Los candidatos y los banqueros

Mar 12, 2018

Los candidatos a la presidencia se presentaron ante los banqueros en Acapulco. Ante ellos, presentaron su visión de país: dos representando un cambio y el otro el continuismo.

Los candidatos y los banqueros

La semana pasada, en esta etapa de intercampañas (que la verdad sea dicha, ya es parte de la campaña), los candidatos fueron a «desfilar» ante los banqueros. Ahí presntaron su visión de país y sus propuestas (en la medida de lo posible). El ejercicio resulta muy interesante para quienes estamos interesados en este proceso dado que fue un ejercicio interesante para poder contrastar a los tres candidatos principales. Todos ellos se presentaron, uno a uno, en las mismas condiciones, en el mismo escenario, ante las mismas personas, y esto fue lo que ocurrió:

Primero, me atrevería a categorizar a los candidatos, de acuerdo a su ponencia de la siguiente forma: Ricardo Anaya representó al futuro, José Antonio Meade al presente y López Obrador al pasado. Me explico.

Si me preguntaran quien fue el que dio el mejor discurso, diría, sin pensarlo dos veces, que el mejor fue Ricardo Anaya. Aquí, en estos escenarios (y en los debates) es donde el panista puede lucir más. Hizo del escenario un TED Talk, en el cual más que hablar de propuestas habló de su visión de país. Anaya habló de anticiparse al futuro ya que el mundo es muy cambiante, e incluso presentó un video en el cual él fue a la famosa tienda de autoservicio sin cajeros de Amazon. Intentó, creo con éxito, contrastar con el candidato de MORENA insistiendo en que él representa una visión de futuro y no una del pasado. Si bien no hizo muchas propuestas concretas y creo que no terminó de sonar convincente a la hora de defender su propuesta de Renta Básica Universal (UBI), Anaya parece estar armando un discurso que podría tener un impacto positivo dentro de los millennials, quienes serán clave en esta elección. Así, el candidato busca posicionarse como el «cambio» ante el régimen de corrupción actual, pero uno que apunte al futuro. Incluso al final habló de las demandas de corrupción en su contra por medio de una postura de «víctima del sistema» que, a mi parecer, no termina de aclarar mucho pero que puede funcionar como estrategia mediática. 

José Antonio Meade fue el más aplaudido por los banqueros. Naturalmente, aquí se encuentra en terreno familiar (no como su discurso en el estadio de las Chivas donde resultó abucheado) ya que él ha tenido una relación estrecha con los banqueros, relación necesaria dados los puestos que ha ocupado en el servicio público. Meade se enfocó en el presente, en las necesidades del México actual, representando el continuismo del gobierno de Peña Nieto. Evidentemente su discurso entusiasma mucho más a los banqueros que a los demás. Su discurso pareció muy técnico, algo soso y redundante. Habló del combate a la corrupción y el fortalecimiento de las instituciones como candidato de un partido que representa lo opuesto. Pareciera que Meade se dirigió exclusivamente a los propios banqueros y olvidó que este discurso podría llegar a más gente (cosa que Anaya sí explotó). En este sentido, Meade desaprovechó una oportunidad, siendo que sería tratado como «en casa» y nos mostró más de lo mismo. Eso es muy malo para un candidato estancado en el tercer lugar. 

El que tuvo el peor desempeño, a mi parecer, fue López Obrador. Empezó de forma acertada al establecer una relación amistosa y de diálogo con los banqueros: no sólo al afirmar que será para él un gusto trabajar con ellos, sino al garantizarles, de una u otra forma, que a grandes rasgos sus intereses no serán trastocados, que tendrá una relación cordial y productiva con la iniciativa privada. AMLO acertó en este sentido para reducir el temor que se tiene sobre su persona. El problema fue todo lo demás, que insiste en cancelar el nuevo aeropuerto, que asegura que no viajará en avión privado, que insiste en construir refinerías en un mundo cuyo futuro dependerá cada vez menos de la gasolina, que su propuesta anticorrupción es algo preocupante ya que para él basta que el presidente sea honesto para que todos los demás sean honestos e incluso piensa concentrar todos esos esfuerzos en el presidente y no en un fiscal independiente. 

Entiendo que López Obrador tenga más años que los otros candidatos, pero, a diferencia de estos, que intentaron dominar el escenario (Anaya inclusive se ayudó de diapositivas y contenido multimedia), Obrador se quedó todo el tiempo refugiado en el atril, con un lenguaje corporal bastante pobre, un discurso lento y cuya monotonía solo rompió de forma muy esporádica al hacer algún chistorete que provocó la risa de los banqueros. Preocupa que Leonardo Curzio haya tenido que tratar a AMLO casi como alumno de secundaria para que explicara bien sus propuestas. Su cierre no fue bueno, sobre todo por el escenario en el que se encontraba, al afirmar que él no va a amarrar al tigre en caso de un fraude electoral.

Este ejercicio debería ser tomado en cuenta por los cuartos de guerra de los candidatos, ya que al final el impacto que tienen este tipo de presentaciones es muy limitado dentro de las preferencias, pero de donde se pueden sacar muy buenas conclusiones y análisis de cara a los debates y a las ponencias que ya sean parte de la campaña oficial y que tendrán una mayor exposición (varios expertos analizaron este ejercicio). También me pareció muy buena iniciativa ya que, aunque la exposición sea muy limitada, es un buen ejercicio para conocer a fondo a los candidatos que estarán en la boleta. 

Es claro que estos son los escenarios favorables a Anaya dada su elocuencia que se convierte en una ventaja natural, en tanto que los mítines y, tal vez, las redes sociales serán más favorables a Andrés Manuel.