No, no es todo el feminismo. Concuerdo. Señalar las incongruencias de una corriente feminista y decir que todo el feminismo es así es hacer que muchas mujeres, muchas que buscan la equidad de género, paguen los platos rotos.
Comencemos pues:
Hace unos meses me molesté en leer a Simone de Beauvoir, aquel libro llamado «El Segundo Sexo» que tiene más de 800 páginas. Quería entender el feminismo y cuando leí dicho libro quedé impresionado. Ningún libro a la fecha me había hecho sentir tanta empatía por la mujer. Podré tener algunas diferencias en algunos aspectos, pero fue un libro tan provechoso de una mente tan inteligente y brillante como la de Beauvoir. Sugerí que todas las feministas. las mujeres y los propios hombres lo leyéramos.
Hace unos días estuve toda la tarde de malas por el caso de Isabela Otero. Me dolía que un piloto violador y machista intentara abusar de ella y que muchos actuaran como cómplices para que el crimen quedara impune. Me enojé porque la reacción de algunos fue de «maldita feminazi» «tú te lo buscaste».
Soy parte de una familia donde mi mamá y mis hermanas trabajan, y a las cuales defendía cuando era más chico para que las dejaran salir al antro. La gran mayoría de mis primas trabajan, la gran mayoría de mis amigas son independientes, he tenido jefas de trabajo mujeres de quienes he aprendido mucho y a quienes les agradezco mucho. Prácticamente todas las mujeres que conozco tienen su propia vida.
Yo no fui educado en un ambiente donde la mujer tenía que obedecer al hombre, incluso me enseñaron a respetar a las mujeres.
El día de hoy recibo adjetivos como: machiprogre, machista, «feminista light», me acusaron de «mansplanning».
No, no soy machista, no me queda el saco.
Me sugieren (sugerencia a la de a hüevo) no criticar al feminismo, porque no es mi lucha. Me dicen, que nosotros sólo tenemos que observar, que el hombre puede ser solo aliado y no feminista. Lo que consiste en echar porras (no muy fuerte para no opacarlas) y no opinar.
¿Echar porras y no opinar? ¿Venezuela? ¿Corea del Norte? ¿La URSS? ¿Dónde escuché eso? Claro que ante esa actitud sí me voy a alertar.
¿Cuál fue el pecado?
Defender a una mujer, a Paola Espinosa, para que se respetara su derecho de decir que «ser madre era su mejor medalla» porque algunas «feministas» o pseudofeministas (lo expresé así para dar a entender que no estaba generalizando ni afirmando que el feminismo en su conjunto era así) la atacaron a ella y a la marca Gatorade por replicar en un póster lo que Paola dijo.
Es cierto que el feminismo es una lucha de las mujeres y que nadie les puede imponer cómo es que deben de dirigirse.
Pero estoy absolutamente en desacuerdo con eso que algunas personas dicen (entendiendo que también hay hombres que se asumen como defensores de la causa) que el hombre no pueda opinar ni hacer una crítica del feminismo o de alguna corriente del feminismo. Es tan absurdo como decir que la mujer no puede opinar del hombre porque no es hombre.
¡Por supuesto que las mujeres pueden decir y hacer las críticas que quieran de nosotros! Y si asumimos que lo que se busca es la equidad de género, entonces nosotros también podríamos opinar y hacer crítica del feminismo. Porque si bien no es nuestra causa como tal, la piedra angular del feminismo tiene que ver con la relación entre el hombre y la mujer, también trata de nosotros.
Y sugerir no es imponer porque ellas tienen la libertad de aceptar o no nuestras sugerencias o críticas.
Las críticas construyen. Son los juicios de valor, la denigración, los ataques los que no construyen. Y creo que como seres humanos civilizados sabemos o deberíamos saber que atacar o denigrar, se trate de quien se trate (feministas, gays, religiosos), es moralmente reprobable.
Me dicen que soy machista porque «no me doy cuenta de mi machismo» dado que estamos culturalmente condicionados; pero luego me dicen que si me quiero subir «tren del mame» revise mis privilegios (y si no, también). Si dicen que hay algo oculto que no puedo ver, ¿cómo puedes pedir a alguien que revise algo de lo que no es consciente? ¿No es más fácil que las mujeres nos digan que tal actitud les molesta o que ciertas conductas hacen que no se sientan valoradas o las limitan? Creo que entendiéndolas a ellas podríamos entender qué conductas podemos tener internalizadas si es el caso.
