Lo he repetido una y otra vez en este espacio y en mis redes: no solo se trata de ser oposición, se trata de saber ser oposición, y que dicha oposición esté supeditada al bien común (o al menos a lo que se cree que es).
Si algo ha caracterizado a este régimen lopezobradorista es a la ausencia de una buena oposición. Lo poco que hemos visto en estos 100 días ha venido de algunas plumas, de las tan vilipendiadas organizaciones civiles por parte de AMLO e incluso desde dentro del mismo gobierno (lograr que la Guardia Nacional tenga mando civil es un buen ejemplo). Pero allá afuera, en las calles, dentro de la sociedad, hemos visto muy poco, y dentro de ese poco lo que se ve en las calles es algo tan penoso que pareciera una autoparodia.
Y sí, me refiero a los Chalecos Amarillos.
Esta organización, que tiene células en varias ciudades pero que, a la vez, tiene muy pocos miembros (basta ver la cantidad de gente que acude a sus manifestaciones), se ha convertido en una burla en las redes sociales, incluso por parte de muchos opositores a López Obrador. Sus videos nos dejan ver que se trata de gente de derecha (y cuando me refiero a la derecha, me refiero a la derecha y no a los liberales o incluso socialdemócratas que los apologistas del gobierno actual buscan etiquetar como «derecha») que tiene más bien poca idea sobre la política, que no se informa bien y cuyas consignas parten desde la histeria, los lugares comunes y las suposiciones.
Para entender por qué este movimiento se ha convertido en una parodia tenemos que empezar por su nombre. Toman el nombre y el concepto del movimiento francés, supuestamente instigado por gente cercana a Marine Le Pen, que llevó a cabo destrozos en el centro de París para protestar en contra del presidente Emmanuel Macron y la alza en los precios de los combustibles entre otras cosas.
Pero en el caso de los Chalecos Amarillos en México, lo que hay no son destrozos ni auto quemados, sino señores y señoras con viseras y lentes oscuros para que no les pegue el sol y que dicen haberse inspirado en este movimiento a raíz de la crisis del desabasto de hace algunas semanas. También, a diferencia de la manifestación en Francia, no vemos multitudes, sino unas pocas personas reunidas en ciudades como Ciudad de México, Guadalajara, Monterrey y León con pancartas alertándonos de Andrés Manuel López Obrador.
Los organizadores han insistido en que son parte de ese «movimiento global» que se ha expandido por algunas partes de Europa, aunque los organizadores de ese movimiento ya se deslindaron de la «versión mexicana» y afirmaron que no tienen nada que ver con ellos, aunque nuestros connacionales siguen insistiendo que sí son parte de este movimiento global..
Este movimiento (el mexicano) que ha adoptado una postura conservadora de derechas, no tanto porque tenga una postura en sí, sino por la idiosincrasia de sus participantes, también ha aprovechado para manifestarse en contra de los migrantes en Tijuana. No parece tener una agenda y ha recibido el beneplácito de cuestionables figuras como el regiomontano Gilberto Lozano, empresario y activista.
Sus manifestaciones se han caracterizado por ser desoladoras, hecho que ha sido aprovechado por los lopezobradoristas para señalar que la oposición en el país es inexistente. Los chalecos amarillos han realizado muchas en distintas ciudades, pero en la mayoría de las ocasiones no han rebasado las decenas de personas que cargan con pancartas que dicen #AsíNoAMLO:
Para entender de qué va, basta ver los volantes que ellos mismos reparten en sus manifestaciones, en los cuales comparan a AMLO con Hitler, afirman que es un enfermo mental y que pactó con los «comunistas de Sao Paulo» la creación de la Guardia Nacional. En sus redes suelen circular mucha desinformación ya que pareciera que ni siquiera filtran la información ni tienen el más mínimo rigor a la hora de analizarla para que, con base en esta, puedan elaborar sus demandas y peticiones. Basta una fake news en un grupo de Whatsapp para que ésta termine ilustrada en una de las pancartas que llevan a la calle.
Evidentemente, un movimiento de este calibre no solo abona a crear oposición ante el régimen actual sino que lo termina fortaleciendo porque, además, solo terminan contribuyendo a la polarización que tanto le beneficia al lopezobradorismo.
En México falta una oposición, no solo partidista, sino civil. Pero está claro que Chalecos Amarillos no es ni de lejos la oposición que México necesita. México necesita una oposición madura que logre ser contrapeso, no una oposición desinformada e histérica que solo estorba en el camino de la construcción de esa oposición que, al día de hoy, se muestra muy ausente.
Nadie dice que no tengan derecho a manifestarse, pero también es parte de la libertad de expresión advertir de los grandes problemas que este movimiento tiene.