En medio de un país paralizado ante los contundentes casos de corrupción evidenciados, los ciudadanos estamos ante la siguiente encrucijada:
Digamos que los ciudadanos tendremos que elegir en el 2018 a nuestro presidente dentro de una terna que podemos considerar pobre cuando menos, porque al parecer, ninguna de las opciones puede representar cabalmente a la mayoría. Dichas opciones, tomando en cuenta que sólo MORENA ya ha elegido candidato, son las siguientes.
1.- El PRI: El partido que ha sumido a México en la corrupción y en una severa crisis institucional. El que ahora lidera este país con uno de los presidentes más repudiados de la historia. Aunque seleccionen a un «independiente» como Meade o Narro, al final, el partido cuyos miembros han sumido al país en un mar de corrupción, seguirá gobernando.
2.- El Frente Amplio Opositor (FAO): Compuesto por PAN, PRD y MC, partidos de derecha e izquierda cuyas coincidencias son pocas pero que han decidido amalgamarse, en teoría, para hacer frente a este «régimen corrupto» cuyo fin, dicen, no es meramente electoral cuando en el fondo sí lo es. Como un amigo mío decía, imagina a un Legionario de Cristo que después de misa va a una marcha LGBT, y por último, decide afiliarse a un movimiento marxista.
Lo mejor que podría hacer el FAO sería colocar a un independiente. Pero aún con ese escenario no se resolvería de raíz el problema de la degradación política que impera en el país. Al final de cuentas, el independiente estaría de alguna forma sujeto a los intereses de los partidos que lo postularon.
Y no sin olvidar que dos de los 3 partidos (el PAN y el PRD) viven una severa fractura interna, lo cual, en parte, explica la necesidad de crear este frente. No son lo suficientemente fuertes para «ir solos».
3.- El populismo: Representado claramente por MORENA y López Obrador, quien promete acabar tajantemente con la corrupción (aunque incorpore a René Bejarano a su equipo) y propone medidas obsoletas para hacerlo así como para hacer que la economía crezca (por medio de medidas con excesiva intervención del Estado).
4.- El independiente: Esta opción podría ser más factible, pero hasta la fecha, el conglomerado de independientes no ha elegido al candidato y existe la posibilidad de que, debido a las barreras de entrada para ellos, sea postulado por el FAO.
En este entorno, sólo los que simpatizan con el PRI (que gran parte de ellos lo hacen porque pertenecen a ese partido con los beneficios que ello implica) y los que simpatizan fielmente con López Obrador, pueden sentirse representados. Los suyos son los buenos y los otros son los rivales a vencer.
Pero todos los demás hemos sido «dejados a la suerte». Somos una especie de huérfanos políticos quienes tenemos que ser pragmáticos a la hora de votar porque no hay alguna opción empate con nuestros valores y principios. No importa si somos progresistas liberales o conservadores. Básicamente no estaremos representados en la terna y tendremos que elegir a aquél que se le parezca un poco más, o bien, votar en contra de la opción que vaya más en contra de nuestros valores (algunos votarán en contra de la corrupción representada en el PRI, otros contra el populismo representado en López Obrador, o bien, contra la incongruencia ideológica del FAO). En realidad, parece haber más razones para votar en contra de alguien que en favor de alguien.
En la terna tampoco hay una alternativa que rompa con la degradación política que vive nuestro país. El PRI, naturalmente, representa su continuidad, PAN y PRD, son también parte del problema. MORENA es quien estaría dispuesto a tomar un riesgo mayor, sin embargo, muchos somos escépticos de que dicho riesgo pueda traer buenos dividendos y pensamos que más bien podrían replicar varios de los vicios del régimen actual. De la misma forma, vemos cómo MORENA puede incorporar a varios elementos de «la mafia del poder» en tanto les sean útiles.
Algunos aseguran que esta condición se puede explicar desde un punto de vista global, donde los gobiernos y partidos occidentales tienden a tener menos credibilidad por su poca capacidad de representar ideológicamente a los ciudadanos. Pero creo que solo lo explica en parte, porque nuestro régimen también tiene sus peculiaridades que no se pueden explicar desde el exterior. La corrupción y el compadrazgo son claros ejemplos.
Así están las cosas rumbo al 2018. Muchas cosas pueden pasar en un año, pero si no pasa algo raro, todo indica que los ciudadanos no tendremos «mucho de donde escoger».