Pero algunas personas piensan que quienes son feministas no tienen «la obligación de informar al hombre», y a la vez dicen que no podemos entender el feminismo porque tenemos que ser mujeres para hacerlo.
¿Entonces cómo le hago?
Piden que seamos empáticos pero no pueden serlo con nosotros. Mujeres y hombres adheridas a esta corriente del feminismo no están dispuestos a explicarnos. ¡Investíguenlo ustedes! Me dicen.
Entonces ya me siento perdido, ¿la lucha es por la equidad de género o es una venganza de la mujer que fue sometida históricamente y ahora los hombres nos tenemos que someter? Porque a mí me queda claro que en un estado de equidad de género, ambos géneros deberían poder emitir críticas, debatir, dialogar y retroalimentarse.
¿Cómo me puedo o pienso adherir a una causa donde no me siento bienvenido porque sólo puedo aplaudir y bajito? ¿Cómo puedo motivarme a entenderlas si me dicen que soy machista por default (aunque sea a nivel inconsciente o no me de cuenta)?
¿Cómo le hago para adherirme a una corriente si ésta parece que en vez de luchar contra el machismo va directo contra el hombre? Porque parece que no hay ni siquiera el beneficio de la duda. Somos culpables por el simple hecho de ser hombres. Los hombres nacimos con una suerte de «pecado original patriarcal».
¿Acaso los hombres que no somos machistas tenemos la culpa de lo que hacen o hayan hecho otros hombres?
Si me echo un clavado, leo sobre filosofía, leo opiniones a favor y críticas y llego a la conclusión de que esa corriente del feminismo parece estar cooptada por una ideología de izquierda creada por filósofos posestructuralistas que es irracional desde una postura epistemiológica, cuya metafísica es extremadamente relativista, y que asume que hay un eterno conflicto dentro de las categorías binarias (Derrida) tales como hombre-mujer, blanco-negro, y sí, burguesía-proletariado. Si llego a esa conclusión y le digo a un defensor o defensora de esa corriente que por naturaleza incita a la división y al autoritarismo (y que en muchos casos no la conoce y no se percata de ello). Si hago eso y me preocupo, ¿cómo les puedo decir eso sin que se sientan ofendidas o juzgadas, ya sea para que se den cuenta o para que me den su punto de vista y me digan que estoy en el error? ¿Cómo les puedo decir que la crítica que quiero hacer no tiene el fin de relegar a la mujer, sino que temo que aquello pueda desprestigiar su movimiento? ¿Cómo les puedo decir que esa observación no tiene por ningún motivo desacreditar la lucha de la mujer ni hacerla sentir menos capaz?
¿Cómo puedo debatir sin que se tome como un juicio de valor y reciba juicios ad hominem como me sucedió hoy con un conocido que dice ser «feminista» que me dijo que era un ser despreciable (por mi comentario de Paola Espinosa) para que después me borrara del Facebook? Si yo creo en la libertad, en la tolerancia y en el intercambio de ideas ¿cómo podemos construir una relación así sin que haya sospechosismos ni todo se interprete como un ataque?
La respuesta será: tú no eres mujer, sólo las mujeres entendemos el feminismo, ergo, tú no entiendes el feminismo.
Y comprendo muy bien que los hombres no entendamos muchas cosas de las mujeres y a veces podemos tener problemas para entender sus sentimientos y sus frustraciones, pero eso no quiere decir que no pensemos. Por el contrario, las opiniones externas a veces son muy buenas. Yo, como muchos, creo con firmeza que la mujer no tiene ninguna limitación intelectual (como se llegó a sugerir hasta hace algunas décadas) y tienen la capacidad de discernir entre una crítica constructiva y una crítica que busca atentar contra ellas.
Y repito, ellas son libres de tomar o no las opiniones o comentarios que hagamos e incluirlos o no a su movimiento. Los seres humanos somos libres, por lo tanto, ellas son libres. Igual que los hombres somos libres, y cómo ellas, tenemos garantizada la libertad de expresión.
Y creo que el discurso puede crear una trampa (aunque no lo haga a propósito). Y esa trampa es pensar que las críticas son necesariamente manifestaciones de una resistencia natural ante la causa:
Entendemos que una causa social generará, por defecto, resistencia. A muchos hombres no les fue grato ver que las mujeres empezaran a crear sus proyectos de vida, pero con el tiempo esas resistencias fueron cediendo. Pero con esta corriente no parecen romperse dichas resistencias de forma progresiva; por el contrario, lo que vemos es una polarización cada vez mayor. Los discursos excluyentes sólo dan alimento a los grupos de derecha y ultraderecha como Alt-Right para darle fuerza a sus movimientos. Entonces el peligro es doble, porque además de lo que alertamos, tenemos grupos de extrema derecha que toman fuerza.
