La muerte de Mara Castilla es algo que nos consternó a quienes nos enteramos de lo ocurrido.
La joven, estudiante de Ciencias Políticas, pidió un Cabify a través de su smartphone y nunca volvió a aparecer. Después supimos que había muerto y que el principal responsable había sido el conductor de Cabify, uno de esos servicios que nos prometían, hasta hace poco, mayor seguridad que los taxis convencionales.
Muchas amigas mías, cuando toman un taxi, procuran irse en el asiento trasero, mientras que para nosotros los hombres irnos en el asiento delantero no representa ningún problema. Hay quienes no entienden por qué esto sucede.
Lo que ocurre es que la mujer suele sentirse vulnerable ante un hombre de quien no tiene referencia. Para entenderla mejor podría decir que un hombre para una mujer es algo así como un negro fornido de dos metros para nosotros. Uno de los grandes miedos de la mujer es que ella sea violada o abusada sexualmente (y dicho miedo tiene bastante justificación ante los constantes abusos), no sólo por la violación en sí, sino porque en algunos lugares todavía existe la creencia de que una mujer violada es algo así como una mujer sucia, una mujer que «ha perdido algo». En ciertos círculos sociales, la mujer que fue violada tiene que cargar, además, con un estigma.
Dicho esto, una violación es el acabose para la mujer. Pero lo que ocurrió con Mara Castilla es peor, porque ella perdió la vida.
Me pregunto, frustrado, cómo en pleno siglo XXI, cuando se supone que presumimos tantos avances en materia de derechos humanos y de capacidad para vivir de forma civilizada, existan personas que sean capaces de matar al prójimo a cambio de varios minutos de estímulo genital.
Los primeros señalados son el propio Cabify (y de paso Uber) por no ser estrictos a la hora de seleccionar a su personal. Evidentemente, Cabify tiene responsabilidad en lo sucedido, empresa que parece no quiso asumir cuando envió un comunicado que más bien parece sacado de un machote donde lamenta el «fallecimiento» de Mara Castilla (el cual fue un cobarde asesinato y violación perpetrado por uno de sus empleados).
Tienen razón los colectivos feministas cuando critican a Cabify por relativizar el asesinato de Mara Fernanda Castilla. No se puede hablar de un simple fallecimiento, sino de un asesinato que ocurrió, entre muchas otras cosas, por su poco profesionalismo a la hora de hacer la selección de personal. Quienes usamos servicios privados como Uber y Cabify nos hemos dado cuenta cómo estas empresas son cada vez más laxas al contratar a los choferes.
Pero si nos quedamos en la crítica a estas empresas no llegaremos al fondo del asunto. ¿Por qué pasan estas cosas? ¿Qué estamos haciendo para que personas que debieran ser hombres de bien se convierten en violadores que impunemente abusan sexualmente de otras personas? ¿Qué es lo que pasa en el tejido social de las comunidades de nuestro país para que esto ocurra? Porque este no es un caso aislado, como este caso hay varios de los cuales no nos enteramos. Las feministas dirán que la raíz de todos los males es el machismo, y en parte tienen razón: ciertamente este es un acto machista, porque el hombre somete a la mujer para obtener un deseo sexual. Pero podemos profundizar todavía un poco más, yo me atrevería a hablar de la impunidad.
El asesino se atrevió a abusar de Mara Castilla porque, como casi todos los criminales saben, las posibilidades de que sea castigado por su fechoría son bajas. Parece que el chofer pagará por sus actos. Pero si esto ocurre es porque, primero, no planeó muy bien el crimen (al ser conductor de una unidad, es muy fácil rastrearlo), y segundo, por la presión de la familia, de la sociedad y de la gente en las redes sociales.
Como suele ocurrir, algunas personas empezaron a sugerir que Mara fue violada y asesinada por su culpa. Las frases: «es que ella iba vestida así o ella se lo buscó» volvieron a aparecer.
Si me matan es porque me gustaba salir de noche y tomar mucha cerveza – Mara Castilla.
Las violaciones y los ataques a las mujeres son síntoma de que muchas cosas no están funcionando bien dentro de la sociedad. Tiene que ver no sólo con la cultura, sino con las instituciones débiles, con la impunidad, con la educación en casa.
Se entiende completamente por qué las mujeres se la tienen que pensar dos veces a la hora de pedir un taxi o un servicio privado. Como sociedad hemos hecho más bien poco para que eso cambie. Allá afuera hay muchos hombres trastornados que son capaces de violar y matar, y lo peor es que pueden hacerlo con completa impunidad.
QEPD Mara Fernanda Castilla.