El primer comentario que se virtió con el anuncio del alza de gasolina y su posterior desabasto fue: «todos están distraídos con los XV de Rubí, bola de ignorantes, tenemos que ser ciudadanos responsables y debemos tomar acción».
¿Cuál fue la acción? Bueno, llenar el tanque y no cargar de gasolina los siguientes 3 días. Hice eso que llaman facepalm.
Ya argumenté lo absurda de esta propuesta en mi artículo anterior: No reduce el consumo de gasolina, no va a afectar las arcas del gobierno, puede agravar el problema de abastecimiento afectando a más personas, y también, que simplemente todas las manifestaciones de «deja de consumir x o y» -en este caso ni eso es- no sirven para nada porque están muy mal focalizadas.
No quiero herir susceptibilidades al mostrar mi frustración por la forma en que los mexicanos a veces queremos mostrar nuestra indignación y queremos hacer presión. Y es que la indignación no debería estar peleada con lo racional ni con lo estratégico ni con el sentido común.
Hablo de ese tipo de manifestaciones que no sé como llamarlas, porque no son ni desobediencia civil ni son nada. Es más, son todavía mucho menos eficientes que las protestas tradicionales -de esas donde sales a la calle con una pancarta-. Estas manifestaciones tan estériles e improvisadas no le requieren al indignado ningún esfuerzo, ni pararse de su cama siquiera.
En una manifestación, la fuerza del voluntad y el sacrificio amplifican el mensaje. Ya sea quienes se van a acampar, quienes enfrentan directamente a sus políticos, quienes hacen huelgas de hambre, o mínimo salen a la calle. Si el indignado hace un sacrificio es porque está dispuesto a dar algo a cambio de luchar por una causa. Sin eso, una manifestación no vale la pena.
¿Por qué la huelga de hambre de Ghandi fue muy simbólica y efectiva? Por los sacrificios que él y su gente estuvieron dispuestos a hacer para luchar por lo que creían, porque así dieron a entender que eso por lo que luchaban es muy importante: Si un individuo está dispuesto a morir de hambre por algo, es porque ese algo tiene mucho valor y porque no se van a rendir fácilmente.
Entonces, si la gente se manifiesta llenando el tanque, el mensaje es que no están dispuestos a hacer casi nada por hacer que el gobierno de marcha atrás con ese impuesto que incrementará el costo de las gasolinas.
En este mundo digital posmoderno comelikes #TodosSomosQuienSabeQuéCabrón nos hemos acostumbrado a manifestarnos desde el sillón, o desde acciones que requieren poca o ninguna fuerza de voluntad. Porque vaya, se nota la poca fuerza de voluntad cuando se crea alguna actividad que no está bien focalizada, que no tiene pies y cabeza, y cuyos organizadores ni siquiera se informaron bien para entender el entorno, o cómo es que esa manifestación puede lograr su cometido.
Un ejemplo de ello es la campaña que se propuso para dejar de consumir productos extranjeros para «ponerle en su madre a Trump», ignorando que muchas de esas empresas se opusieron al magnate en la campaña. Es decir, las empresas no tenían responsabilidad alguna en el destino político de los Estados Unidos y menos en las propuestas que pueden afectar a nuestro país. Peor aún, muchas de esas empresas dan trabajo a mexicanos.
No, no estoy hablando de usar la violencia ni de quemar casetas. Bajo la legalidad y el respeto al Estado de derecho se pueden hacer manifestaciones que cambien realidades. Pero son más complejas, mejor pensadas y requieren, sí, de fuerza de voluntad.
¿Por qué la gente no propone, por ejemplo, no poner gasolina a su auto durante un periodo de tiempo, lo cual le obligue a usar el transporte público durante unos días? Los quejosos podrían publicar en las redes con la leyenda «yo estoy en huelga por el gasolinazo, por eso hoy tomo el camión», eso me parecería al menos un poco más sensato, lo es porque en ese caso sí estarían dejando de consumir gasolina y estarían dispuestos a hacer un sacrificio. ¿Pero por qué no se hace?
Por eso mismo, porque requiere un sacrificio: tomar el camión -lo cual implica más tiempo de traslado- es un sacrificio que no todos estarían dispuestos a tomar.
Incluso pondría mucho en tela de juicio la efectividad de esta propuesta, pero al menos podría decir que tiene más sentido y está mejor pensada.
Armar una manifestación inocua y estéril como la de los 3 días sin consumir gasolina es muy fácil, basta propagar la propuesta por redes sociales o Whatsapp y todos se unen porque siente que están participando en algo y haciendo algo, y que ese algo no significa un gran esfuerzo para ellos. Es como algo gratis. Al final, parece que la gente lo hace por ser parte de algo -que entiendo que ese sentimiento de unidad es parte de las protestas- pero más allá del objetivo final, basta hacer un análisis muy superficial para entender que la propuesta no tiene sentido.
Y lo mismo pasa con muchas manifestaciones «digitales». Un caso especial son las firmas de change.org que sólo funcionan cuando unos pocos deciden llegar con esas firmas, encarar gente -ya sean políticos o a quienes se están oponiendo- y pagar el precio que los muchos no pagaron.
Es sentido común, si quieres algo, tienes que esforzarte por conseguirlo.
Sí, también aplica cuando se trata de causas sociales.