan usado estos últimos años, profundizan ese supuesto halo de especialización que se dan y se muestran como conocedores de una ciencia que a le gente les parece extraña y enigmática. Pero basta con hacerle un pequeño examen sobre física cuántica a estos charlatanes, acércate con uno de ellos y pregúntale si:
- Te puede describir la paradoja del gato de Schrödinger.
- Puede explicarte el entrelazamiento cuántico.
- Es capaz de describirte la teoría de cuerdas.
Basta con que le pidas que te lo explique de una forma cotidiana, como lo explicaría algún curioso que se metió a Youtube a ver videos o leyó algún libro. Te vas a dar cuenta que la gran mayoría de ellos ni siquiera saben a qué te estás refiriendo.
Si ellos fueran «psicólogos o coaches cuánticos» no solo deberías obligarles a contestar esas preguntas. Tendrían que explicarte las fórmulas por medio de las cuales se han desarrollado esos conceptos. Peor aún para ellos, deberían decirte la relación que tiene esa ciencia con la mente y cómo es que a través de ella pueden lograr cambios significativos.
Naturalmente, se van a quedar en blanco. La realidad es que ellos no saben nada de neurología ni mucho menos de física cuántica. Utilizan términos que ellos mismos no entienden y hasta es posible que ni conozcan.
Sabemos que, a través de la historia, el lenguaje ha sido utilizado como estrategia de manipulación: lo que se dice, la forma en que se dice, el contexto en el que se dice. Esta no es más que otro de esos abusos lingüísticos con los cuales buscan manipular o engañar a los individuos para que tomen una decisión que les convenga a ellos. Lo peor del caso es que estos erróneos conceptos pueden transmitirse y multiplicarse. No es imposible ver neurocoaches (sobre todo aquellos primerizos) que ni siquiera son conscientes de que ese término está siendo usado de forma engañosa, que no buscan engañar a los demás, pero que cayeron en el engaño de otros y se encargan de transmitirlo.
Lo más triste es que estos cursos venden. Primero, porque mucha gente se deja impactar por lo primero que ve ya que no tiene el conocimiento suficiente para sospechar de ello y, segundo, porque en nuestra sociedad existe una urgencia de hacer cualquier cosa para encontrar la felicidad y el sentido a su vida cuando allá afuera existen psicoterapeutas, o incluso psiquiatría o medicación (para aquellos que confunden una depresión clínica con una falta de «echarle ganitas») que pueden ayudarles a mejorar su calidad de vida de forma mucho más eficiente.