Hace no mucho, escribí frustrado una columna donde relacionaba el caso de los Panama Papers con la pobredumbre de valores, en este momento sigo defendiendo la relación que hice, pero con la cabeza más fría ya no puedo defender de forma tan sólida el argumento de que «se están perdiendo los valores», esa frase tan usada y reciclada sin importar en la época en que se encuentre. En algunas etapas de la historia, los números pueden parecer respaldar el argumento, en otros no. Lo cierto es que tenemos una tendencia natural a sentir que los valores se están perdiendo y que la sociedad está en declive. La percepción es muy poderosa, pero engañosa a la vez.
Nuestro mundo es uno imperfecto, actos que vayan en contra de la dignidad humana se han repetido una y otra vez por medio de diferentes manifestaciones. Personas que abandonan un determinado orden de valores para obtener algo a cambio a costa de la sociedad siempre han existido, y muchos de ellos se encuentran en importantes cargos públicos. Pero tampoco es que vivamos en un mundo que se esté cayendo al precipicio, aunque así nos parezca.
Vivimos inmersos en un mundo globalizado donde tenemos millones de terabytes al alcance de un clic. Por ende, estamos expuestos a mucha información que no podíamos ver antes. Sí, esa información incluyen noticias relacionadas con actos que degradan al ser humano. Noticias de violaciones, acosadores, asesinatos.
Hace 20 o 30 años no estábamos expuestos a tal cantidad de noticias, entonces no nos enterábamos de lo que ocurría. Posiblemente en un mundo sin Internet y con medios de comunicación cerrados no nos hubiéramos enterado del caso de los Porky’s. Hoy hablamos de Peña Nieto como un hombre degradante y corrupto. Pero hace 20 años, la estructura de nuestro país más autoritaria no hubiera permitido a Carmen Aristegui publicar el escándalo de la Casa Blanca.
No, no es que el mundo esté bien, de hecho tiene muchos problemas; pero de cierto modo, con algunas variantes, siempre los ha tenido.
Por ejemplo, te sorprendería si te digo que en Estados Unidos, el número de adolescentes menores de 13 años que ha tenido sexo se ha reducido. Y no sólo eso:
Según Youth Risk Behavior Surveillance Survey, una encuesta de los «Centers for Disease Control and Prevention» muestra que los jóvenes estadounidenses son más sanos que hace 25 años:
Los adolescentes estadounidenses son menos activos sexualmente que hace 24 años, de la misma forma consumen menos alcohol y tabaco, y menos se han involucrado en una pelea física. En lo que toca a las drogas, hubo un incremento sustancial hasta entrado el nuevo milenio, dentro del cual, el número de consumidores ha vuelto a reducirse.
Seguramente estas estadísticas chocan con nuestra percepción generada a través de contenido en Internet que habla sobre violaciones sexuales o matanzas que nos hace pensar que el mundo cada vez está peor. Pero las estadísticas son muy concluyentes.
Los medios y la exposición a muchos canales de información nos han mostrado la pobredumbre que hay en el mundo, pero no la conocimos porque haya emergido de pronto y sea el resultado de una preocupante pérdida de valores, sino porque antes no la veíamos, pero estaba ahí.
Otro ejemplo que usaré para cuestionar la teoría de la «sociedad decadente» es este video escalofriante. Obsérvalo bajo tu propio riesgo:
https://www.youtube.com/watch?v=MW9220F7SQc
¿Sabías que ese conductor no fue a parar en la cárcel en su momento? No, ni siquiera perdió su trabajo. Peor aún, ese video no produjo escándalo alguno en su época, pasó inadvertido.
¿Sabes que hubiera pasado hoy? El escándalo se hubiera esparcido por todo el globo terráqueo, varias peticiones online se hubieran creado para pedir al gobierno que actúe contra este pervertido sexual y varias organizaciones hubieran ejercido presión. En un mundo aparentemente decadente como el nuestro, nuestra postura hacia los pedófilos y acosadores sexuales es mucho más dura e inquisitoria que hace unas décadas. Entonces podríamos hablado de un valor adquirido y reforzado en vez de uno perdido.
Pasar de justificar el acoso a una mujer, cosa más común en tiempos pasados, a condenarlo, también puede contarse como un valor adquirido. De igual forma, reprobar conductas déspotas como ha ocurrido últimamente habla muy bien de nosotros cuando hablamos de valores.
Ciertamente, si queremos analizar cualquier variable, no todos los indicadores van a ser positivos (sobre todo en un país con serios problemas con los cárteles de la droga y su impacto negativo en nuestra sociedad). Así como se adquieren nuevos valores, habrán otros que pierden fuerza. Pero no podemos hablar de una decadencia como tal, sino más bien de alguna especie de mutación, reinterpretación, o reforzamiento de los valores benéficos para la sociedad, mientras que ciertamente, algunos otros valores, útiles o importantes, pueden perder importancia al grado que eso afecte a nuestra comunidad.
Y no estoy sugiriendo «desvalorizar» a los valores como si pudieran aparecer y desaparecer a cada rato, mucho menos caer en el relativismo moral y peor, modificarlos a nuestra conveniencia. Por el contrario, como seres humanos hemos concebido a algunos valores como universales e inamovibles, pero dentro de éstos, y obedeciendo éstos, se desprenden otros cuya forma puede cambiar.
No vivimos en un mundo estático, al contrario, la sociedad cambia, las instituciones cambian y evolucionan, y de la misma manera, nuestro orden de valores sufre modificaciones de acuerdo al entorno en el que vivimos. No siempre hacemos la mejor elección, y en otras ocasiones lo hacemos muy bien.
Y eso no significa que el mundo esté bien ni que deba de dejar de preocuparnos. Por el contrario, deberíamos de procurar tener más valores y ser más reactivos hacia aquellas conductas que atentan contra nuestra dignidad humana para así construir una sociedad mejor. Los problemas son reales, violencia, acosadores sexuales, el hecho de que podemos llegar a ser muy individualistas, egoísmo, consumismo desenfrenado, familias destruidas, padres permisivos, padres represivos, racismo, discriminación, desigualdad, corrupción, niños a los cuales se les incita a bailar reaggeton. Los antivalores existen, ahí están, y deberíamos tomar cartas en el asunto.
Pero no, la humanidad no está encaminándose a una decadencia moral, más bien es muy imperfecta. De acuerdo a las tendencias de hace 20 años y al pesimismo de algunos círculos, hoy tendríamos que vivir inmersos en una comunidad con el tejido social destruido, llena de depravados sexuales y adictos a las drogas. En realidad, los depravados sexuales representan un sector muy minúsculo de la sociedad quienes ahora pueden ser más fácilmente exhibidos, y los adictos a las drogas siguen siendo los menos.
Como lo dije, la percepción es muy poderosa, pero a veces puede ser muy engañosa.
En realidad, al diablo no le va tan bien en su trabajo como tú crees.