Y si lo alertamos no es porque seamos antifeministas. Sino por el contrario: reconocemos todos los logros del feminismo, desde las sufragistas, las que lucharon para que la mujer accediera a puestos de trabajo, a puestos políticos, a puestos de poder. Por eso nos preocupa, porque el feminismo ha hecho mucho y entendemos que todavía no llegamos a la equidad de género a la que debemos ambos géneros aspirar, y creo que estas corrientes deslegitiman la causa.
Y lo hacen porque no todas las personas están dispuestas a discernir la información y muchos pueden crearse la idea de que todo el feminismo es radical y excluyente, que todo el feminismo concibe a la mujer como la víctima del heteropatriarcado, cuando lo que deberían ser no son víctimas, sino mujeres que se la crean, salgan y muestren que no existe razón alguna para que queden en desventaja ante el hombre.
No es casualidad que sólo leí la palabra patriarcado como cinco veces en el Segundo Sexo de Simone de Beauvoir que tenía como 800 páginas mientras que en un paper o ensayo de esta corriente del feminismo puedo leer el término patriarcado o heteropatriarcado como veinte. Yo me quedo con la mujer de Beauvoir, la que es capaz, la que rompe cadenas, la que puede formar con el hombre equipo donde ambos estén al mismo nivel.
Yo soy hombre, pero no sólo somos los hombres los que vemos con preocupación esto. Por el contrario, son muchas mujeres las que ven con recelo estas corrientes. Y no, no son necesariamente conservadoras ni mucho menos sumisas o reprimidas. Muchas de ellas ni siquiera dependen de un hombre, son independientes y tienen una vida hecha. ¿Lo que tienen que decir ellas no cuenta? ¿No es más fácil escucharlas que decir que están condicionadas por el patriarcado como algunas personas sugieren?
Si se aspira a la equidad de género hay que sumar, no dividir; incluir, no excluir. Si excluyen, perderán la oportunidad de generar un cambio en muchos hombres. Por el contrario, sólo lograrán que refuercen sus creencias. Ya lo estamos viendo, los resultados son claros.
La lucha debería ser por la mujer, no por una doctrina ideológica o un orden de ideas. La mujer debe tener el derecho a ser tierna o sensible (cosa que a veces les restringen, porque dicen, es manifestación de la opresión patriarcal) así como a ser dura o fria. Coincido en que varios de los roles tienen que ver con convenciones o construcciones culturales, que el hecho de que la mujer juegue con muñecas y el hombre con carros no está necesariamente dado por la naturaleza como afirman algunos conservadores. Entonces yo creo que la gente tiene la libertad de ser como quiera ser y no se le debe imponer ser de ninguna forma. Esa es la lucha con la que yo empatizo, con aquella mujer libre, donde sea ella, su persona, su esencia y su descubrimiento personal y espiritual la que determine como es y no un puñado de normas ideológicas que le digan que sea de tal forma para que «no refleje la opresión del patriarcado».
Y sí, los hombres debemos de colaborar, debemos también ser críticos con nosotros mismos y con el comportamiento que tenemos con las mujeres, debemos preguntarnos si con determinada conducta las estamos relegando o las estamos haciendo sentir de tal forma y cambiarlo. y sobre todo, debemos ser empáticos con ellas. Pero eso no quiere decir que no podamos ser críticos porque la crítica no implica dominación.
Esa es mi opinión. Algunas personas podrán sentirse aludidas, otras no, hay quienes me dirán esto sí y esto no. Mi crítica es un resumen de lo que he vivido en los últimos días, de lo que he observado en redes, de lo que he platicado con otras personas, hombres y mujeres. Mi intención es poner mi granito de arena para crear un sociedad y una convivencia entre los dos sexos más sana y cordial. Sé que recibiré también muchas críticas, las cuales asumiré- Sé que algunas serán constructivas y otras destructivas, pero lo asumo, pago el precio por ello. No importa cuantos unfollows me cueste. Creo que era mi deber escribir esto, y lo hice. Es mi opinión, no es ninguna imposición ni afrenta.
Y termino como inicié. Esto no es todo el feminismo, dudo muchísimo que sea la mayoría. Pero hace mucho ruido, el suficiente para que la gente piense que el feminismo es así y se sientan ahí sí, en el derecho de ser machistas y cobardes.