1 Cambio: El gobierno de López Obrador ha llegado al poder mediante una forma de gobernar que, en las formas (no sé si tanto en el fondo), rompe con lo que venían haciendo los gobiernos pasados, esos a los que AMLO llama neoliberales.
2 Símbolo: El gobierno de AMLO ha apostado a lo simbólico para mantener e incluso aumentar su popularidad, lo que se traduciría en mayor capital político para tomar decisiones y, eventualmente, más poder. Son cuestionables los beneficios que reciba el pueblo al vender el avión presidencial o al abrir Los Pinos al público, pero le ayuda a crear un mensaje, una narrativa, que ha convencido a la mayoría de la población de que un cambio sí está por venir.
3 Prisa: El gobierno de López Obrador no se está tomando el tiempo; por el contrario, tiene prisa. Quiere empezar a hacer los cambios desde ya, lo que nos lleva al siguiente punto.
4 Desorden: Ha sido la constante de su gobierno, el cual demostrado una evidente y preocupante cantidad de improvisación en su gestión, lo cual le ha llevado a tomar malas decisiones, a no sopesar buena forma aquello que se está decidiendo. Prueba de ellos son la gran cantidad de decisiones a las que han dado marcha atrás porque ni siquiera midieron su impacto.
5 Esperanza: La popularidad de López Obrador es muy alta, puede presumir ser uno de los presidentes más populares de la historia moderna de México después de sus primeros 100 días.
6 Austeridad: El gobierno de AMLO es uno muy austero. Parece estar preocupado por el manejo de las finanzas y la macroeconomía, Al parecer, no quiere endeudarse. Sin duda, tiene un equipo económico que «le sabe a esto».
7 ¿Izquierda? El gobierno de López Obrador ha tomado medidas impopulares que muy difícilmente podrían vincularse con un gobierno a la izquierda. El desprecio por el papel del Estado en la promoción de la ciencia y la tecnología, los recortes a la cultura y al arte, el asunto del FONCA,
8 Mansplaining: Si dudamos de etiquetar al gobierno de AMLO como de izquierdas, tampoco parece ser un gobierno que se preocupe por las mujeres, o al menos así lo ha demostrado con las polémicas decisiones de cerrar las estancias infantiles o amagar con hacer lo mismo con los refugios para las mujeres violentadas.
9 Control: El gobierno de AMLO busca concentrar mayor poder y control sobre los asuntos políticos del país. A este gobierno no le gusta la sociedad civil (a la cual califica de conservadora y fifí), tampoco le gustan mucho las instituciones autónomas. El gobierno actual guarda sospechas sobre aquello que no puede controlar.
10 Clientelismo: El gobierno de AMLO, a través de varios de sus programas, busca establecer una relación clientelar con sus beneficiarios: a través de tarjetas, beneficios, transferencias directas. Vaya, el gen del PRI está muy presente en esta administración que se asume como la Cuarta Transformación.
11 Improvisación: A este gobierno parece no importarle mucho la técnica, ni los estudios ni los análisis (posiblemente por su desprecio a la tecnocracia). Lo que importan son las «buenas intenciones», la retórica, el símbolo. Lo importante no es, por ejemplo, el costo y el impacto de la cancelación del NAICM, sino el mensaje.
12 Autoritarismo: Aunque su gobierno no se puede calificar como una dictadura ni mucho menos, vemos algunas señales algo preocupantes que van desde declaraciones despectivas a la Trump hasta amenazas por parte de algunos de los miembros de su gobierno.
13 Consultas: AMLO ha hecho de la consulta una herramienta para crear un ambiente de cercanía con el pueblo y también para diluir su responsabilidad sobre las decisiones tomadas por su gobierno. Cabe mencionar que no se consultan todas las decisiones, sino tan solo las que son más convenientes políticamente.
14 Moral: Más que el respeto al Estado laico que esperaríamos de un gobierno que se dice de izquierda, vemos a un gobierno que pretende propagar su particular visión de lo que la moral debería de ser, utilizando más de una vez símbolos religiosos cristianos.
15 ¿Oposición? La oposición ha brillado por su ausencia. Ésta tan solo se ha visto mediante algunas pocas plumas, organizaciones civiles o incluso políticos que son parte del gobierno que lograron dar marcha atrás a la intentona de poner un mando militar al frente de la Guardia Nacional. Más bien nos hemos topado con cosas que rayan en el ridículo como el pobre papel de los mismos políticos que fueron «corridos a patadas» en las urnas y organizaciones como Chalecos Amarillos.