El presidente catequista

Ene 14, 2019

El gobierno de López Obrador ha comenzado a distribuir la Cartilla Moral de Alfonso Reyes, obra que marcó moral y espiritualmente al propio presidente, pero ¿cuál es el problema?

El presidente catequista

Ayer le dí una buena leída a la Cartilla Moral de Alfonso Reyes que está distribuyendo el gobierno de López Obrador.

Esta cartilla ya se puede consultar en línea y será, en un inicio, entregado a los adultos mayores que recibirán su pensión.

¿Qué me pareció? En general me agradó, esta pequeña obra puede leerse en una sola sentada y tiene un componente muy cristiano y humanista. Evidentemente, debe leerse tomando en cuenta que fue escrito hace muchas décadas ya que una que otra vez el lector se topará con algunos párrafos que en estos tiempos generarían escozor:

Hasta aquí no hay ningún problema. Es una simple cartilla moral que, aunque no apela a ninguna religión, sí tiene una connotación profundamente cristiana y es que por eso, al terminarlo de leer, muchas personas lo comparen con el catecismo. Evidentemente, como cartilla moral que es, tiene una connotación conservadora, y aún más si no se advierte que fue escrita ya hace tiempo.

Pero como lo he venido diciendo, la moral es un asunto privado. La moral es algo que concierne a las familias, a las Iglesias, no es algo que concierne al gobierno. El gobierno debe hacer leyes y hacerlas valer, no dar cátedras de moral.

Esto es algo a lo que ni el PAN, tan conservador y confesional en sus vertientes más derechistas, se atrevió a hacer. A Fox se le criticó por ir a la Basílica de Guadalupe, a su partido se le criticó por quitar las imágenes de Benito Juárez dentro de las oficinas de gobierno, pero nunca promovieron ninguna moral a la ciudadanía. El gobierno de AMLO sí lo está haciendo:

Es paradójico que un gobierno que se dice de izquierda lo haga. La cartilla moral naturalmente, por el mero hecho de promover un orden moral, tiene una inclinación conservadora. Se supondría de un gobierno de izquierda que más bien hiciera lo contrario, que pusiera la moral vigente en tela de juicio, que la deconstruyera bajo el argumento de que parte de dicha moral restringe la libertad del individuo: como por ejemplo, el hecho de que bajo los cánones del orden moral, la mujer no tuviera la misma relevancia que el hombre en la sociedad, o que la obediencia a la autoridad no debiera ser incuestionable.

Pero López Obrador es, en muchos sentidos, una persona conservadora. Él cree sinceramente que distribuir esta cartilla moral ayudará a que los ciudadanos se fortalezcan en sus valores y eso se traduzca en menores índices de delincuencia y corrupción.

Lo más preocupante es la visión sumamente personalista que tiene esta política. López Obrador no solo quiere promover una moral, sino la moral tal como él la entiende y la concibe. Es decir, su intención es que los ciudadanos, adopten, de una u otra forma, su cosmovisión a través de una obra que lo marcó intelectual y espiritualmente como lo es la Cartilla Moral de Alfonso Reyes. Para reducir los problemas que aquejan al país, los ciudadanos tendrían que pensar un poquito más como yo.

Esta intención de López Obrador es, por un lado, una afrenta contra la libertad religiosa y, al mismo tiempo, tampoco ayuda a fortalecer de ninguna manera al Estado Laico, donde el Estado y la Iglesia deben de ser entidades separadas. Si bien no está promoviendo explícitamente a una Iglesia, a través de ese ideario se le está dando preferencia a una visión de la moral que parte de la filosofía cristiana sobre las demás.

El gobierno debe generar las condiciones para que la gente pueda construir su proyecto de vida, no es su papel decirles como hacerlo.