Hoy veo a una ciudadanía enojada, arrojada en cólera. Tienen razón para estarlo, un fuerte incremento a la gasolina no es algo que agrade a nadie. Menos cuando las razones a las que esta decisión obedece no tienen justificación alguna más que llenar las arcas de un gobierno que no trabaja para sus ciudadanos, un gobierno que ya está planeando estrategias de corte asistencialista -y que requieren de dinero del erario público- para tratar de ganar las elecciones venideras.
A esto hay que agregar el desabasto que es resultado de lo mismo. Personas que tienen que formarse para poder ponerle un poco de gasolina al auto y puedan desplazarse, mientras las autoridades (como ocurrió en San Luis Potosí) estaban asistiendo a los XV años de Rubí. La gente tiene todo el derecho a estar enojada, aunque a veces fallen un poco en la interpretación de aquello que está sucediendo.
Por ejemplo, a diferencia de lo que muchos piensan y de lo que algunos políticos -dizque progresistas- quieren hacer creer, el alza a la gasolina y el desabasto no son producto de la Reforma Energética, ni a que le «vamos a entregar Pemex a las transnacionales»; no es culpa del neoliberalismo, sino de la Reforma Fiscal que planteó el PRI junto con el PRD. Por el contrario, lo que ocurre es que a nuestro flamante gobierno se le ocurrió gravar la gasolina con ese impuesto especial llamdo IEPS que representa el 26% del total del consumo. Como un amigo mío economista lo explica, así se divide el costo de la gasolina:
a) 43% como Precio de referencia internacional.
b) 26% de Impuesto Especial a la Producción y Servicios (IEPS).
c) 14% de Margen comercial, mermas y costos de transporte.
d) 17% por Impuesto al Valor Agregado (IVA) más otros conceptos.
Es decir, si ese impuesto no existiera, al liberar el costo de la gasolina a precios de mercado éste sería todavía más bajo de lo que la gasolina cuesta actualmente. No es culpa de la Reforma Fiscal, ni de las transnacionales, sino del PRI y del PRD que diseñaron ese bodrio llamado Reforma Fiscal, y claro está, del gobierno de Peña Nieto.
Supongo que el gobierno espera recaudar más dinero no sólo por el impacto de la economía y política mundial, sino por la ineptitud del propio gobierno que ha manejado mal las finanzas de este país.
Podría «entender» este incremento si tuviéramos a un gobierno cuyo trabajo fuera palpable, donde los ciudadanos puedan percatarse de la inversión cuando salen a la calle, donde hay servicios dignos. Pero no hay eso, en realidad tenemos a varios gobernadores que desfalcaron estados y que el Gobierno Federal hace como que persigue después de estar varios años consintiéndolos.
Si el gobierno tuviera sus finanzas sanas y fuera responsable, posiblemente la gasolina no necesitaría estar gravada con este impuesto.
Entiendo completamente -disculpen por la majadería que diré- que los ciudadanos sientan esto como una patada en los huevos.
Algunos plantean como manifestación que la gente llene su tanque antes del primero de enero y que los siguientes 3 días no carguen gasolina. En realidad, creo que el impacto que tendrá dicha manifestación será mínima sino es que nula. Primero, porque podrían incluso agravar el problema de desabasto, y porque si piensan castigar al gobierno de esa forma, la realidad es que sólo perderán la diferencia del IEPS de un año a otro en una sola carga. De hecho, incluso sin «castigo», muchas personas «yo me incluyo» llenamos el tanque en vez de hacerlo en enero para que «nos saliera un poco más barato».
En ese caso, me parecería un poco más sensato lo siguiente y que seguramente no generará tanta convocatoria por la indisposición de algunas personas para usar el transporte público -en algunos casos porque lo suficiente malo e ineficiente como para que sea opción-: dejar de usar el auto durante un tiempo, puede ser una semana por ejemplo; y en vez de eso usar la bicicleta, el transporte público, o si es posible, trabajar desde casa. De esta forma el impacto económico sería mucho mayor. Y sí, de una vez eso ayudaría a desincentivar a que sea un poquito, la cultura del automóvil en el país donde los carros per cápita superan el de algunos países desarrollados.
Bueno, en realidad mi propuesta sólo serviría para que aprendas a no depender tanto del coche, aunque tan sólo una semana no creo que ayude de mucho.
El gasolinazo no es tanto una «medida impopular pero necesaria» sino más bien reflejo de la ineptitud del gobierno de Peña Nieto, que observa pasivamente como el país se le cae a pedazos, un país de simulación, de improvisación y de parches.
Pobre México, tan lejos de Dios, tan cerca de los 13.40 por litro de Magna.