Con la llegada de Netflix pensé que habría una oportunidad para salir de la caja y romper paradigmas en cuanto a producciones mexicanas de contenidos se refiere. Pensé que sería una buena herramienta para emanciparnos de las frivolidades de Televisa y para que los productores tuvieran más libertad creativa. Si en esa plataforma hay buenas series de países como Estados Unidos o España ¿por qué no ocurriría lo mismo con México?
La realidad es que, a diferencia de lo que pensé, parece que los ejecutivos de Netflix quisieron irse a la segura con nuestro país y tan solo emular los contenidos que ya se producían en lo más mainstream del cine y la televisión mexicana porque ello les aseguraría el retorno de la inversión. Parece que quisieron sujetarse a lo que los estudios de mercado les decía, lo cual no siempre es una buena idea porque la creación de contenidos con base en «la opinión de la gente» terminan estandarizándose irremediablemente, algo como lo que pasa en la música pop donde la música suena cada vez más parecida entre sí.
Tenemos series como Club de Cuervos que si bien no es mala sí, en muchos sentidos parece un refrito de Nosotros los Nobles. La serie de Luis Miguel fue un hitazo por el personaje y por puntadas como el personaje de Luisito Rey, pero el formato no se logra emancipar del todo de la telenovela mexicana; lo mismo ocurre con La Casa de las Flores. Ingobernable es terrible, ni que decir de las narcoseries. Se entiende que dentro del catálogo de series presenten algunas con estos formatos, pero habría esperado que hubiera alguna más arriesgada, que rompiera el molde.
En cambio nos han entregado una serie infame como Made in México. Un reality show que puede resultar chocante porque consiste en la vida de un sector de la élite mexicana que está dispuesta y entusiasmada de salir a cuadro para hacer show off y mostrarnos su ostentosa y exclusiva vida. Es decir, no representa siquiera a toda la élite (ni siquiera están en la cima de la pirámide de dicha élite) sino a los que más están motivados a presumir su condición de élite, unos «riquillos aspiracionales de Polanco».
El modelo de negocio de la serie es claro, hay que causar polémica para generar morbo y así hacer que la gente venga a ver la serie. Pero en ese modelo de negocio se expone como una generalidad a un pequeño sector de nuestro país que vive en una burbuja social, que pocas veces o si es que ninguna estarán dispuestos a poner un pie fuera del corredor Santa Fe – Polanco – Las Lomas. La serie Made in México muestra allá afuera de México una versión de nuestro país que si bien no es irreal dado que las personas que participan en él son reales, está lejos de representar la realidad de éste. Vaya, ni siquiera representan a las élites en su totalidad, sino más bien a su peor parte.
Es chocante el uso abusivo y extenuante de anglicismos en las conversaciones de los personajes, al grado que empiezan a denotar como cierto desprecio hacia lo latino o lo mexicano, como si fuéramos un país de segunda. Es evidente que, a pesar de ser parte de las élites mexicanas, tienen un profundo desconocimiento de lo que ocurre fuera de su burbuja. Sería injusto hacer juicios de valor sobre las personas que aparecen en la serie porque son personas que crecieron en dicho entorno y que es producto de las rígidas estructuras sociales de nuestro país. Podemos ver, sí, que con sus evidentes limitaciones producto de su entorno donde no conocen ese México que no es parte de su círculo, pueden ser capaces de solidarizarse como ocurrió con el terremoto, pero también podemos ver que lo que transmiten es la idea de que las élites en nuestro país son bastante mediocres. No es que sean buenas o malas personas, el problema son las estructuras sociales de nuestro país que genera el surgimiento de una élite tan alienada de su entorno.
Como había comentado en este espacio hace ya tiempo, las élites son una condición natural de nuestra especie (incluso se manifiestan en los países comunistas) y no son algo indeseable. Siempre habrá una élite económica, cultural, intelectual y política porque, apelando al Principio de Pareto, unos pocos siempre destacan sobre unos muchos. El problema es la calidad de las élites y la realidad es que las nuestras son bastante mediocres producto, en parte, de privilegios ganados no tanto por su gran desempeño en su ámbito sino por la ausencia de instituciones sólidas y la corrupción e incluso la división de castas. La serie muestra no solo a esa élite que navega en la medianía y la mediocridad, sino lo más extravagante y exhibicionista de ella.
Espero que en Netflix dejen de tomar una postura conservadora y especializada en reciclar lo que ya existe para ir a lo seguro. No estoy diciendo que hagan cine de arte o de nicho, dentro de lo mainstream se pueden hacer cosas mucho mejores que las que nos han enseñado en nuestro país. Es cierto, es su negocio y tienen derecho a manejarlo como sea, pero cuando se trata de cine y entretenimiento, a la gente le gusta que la saquen de la caja, que le propongan algo nuevo, y eso es algo que no puedes medir con estudios de opinión. Ya lo han hecho en otros lares ¿por qué no lo hacen en nuestro país?