A López Obrador le dijeron que tenía que recorrerse al centro para ganar voto útil, pero no se si entendió mal el mensaje porque más que hacer eso parece que está adoptando los vicios de la clase política tradicional, esa que llama la mafia en el poder, para poder llegar a como dé lugar a Los Pinos. Vicios que sus seguidores criticaban en los otros pero que ahora callan cuando se trata de su líder.
Me explico. En estos últimos días hemos visto nombramientos y postulaciones de actores, futbolistas de la peor calaña (Cuauhtémoc Blanco), ex priistas, ex panistas que ya fueron “perdonados”. Coincide que hasta hace muy poco estos personajes se expresaban pésimamente de López Obrador. Lilly Téllez incluso se ruborizaba ante la presencia de Peña Nieto, pero ahora, súbitamente, habla de AMLO como si fuera la única esperanza de cambio.
Gaby Cuevas, ahora ex panista, se había unido al intento de desafuero contra López Obrador cuando él era jefa de gobierno; algunos seguidores del tabasqueño la llamaban “delegata”. Ahora, al no haber encontrado hueso en el PAN, decide moverse a MORENA. De un día para otro se volvió porrista de AMLO.
Ya se te olvidó @GabyCuevas ya se le quitó lo mentiroso a AMLO? Ya se te olvidó @lopezobrador_ ?? #Elecciones2018 pic.twitter.com/44InhcHp9c
— Avi S. Borges (@avieu) 21 de enero de 2018
AMLO se da el lujo de ser pragmático, y en parte porque sus seguidores no le van a reprochar nada. No importa si antes criticaban a las televisoras con vehemencia y ahora su líder tiene de aliada a TV Azteca. No importa que muchos de los suyos tengan una aversión al libre mercado mientras él incluye a Alfonso Romo en su equipo o tiene como cercano a Carlos Slim. No importa que se haya aliado con el PES. No importa la presencia de Bartlett, el arquitecto del fraude de 1988.
Siendo realistas, no parece haber algo que indique que AMLO vaya a ser muy diferente del común denominador del político mexicano. Ante la desesperación por la situación política muchos se aferran a la figura del candidato de Macuspana esperando ver una suerte de cambio y también se aferran al discurso maniqueo de su líder porque, gracias a éste, ellos creen sentirse representados por alguien que, dicen, irrumpirá dentro de la arena política para construir un México más justo.
A pesar de las evidencias de que Rusia ha intentado intervenir en cualquier elección en Occidente, sus seguidores y AMLO mismo se burlan de la posibilidad de que el régimen de Putin lo haga en favor de AMLO. Si bien es cierto que los opositores han sacado de contexto esta posibilidad con propósitos electorales (casi como si Putin fuera el poder detrás de AMLO), los suyos se han dado a la tarea de linchar a quienes simplemente advierten de esta posibilidad y le piden a AMLO que tenga cuidado, tal y como ha ocurrido con León Krauze, quien ha recibido en Twitter varios ataques con un aroma antisemita, incluido John Ackerman, quien es columnista en RT Noticias (el brazo propagandístico del régimen de Putin).
López Obrador es el favorito en estas elecciones porque se ha convertido en el único recurso del cual agarrarse para soñar con un cambio. Aunque, de forma paradójica, sea quien más representa ese rancio paradigma paternalista donde el individuo espera que su líder le resuelva todos sus problemas. Por eso AMLO se ha vuelto inmune a la crítica, porque para muchos es difícil aceptar que él es parte de la decadencia política que vive nuestro país, aceptarlo es destruir cualquier forma de esperanza de «cambio verdadero, prefieren el engaño a terminar de aceptar que los ciudadanos hemos sido dejados a la deriva y que nosotros deberíamos comenzar a construir ese cambio». El Peje se ha vuelto una suerte de Homero Simpson boxeador, a quien golpearán una y otra vez hasta el cansancio para que el, con un solo empujón, termine saliendo victorioso.
Y sus seguidores no lo van a cuestionar. Les será más fácil retorcer la realidad, dirán que cualquier crítica (este artículo incluido) contra AMLO es parte de una agenda política macabra. Incluso podrán sugerir que somos priistas (lo cual es casi ofensivo) o que somos seguidores del infame Ricardo Alemán. Y aunque yo no creo que AMLO vaya a convertir a México en Venezuela como algunos siguieren, si creo que es heredero de las más rancias formas de hacer política del PRI, al igual que su visión económica obsoleta.
Y mi intención no es convencerlos de no votar por AMLO. Ante las pésimas ofertas que hay comprendo que para muchos esa opción sea razonable (incluso si se le ve en su justa medida) y lo respeto. Lo que sugiero es que lo bajen de ese pedestal en el cual no merece estar.