Les quiero compartir una reflexión esta navidad:
El fin de semana pasado tuve la oportunidad de ir con mi organización civil #MéxicoTeCalifica a entregar cenas a familias que viven en pobreza extrema. Vi esas imágenes que vemos a cada rato en los medios o desde la ventana del auto, pero estar ahí y vivirlo es otra cosa, ver la forma en que viven, platicar con ellos, es una experiencia muy diferente: familias que de verdad no tienen nada, casas de cartón y lámina que con una lluvia o una inundación pueden desaparecer. Aún así, son capaces de sonreír. Cuando llegaron las cenas y las pelotas niñas, niños, mujeres y hombres dibujaban una sonrisa en el rostro.
Yo me pregunto cómo es que como especie humana esto nos es tan indiferente, lo tenemos en nuestras narices y lo ignoramos. Muchos «hacedores de políticas públicas» solo los conocen a través de los números pero ignoran por completo su realidad. Otros dicen que «son pobres porque quieren». Nosotros, los privilegiados, sufrimos y nos compadecemos nosotros mismos por los ajetreos de nuestra vida cuando otros, aquellos que sufren de verdad, son capaces de sonreír (a veces hasta las lágrimas) porque van a tener una deliciosa cena de navidad. Eso fue una gran lección.
¿Cómo es que políticos y gente con riquezas mal habidas roban para tener lujos innecesarios mientras estas familias apenas tienen algo en que sostenerse? Pero a pesar de la diametral diferencia, no estoy seguro que los primeros pasen una navidad más feliz que los segundos; en especial a quienes les llevamos (gracias a la solidaridad de mucho) un delicioso pavo, un pay y refrescos para que pasen una gran navidad. Su capacidad de asombro rebasa por mucho de el de aquellos infames que tanto dinero roban y a tantas personas traicionan para llegar a sentir algo que no queda ni remotamente cerca de lo que un niño siente cuando recibe una pelota y una cena.
Cuando fui hace unos meses a la Cámara de Diputados donde se concentra gran parte del poder político, me di cuenta que ahí todos esperan que le hables de usted al don porque es señor importante. Esperan que todos los días, al llegar a la oficina, los saludes a todos y de usted. Tu lenguaje tiene que ser muy pulcro si no quieres recibir una mirada de desprecio. Acá no: las familias, a pesar de su dolorosa pobreza, son cálidas, te estrechan la mano para darte las gracias y los niños te desean feliz navidad.
Porque ellos no tendrán poder político, pero tienen el poder de sacarte una sonrisa.
Porque a pesar de que son víctimas de la injusticia, pueden reír más que los victimarios.
Feliz navidad.