Hoy en día, el teléfono fijo es algo así como la bandeja de spam del correo electrónico. Lo único que llega ahí son llamadas de bancos, de aseguradoras y de tu tía. Pero el rol que tenía el teléfono fijo en nuestras vidas hasta hace unos años era uno muy totalmente distinto y nos narraba una forma de vida muy distinta ya no de la de las redes sociales, sino de la de los teléfonos móviles.
Quienes hemos construido parte de nuestros círculos sociales en las redes nos preguntamos qué sería de ellos sin herramientas de comunicación instantánea. ¿Cómo podríamos organizar fiestas, eventos o incluso manifestaciones sociales? A pesar de que las redes no llevan mucho tiempo con nosotros, ya se nos olvidó cómo era nuestra vida antes de ello.
El teléfono fijo era la única forma de comunicación instantánea que teníamos y no contaba ni de lejos con la flexibilidad y disponibilidad que las herramientas de comunicación actuales tienen. Por ejemplo, ahora es muy fácil utilizar los servicios de mensajería para localizar a tu amigo, pero hasta hace unos años teníamos que buscarlo en una hora en la cual estuviera en su casa, lo más probable era que él no te contestara sino su mamá o su hermano (a quienes no querías incomodar a menos que te cayeran lo suficientemente mal), quienes muchas veces no te sabían decir una hora exacta de llegada y en muchas ocasiones no pasaban los recados.
La gran mayoría de las casas contaban con solo una línea, lo cual significaba que, además del hecho de tener que ver si ibas a contar con la suerte de localizar a esa persona, te topabas con la mala suerte de que alguien más estuviera usando el teléfono (lo cual a veces implicaba esperar más de media hora). Por un lado, eso implicaba tiempo de espera y llegaba a ser muy estresante cuando había alguna suerte de urgencia. Por otro lado, era muy posible que alguien más te presionara para que colgaras lo más pronto posible cuando alguien más quería hablar.
Así, si querías hacer una gran fiesta de cumpleaños no podías crear un grupo en tus redes o en los servicios de mensajería, más bien tenías que hablar uno por uno a las personas que querías invitar. Básicamente tenías que agarrar tu agenda telefónica y sentarte un buen rato con el aparato (a veces casi toda una tarde).
¿Y qué decir de la privacidad? Antes ni siquiera eran comunes los teléfonos inalámbricos. El teléfono estaba generalmente donde había mayor circulación de gente como la sala o la cocina. Así que, a menos que la casa estuviera completamente sola, era complicado hablar y no ser escuchado.
Y los teléfonos eran de disco. Tal vez se nos olvida pero marcar era casi un martirio y hacía que te aprendieras todos los números más recurrentes por la mala. Marcar un número te llevaba casi 30 segundos (y eso cuando no te sabías el número y no tenías que buscarlo en la agenda) mientras que buscar un contacto en el teléfono celular y marcarle te lleva poco más de 5 segundos. Además, si querías volver a marcar, tenías que girar el disco de nuevo (a diferencia del celular donde remarcar el número te lleva poco más de 2 segundos). Dicho esto, si marcabas a un amigo 3 veces para encontrarlo, gastabas un minuto y medio, mientras que en el celular, eso sumaría poco más de 10 minutos.
No pareciera tanto, pero si analizamos esas cifras acumuladas durante una semana, suponiendo que cada días hicieras 5 llamadas (lo cual me parece poco) en un teléfono de disco, gastarías 20 minutos de tu tiempo, mientras que con un teléfono celular solo gastarías 2.3 minutos. Si lo extrapolamos a un año, gastarías 17 horas en un teléfono de disco y tan solo 2 horas en el celular.
Los teléfonos celulares comenzaron a usarse hasta mediados de la última década del siglo XX. Entonces era un lujo de ricos o empresarios que cargaban con su «ladrillote» y pagaban precios muy elevados. No fue hasta los últimos años de esa década que el uso del teléfono celular, que ya incluía SMS, comenzó a popularizarse en nuestro país.
Ante los precios prohibitivos de los celulares (porque también era muy caro llamar de un teléfono fijo a un celular) aparecieron dispositivos como SkyTel a los que podías enviar un mensaje por medio de una llamada a una operadora. Era la novedad en ese entonces, pero en realidad era mucho más ineficiente que un SMS, ya que el dispositivo solo funcionaba para recibir mensajes, no para enviar. Además el número de caracteres era muy limitado, era como enviar un tweet (cuando Twitter solo permitía usar 140 caracteres), pero en lugar de teclearlo, tenías que pasárselo a la operadora y ella te avisaba si tu mensaje era muy extenso.
Si compararas un SkyTel con un teléfono inteligente, simplemente te morirías de la risa.
Pero esos no eran los únicos obstáculos de la telefonía de ese entonces. el costo era otro problema. Un ejemplo de ello eran las largas distancias:
Hasta poco antes del siglo XXI, cuando las llamadas de larga distancia se comenzaron a abaratar, hacer una llamada era un gran lujo. Y cuando me refiero a larga distancia no me refiero a hablar a Europa o a Asia, sino a otra ciudad del mismo país. Era normal que cuando alguien hablaba a otra ciudad (digamos México, Monterrey o Morelia) callara a todo mundo y dijera «estoy en una llamada de larga distancia, no me interrumpan». Cada minuto era caro y eso hacía incluso que las llamadas fueran apresuradas; hasta trabarte a la hora de hablar te podía costar varios pesos de más.
Y el problema del costo no solo residía en las largas distancias sino en las llamadas locales, al menos hasta que Telmex (que hasta hace poco ostentó el monopolio de la telefonía) decidió no cobrar por número de llamadas sino con una cuota fija. Si tus papás te veían hablando mucho por teléfono y el recibo del mes llegaba muy elevado ya sabían a quien echar la culpa, más aún cuando en el recibo comenzaron a mostrar el número de llamadas que se hicieron a cada teléfono.
Y este era el único medio de comunicación instantánea que existía.
Entre tantos avances tecnológicos se nos olvida. Se nos olvidó tan pronto porque con el advenimiento de Internet y las redes, las dinámicas sociales cambiaron de forma tan drástica que hasta nos podría parecer imposible e impensable vivir en un mundo donde el teléfono fijo fuera el único medio de comunicación directa que tuviéramos a nuestro alcance.