¿Qué es el neoliberalismo? Han pasado como 20 años desde que escuché ese neologismo y todavía no sé a ciencia cierta qué significa.
Hace algunos años lo llegué a usar (lo cual pueden ver en el historial de mi blog) pero terminé rehusándome a ello ya desde hace algunos años porque, con el tiempo, me di cuenta que este término terminaba siendo más bien uno muy ambiguo utilizado de forma peyorativa que buscaba hacer crítica de posturas o políticas económicas que no necesariamente terminan siendo muy parecidas entre sí.
Por la composición de esa palabreja podría asumir que se trata de una reedición del liberalismo, pero ¿qué liberalismo? ¿el liberalismo clásico que defiende una intervención mínima del Estado? ¿Adam Smith, John Locke? ¿Friedrich Hayek, Milton Friedman? En la práctica es muy raro encontrar naciones con Estados que gasten muy poco y todos los países desarrollados, en mayor o menor medida, tienen un Estado de bienestar.
Algunos definen al neoliberalismo como la teoría monetaria que sustituyó a la keynesiana a finales de los 70 y a la cual se le relaciona con Margaret Thatcher y Ronald Reagan. Otros dicen que tiene que ver con el Consenso de Washington. En realidad, nadie se termina por poner de acuerdo.
Hasta ahí podríamos darnos una idea por donde podría ir la definición de esa palabra que no podemos terminar de definir. Pareciera ser un término no muy preciso para referirse a la liberalización económica, la privatización de empresas estatales, y a los shocks económicos producto de la implementación de esas políticas.
Pero después la cosa se pone más confusa, porque luego nos podemos encontrar a quienes tildan de «neoliberales» a políticas que en realidad son keynesianas. Que si el gobierno va a construir obras por encima de una selva para fomentar el turismo o fortalecer el mercado interno (excepto cuando un gobierno de izquierda sea el que lo haga). Basta con que la iniciativa privada tenga participación en esas obras para tildarla de «política neoliberal».
López Obrador, por su parte, tiene una definición muy particular que no pocos le han comprado: según él el neoliberalismo es más bien el capitalismo de cuates, al contubernio entre el servicio público y la iniciativa privada. No sabemos si seguirá llamando neoliberalismo a un régimen de mercado donde el Estado esté separado de la iniciativa privada (como en algún momento incluso llegó a proponer), porque si apelamos a las primeras definiciones que expliqué, entonces eso sería mucho más neoliberal que lo que él refiere actualmente como neoliberal. Su definición, a su vez, rompe de forma contundente con las definiciones anteriores que relacionaban al «neoliberalismo» con un Estado mínimo, ya que para que haya un capitalismo de cuates, se necesita un Estado lo suficientemente obeso y poderoso.
Pero luego se pone peor, la CNTE y el EZLN, a su vez, definen a López Obrador como un «neoliberal». Para la extrema izquierda, cualquier política que tenga relación alguna con el mercado es «neoliberal». No sé ustedes, pero a estas alturas tenemos un concepto tan vago que casi puede llegar a ser cualquier cosa. El neoliberalismo se convierte en un término meramente ideológico que busca servir a una postura ideológica (para atacar a otra u otras) más que una definición precisa de una doctrina económica.
Este debería ser un dilema que los socialistas que escriben sobre el consumismo y la alienación producto del neoliberalismo en un iPhone XS dentro de un Starbucks tendrían que resolver. Pero dado que se trata de un arma ideológica más que otra cosa, ellos seguirán siempre muy cómodos con el término.
Mientras tanto, me negaré a utilizar esa palabra tan ambigua que se usa más bien de forma peyorativa para señalar políticas o posturas que son disimiles entre sí. Cuando critique a aquello que algunos cataloguen como «neoliberalismo» apelaré, por honestidad intelectual, a su definición correcta: ya sea el liberalismo, el libertarismo o cualquier política de corte capitalista.