Para efectos de este artículo, no tomaré postura alguna con respecto al matrimonio igualitario, de la misma forma he decidido no poner en tela de juicio las razones por las cuales cuales se apoya o no se hace. He decidido hacerlo así porque mi crítica no tiene que ver con una postura alguna, sino con las formas utilizadas para defenderla.
Cuando se trata de discutir temas sobre el matrimonio igualitario, el conflicto y la confrontación aparecen en el escenario. Lo entiendo, es normal. Unos aspiran a expandir sus derechos, otros buscan mantener el estado de las cosas porque creen que un cambio podría alterar el orden y la armonía bajo la que se vive. Mi intención no es hacer algún juicio moral de ambas partes. La postura personal es producto de experiencias de vida, de la educación recibida, y hasta en algún punto, la genética que influye en el temperamento, y por tanto, el derecho de cada persona a tener una postura se debe de respetar, en tanto no represente una agresión hacia otras personas. Entendiendo que vivimos en una sociedad democrática, tanto el Frente Nacional por la Familia como el colectivo LGBTI tienen todo el derecho de manifestarse.
Esta confrontación entre ambas partes se debe de dar dentro de un ambiente de respeto, donde sean los argumentos, las ideas y posturas las que se coloquen en el campo de batalla, y no a la integridad de las personas. Es comprensible y hasta deseable que cada uno tome una postura y la defienda, pero el debate sobre el matrimonio igualitario debe centrarse en su conveniencia y no en las descalificaciones e insultos que a veces se reparten defensores de ambas posturas como a veces se palpa en las redes sociales, muchos a partir de generalizaciones e información apócrifa.
Por tanto, no pretendo criticar al Frente Nacional por la Familia por su postura, al menos este artículo no tiene esa intención. Si ellos quieren estar en contra del matrimonio igualitario, están en su derecho de estarlo y manifestarlo. Lo que no se vale, es defender su postura mediante un mensaje que raya en el odio y la desinformación.
Entiendo que muchos padres de familia, sacerdotes, y demás personas, tengan mucho escepticismo con el cambio que se propone en las leyes. Algunos están en contra de que a sus niños se les enseñe que además del matrimonio heteroparental, acepten el monoparental y el homoparental. El problema viene cuando el engaño y la desinformación se vuelven parte de la manifestación, lo cual termina asustando, escandalizando y dividiendo a muchas personas.
No faltan pruebas para mostrar que esta organización ha manipulado y tergiversado información para escandalizar a la sociedad. Entiendo muy bien que una madre de familia que ama sus hijos se asuste cuando escuche que a partir de ahora su hija va a poder tener relaciones sexuales con adultos o que su hijo será obligado a vestirse como persona del otro sexo, si yo fuera padre de familia me escandalizaría y pegaría un grito en el cielo. La realidad es que eso no forma parte de la propuesta enviada por el Ejecutivo.
En algunos casos, el problema tiene que ver con la forma en que interpretan la información. Por ejemplo, el libro que se entregará a los maestros, dice que se debe aceptar que la autoestimulación sexual es parte de la etapa del crecimiento del individuo. En la página oficial de notemetasconmishijos.mx (campaña adherida a este movimiento) lo presentan como «promover el autoerotismo». En realidad son dos argumentos distintos. Entender y promover no son lo mismo. Pongo un ejemplo práctico. La maestra que nos daba clases de orientación personal cuando estaba en preparatoria, nos decía que la autoestimulación no era mala mientras no se practicara en exceso (entender algo que sucede entre los jóvenes), que no es lo mismo a que ella nos invitara a autoestimularnos o nos enseñara técnicas, o peor aún, que nos invitara a ver pornografía y volvernos adictos al sexo (promover una conducta).
Luego también, esgrimen argumentos más propios de una teoría de la conspiración que de aquellos bien fundamentados. Por ejemplo, esta organización afirmó que la «ideología de género» impulsada por las grandes corporaciones mundiales, la ONU, el Banco Mundial y demás organizaciones mundiales, tiene el propósito de despoblar a los países del tercer mundo para quedarse con sus recursos naturales. Fuente: aquí, aquí, aquí y aquí.
Este argumento, muy similar a los utilizados por los regímenes de extrema izquierda como Venezuela, no tiene sentido en tanto la gran mayoría de los países que han adoptado el matrimonio igualitario u homoparental, son países desarrollados que no tienen una gran cantidad de recursos naturales. Incluso una fuente de corte conservador contradice esta teoría al señalar que el porcentaje de homosexuales que contraen matrimonio es menor al de los heterosexuales, y que el porcentaje de homosexuales en España, país que legisló el matrimonio igualitario desde hace poco más de una década, apenas llega al 3%.
Voy más allá, en los volantes que se entregan para invitar a la gente en la marcha se dice que el gobierno permitirá que los niños tengan relaciones sexuales con los adultos. De la misma forma se dice que los niños tendrán que vestirse como niñas y las niñas como niños en la escuela. Estos argumentos son falsos, y no vienen incluidos en la propuesta.
Tan sólo he mencionado algunos ejemplos, pero existen más donde se muestra o presume información que no es correcta y que basta acudir a la fuente original para percatarse de que así es.
Insisto en que se puede estar o no de acuerdo con alguna de las dos partes, tanto el Frente Nacional por la Familia como la comunidad LGBTI tienen todo el derecho de manifestarse. Un estado democrático les debe garantizar su derecho a la libertad de expresión. Lo que no es ético es desinformar a la gente tergiversando lo que se propone o alertando sobre asuntos que ni siquiera son parte de la propuesta o tiene que ver con ella.
Este fin de semana muchas personas saldrán a manifestarse, pero varias de ellas lo harán por temor a que sus hijos tengan sexo con un adulto o sean vestidos como niños a la fuerza, cosa que no sucederá ni está planteado. No los juzgo, sé que muchas personas marcharán preocupados por sus hijos, tampoco juzgo a aquellas personas que piensan mantener el modelo de familia tal y como lo conocen. El juicio va sobre esta organización, que más que defender a la familia, corre el riesgo de deslegitimar la causa que ellos mismos defienden o dicen defender, de la misma forma en que promueven el odio y resentimiento contra un grupo minoritario (la comunidad homosexual) señalándolos tácitamente como si fueran responsables de una perdición y hasta del sombrío futuro de sus hijos.
Este tipo de actitudes, más que ayudar a construir una sociedad próspera, terminan dividiendo y generando resentimiento. Espero que quienes apoyan este movimiento, se den cuenta de que parte de la información que están recibiendo es falsa y tergiversada, y exijan rectificar.