Últimamente han circulado varios videos donde los ciudadanos se «ajustician» a los delincuentes. Uno de ellos empieza a grabar con su smartphone mientras los otros le propinan golpes y patadas al victimario; a veces hasta hacerlo bañar en sangre: ¡Qué vean todos los delincuentes lo que les va a pasar si siguen delinquiendo, que ni se atrevan!
A veces lo amarran contra el poste y ahí le propinan una golpiza, a veces lo tiran al suelo y todos en círculo lo patean, a veces son un poco más compasivos y tan sólo lo despojan de la ropa y lo dejan completamente desnudo. Quienes ven esos videos ven la escena con júbilo: ¡Justicia al fin!
Pero por el contrario, estas manifestaciones son reflejo de que algo está muy mal en el país. Primero, que se vive una tremenda inseguridad en muchas ciudades del país, y segundo, que las autoridades son incapaces de castigar a los delincuentes por lo cual los ciudadanos toman justicia por su propia mano. Una persona podrá, al ver esos videos, sentir una sensación de justicia y de venganza, pero que los individuos tomen justicia por su propia mano en vez de que las autoridades se encarguen de castigar al delincuente es más bien una manifestación de retroceso casi hacia un estado de anarquía.
¿Por qué se creó el Estado? En la antigüedad, dentro de una economía de escala en un entorno violento, quienes eran improductivos y eran fuertes atacaban a quienes sí producían pero eran débiles. Luego los que eran débiles se agrupaban para que la suma de todos ellos tuviera más poder que los fuertes que los acechaban, pero al mismo tiempo los fuertes que no producían podían agruparse no sólo para despojar a los débiles que sí producían, sino a los fuertes que sí lo hacían, encarnando así una espiral de violencia. Debido a eso, el hombre creó el Estado donde, de acuerdo a Hobbes, los individuos debieron renunciar a ciertos derechos naturales (como el derecho a matar o a robar) y cederle cierto poder al soberano para que así pudiera vivir de forma civilizada.
Cuando vemos a los ciudadanos golpeando al delincuente, lo que vemos es a los débiles que sí producen agrupados (débiles no tanto por la fuerza, sino porque no suelen poseer armas como los delincuentes) propinándole una lección al «fuerte improductivo». La «puesta en escena» es primitiva, es un estadio anterior a la civilización, es la ausencia del soberano, de un Estado que es incapaz de castigar, por medio de las leyes y del poder que la ciudadanía le confiere, al delincuente. Como el 99% de los delitos en México quedan impunes, no queda de otra más que hacer justicia por cuenta propia.
Posiblemente los ciudadanos vengativos no sean los más responsables, de hecho ellos reaccionan como lo haría casi cualquier persona que está siendo asaltada y ve la oportunidad de agruparse para defenderse. Los ciudadanos lo hacen también por impotencia, porque sienten que no tienen otro recurso y no les queda más que agredir al delincuente, filmar el acto y subirlo a las redes como forma de exposición mediática para que «todos los delincuentes vean lo que les va a pasar si se atreven a delinquir». A juzgar por los índices de delincuencia, dicha exposición mediática no tiene mucho efecto ni parece disuadirlos de seguir cometiendo crímenes.
Promover estos videos es el camino visceral, el camino corto y más fácil, y el que más enjundia genera porque casi todos los que han sido asaltados alguna vez y ven esos videos lo disfrutan. El camino difícil y deseable es la construcción de un Estado fuerte capaz de garantizar la seguridad a sus ciudadanos. Tan no existe ese Estado fuerte que si quien se encuentra en el timón de éste (el Presidente de la República) saliera a la calle sin ningún elemento de seguridad, posiblemente sería tratado igual que los delincuentes que son golpeados en dichos videos.