Y el discurso de muchos no era uno de apertura, fraternidad o tolerancia, era uno de un nacionalismo ramplón.
Amigos, dejemos al lado las formas y lo políticamente correcto, dejemos de ser hipócritas y de aparentar algo que, como sociedad, no somos. Nuestra sociedad es, en general, una que comparte muchos de los prejuicios de los que acusa a muchos que conforman eso que llamamos «el vecino del norte».
Al menos ellos son honestos y no pretenden ser algo que no son. Al menos ellos no esconden sus prejuicios bajo una capa moralina y correcta.
No, no somos todos, pero sí son varios, los suficientes como para no tener el permiso de decir que se trata de una excepción a la norma. Los suficientes como para poder dejar pasarlo de largo.
Tristeza fue la que me dio al ver a muchas personas adoptar un discurso muy parecido al de Donald Trump a raíz de lo ocurrido con la caravana migrante. Es cierto, no es un tema en el que se pueda opinar a la ligera, es cierto que intentaron entrar al país de forma abrupta y que deben respetar las normas y leyes del país al que van a ingresar, es cierto que al entrar de forma desordenada corren mayores riesgos de ser víctima de la violencia del narco o la trata de personas, es cierto que ellos se encuentran desesperados por buscar una mejor vida, es cierto que existe una crisis humanitaria de la cual ellos están huyendo. Es válido tener diferencias al respecto, pero por favor, otra cosa son esas declaraciones de muchos que iban desde «a ver, si tan consciente eres adopta uno en tu casa» al «hay que construir un muro para que no pasen».
Tristeza fue la que me dio porque entonces para muchos el problema con Trump era mero nacionalismo, era subirse al mame: ¡No nos chingues pero nosotros sí podemos chingar! El problema para esos muchos era un tema de egos, de ¡no te metas con México! Era algo más parecido a un partido de futbol entre México y Estados Unidos y no producto de de alguna genuina preocupación con motivos humanistas.
Tristeza fue la que me dio al ver que muchos de nuestros connacionales buscan conmiseración cuando nuestro país está en posición de víctima, ¡que todos conozcan a Trump el abusador! ¡Que las organizaciones supranacionales intervengan! ¡Que ojalá «le hagan impeachment» y lo saquen a patadas! Pero cuando nosotros estamos en una posición de privilegio donde las víctimas son los otros entonces podemos ser igual o más crueles que los propios gringos.
No es un caso aislado, muchos de los mexicanos suelen ser crueles con los migrantes y suelen ver de forma despectiva a las personas de Centroamérica como si fueran inferiores a nosotros. No es raro ver que alguien coloque alguna manta donde soliciten que los migrantes no se queden en su colonia y algunos ejercen presión para que no se construya un albergue de migrantes por su colonia porque la pueden ensuciar y volver más insegura. Todo esto a pesar de que los migrantes que están de paso en nuestro país suelen ser pacíficos. Vaya, por algún tiempo abundaron por mi colonia porque ésta se encuentra cerca de las vías del tren, estaban ahí dormidos en la pista donde salgo a correr y nunca causaron ningún problema, absolutamente ninguno. Por el contrario, eran gente respetuosa que incluso eran respetuosos con el lugar donde se encontraban.
Muchos de los otrora anti Trump ahora nos alertan porque los hondureños van a llegar a quitarnos nuestros trabajos, que son de la Mara Salvatrucha, que son criminales, asesinos ¿dónde escuchamos eso?
Hipocresía pura y dura.
Quitémonos esa pretensión de ser moralmente superiores por el simple hecho de ser generalmente las víctimas y no los victimarios. Porque cuando nos toca ser victimarios somos muy crueles.
Nosotros tenemos más moral que los gringos para hablar de migración. Nosotros la tenemos doble.