Ni a Rafa Márquez ni a Julión Álvarez se les ha comprobado culpabilidad alguna y sus cuentas están bloqueadas. Ni Rafa ni su familia pueden ir al cajero siquiera, porque nuestras instituciones asumen que ahí hay dinero malhabido. Tanto Rafa como Julión son inocentes hasta que se compruebe lo contrario.
Pero las acusaciones contra Lozoya Austin, acusado de recibir decenas de millones como parte de un soborno de Odebrecht, son algo más contundentes.
A Lozoya no sólo no le congelaron sus cuentas para investigar el «dinero mal habido» sino que el trato de los medios ha sido bastante diferente. El escándalo de Rafa Márquez y Julión acaparó todas las primeras planas, el de Lozoya, no tanto.
Las autoridades son muy eficaces cuando se habla de Rafa Márquez. Su reacción es «pronta y expedita». No sucede lo mismo con los funcionarios del gobierno, ni con Javier Duarte, a quien absuelven una y otra vez.
De Márquez se hacen transmisiones especiales y se habla hasta en los programas de chismes. De Lozoya se habla de forma tímida en las noticias y algunas cubren más bien sus palabras donde niega cualquier culpabilidad.
Y el problema de Lozoya, en caso de ser cierto (lo cual es altamente probable) es más grave en tanto es un miembro del Gobierno Federal, muy cercano al presidente Enrique Peña Nieto. Ciertamente, sería un golpe doloroso para el inconsciente colectivo que se encuentre a Rafa Márquez, uno de los pocos ídolos que todavía fungen como ejemplos a seguir, culpable de tener algún nexo con el narco; pero no hay nada más grave que los delitos sean cometidos por aquellos que se supone conducen los hilos de este país y los intereses de los ciudadanos.
De Márquez se hacen muchas suposiciones: que era amigo del narco, que le pusieron una trampa, que no sabía. Las hipótesis rondan dentro de la comentocracia y de las personas interesadas en el chisme; pero pocos advierten que el escándalo donde Lozoya fue exhibido por recibir millonarios sobornos salió a la luz apenas un día después de aquella asamblea del PRI, cuando Peña Nieto, el Presidente de la República, hablaba de su compromiso al combate contra la corrupción. Peña se limitó a borrar las fotografías en las que él aperecía con Lozoya Austin y Marcelo Odebrecht.
Pensar que Márquez pudiera tener algún involucramiento con el narco genera mucho escándalo; pensar que un importante miembro del Gobierno Federal esté envuelto en actos de corrupción grave no lo hace. Este gobierno es tan corrupto que ya le aprendimos a normalizar su corrupción. Es una de tantas, dirán. Los sobornos de esta empresa en otros países han logrado meter a algunos políticos a la cárcel, aquí no pasa nada, todos hacen como que nadie vio, esperan a que se tranquilice la tormenta para seguir con su vida normal. Eso parece haberle dado suerte a Ruiz Esparza después del socavón donde murieron dos personas por la negligencia de las autoridades (tanto lo que tiene que ver con la construcción de la vía exprés, como al momento del rescate).
Y así, parece, terminará el sexenio. Actos de corrupción que florecen una y otra vez, mientras Peña sigue «comprometido» con el combate a la corrupción.