Hasta el año 2012, Televisa se había convertido en una suerte de «promotor comercial» de Enrique Peña Nieto, lo cual seguramente era producto de un acuerdo económico entre la campaña del ahora presidente y la televisora. Bastaba ver las noticias para ver la promoción que el candidato recibía: el candidato de Televisa, lo llamaban en ese entonces, y aunque yo argumento que no fue tanto una imposición de Televisa sino que el PRI se hizo de «los servicios» de la televisora para darle promoción al candidato, el mote tenía algo de cierto. Esa parcialidad de la televisora no gustó a muchos e incluso prendió la chispa para el surgimiento del movimiento #YoSoy132.
Posteriormente, los números de Televisa se empezaron a ir abajo. La convergencia tecnológica explica mucho de lo que ha ocurrido, pero el desgaste de la imagen de la televisora por dicha parcialidad también jugó su papel. La televisora no ha logrado recuperar los números que en ese entonces presumía y posiblemente no los vuelva a recuperar.
El papel que juega Televisa en estas elecciones es diametralmente diferente. Tal vez, a raíz del desprestigio sufrido en el último sexenio, esté buscando recuperar algo de credibilidad; pero lo cierto es que la programación de Televisa con respecto a estas elecciones es destacable, plural y debe reconocerse.
¿Qué es lo que están haciendo bien? Primero, que no se ve alguna tendencia favorable hacia candidato alguno (a diferencia de programas de las elecciones pasadas como Tercer Grado donde los candidatos no recibían el mismo trato). Segundo, las mesas de debate que han organizado y a las cuales asisten los representantes o coordinadores de campaña de todos los candidatos. Tercero, las barras de opinión como La Hora de Opinar donde invitan a personajes de todas las posturas políticas como el propio Gerardo Esquivel, quien es asesor económico de López Obrador.
Ciertamente que algunas de las mesas de debate dejan algo que desear, pero no es culpa del formato sino de los propios estrategas de campaña que mantienen un nivel discursivo que en muchos casos raya en lo infantil. De hecho, los formatos me parecen buenos, tanto el del programa de la mañana de Loret de Mola como el del programa «Si Me Dicen No Vengo» de Joaquín López-Dóriga.
La Hora de Opinar que conduce Leo Zuckermann también me parece un buen ejercicio. Es cierto que el formato principal donde participan Jorge Castañeda o Aguilar Camín tiene una tendencia liberal (que tiene poco que ver con la izquierda nacionalista de López Obrador) pero aún así no se percibe un sesgo hacia el régimen (vaya que han sido críticos con el sexenio de Peña) o algún candidato en específico. Los otros formatos que incluyen invitados son todavía más interesantes ya que incluyen actores de todas las corrientes políticas. Todos tienen voz.
¿Qué fue lo que pasó para que Televisa mostrara una cara más plural? Intuyo que tiene que ver más con una estrategia de supervivencia, además de los cambios directivos que ha habido en estos últimos años. La presencia de Denisse Maerker en el noticiero principal fue un paso en este sentido, en reconocer que su postura excesivamente parcial y sesgada le había hecho mucho daño a la marca. Y si bien el noticiero puede tener algunas cosas criticables, la mera presencia de Denisse (quien a mi parecer es una buena conductora, al punto que era casi la única que contrastaba en ese bodrio llamado Tercer Grado) ha aminorado, cuando menos, esa faceta de Televisa como televisora oficialista.
Televisa nunca va a volver a ser lo que fue antes, los cambios generacionales y tecnológicos la han condenado a convertirse en un actor menos importante del escenario político y de la comunicación en el país. Tal vez eso era lo que necesitaba, que no detentara tanto poder y que se quedara orillada a crear mejores contenidos.