Peña Nieto redondeó su semana, o dos semanas fatídicas con su informe. Digo dos, porque su informe se suma al escándalo del plagio de la tesis, y la vergüenza histórica que significó su reunión con Donald Trump. Peña Nieto está más sólo que nunca, y es de notar que cada vez son los que están abandonado su barco. Pero vamos a empezar con el informe.
Como comenté en Periscope, Peña Nieto tiene un buen equipo de comunicación detrás de sí liderado por Alejandra Lagunes. Posiblemente debamos a su equipo el nuevo formato del informe. El formato, el cual consistió en un diálogo con jóvenes en vez de un monólogo, se me hizo agradable, rompió esquemas y creo que se debería de considerar un punto de referencia para las siguientes ocasiones. Pero esas ideas innovadoras de Lagunes contrastan con las viejas formas y la falta de autocrítica del PRI, y eso se notó en este ejercicio que fue una muy buena idea pero cuya ejecución dejó mucho que desear.
Primero, porque varios de los jóvenes asistentes eran sembrados. Como lo ha mostrado la evidencia, varios formaban del PRI o de sus instituciones afines que estaban ahí con la finalidad de adular a Peña Nieto. La primera intervención en la cual un joven afirmó que le debía todo, que estaba haciendo todo bien y qué más haría bien lo dejó muy en claro. Con excepción de la última intervención de un joven llamado José Ramón, quien temerosamente se animó a cuestionar al presidente y le pidió dejar del lado toda esa «coreografía», todas parecieron intervenciones a modo, adulaciones, jóvenes pidiendo becas para todo, cuestionamientos tímidos.
Segundo, porque fue curioso que las preguntas críticas procedieran de la tómbola que contenía, supuestamente, preguntas que se hacían desde las redes sociales. Pero curiosamente también Peña Nieto estaba «muy preparado» para responderlas con un discurso muy ensayado. Así contestó todas las dudas con respecto a su invitación a Donald Trump, el plagio que cometió en su tesis, y las críticas que había recibido por subir la gasolina después de prometer que eso ya no sucedería. Dijo mucho y no dijo nada, con un lenguaje acartonado buscó justificaciones que no complacieron a nadie.
Lo que me pregunto es ¿por qué usan formas tan gastadas y tan predecibles? ¿Por qué siguen utilizando gente sembrada cuando una y otra vez son puestos en evidencia en las redes? ¿Por qué siguen creando teatros ensayados y parsimoniosos que desde hace años han causado un enorme disgusto en la población? El informe en realidad sí fue un informe, porque reflejó de forma concreta (no por lo que hicieron parecer ver, sino por lo que realmente se vio) lo que ha sido este mandato.
Mientras todo esto ocurre, mientras Peña Nieto se deslegitima, muchos han decidido abandonar el barco, o al menos han cuestionado en mantener su apoyo. La dura entrevista que Denise Marker hizo a Peña Nieto, así como los duros cuestionamientos de Loret de Mola, han dejado en claro que la postura de Televisa frente a Peña ya es menos benévola. Así como la televisora promocionó su campaña para ganar un beneficio (reformas a su favor), ahora que se ha vuelto un lastre para sus intereses, le da la espalda. De la misma forma, periodistas afines como Ciro Gómez-Leyva, quien hace pocos años tratara de presentar a #YoSoy132 como porros agresivos a las órdenes de López Obrador, ahora permite que en su programa se destape el hecho de que varios jóvenes de su informe fueron sembrados por el PRI.
Pero la deserción en los medios de comunicación es la menos grave. Raymundo Riva Palacio explicó en su última columna las fracturas que existen al interior de su gobierno a causa de la visita de Donald Trump. La canciller Claudia Ruiz Massieu amagó con renunciar porque nadie le informó de la decisión, sugerida por Luis Videgaray, de recibir a Donald Trump en Los Pinos. A ello también se opuso Osorio Chong, quien después, ya con la decisión tomada, ofreció su renuncia con el fin de que el «recibiera las críticas» y pudiera salvar este barco que está a punto de hundirse por completo.
Muchos, priístas inclusive, están indignados con la humillación histórica que recibió nuestro país. Tal parece que el asunto llegó a un punto donde el patriotismo terminó siendo más importante que los intereses o la disciplina partidista. A muchos les dolió ver a su país humillado, y algunos incondicionales se sumaron a las críticas contra Peña Nieto. Mientras tanto, la indignación dentro de los opinólogos, intelectuales y plumas, ya sea de izquierda, centro o derecha, llegó a un punto que jamás había visto en mi vida.
La legitimidad de Peña Nieto caerá por lo suelos, y no sé si México tenga la capacidad de sostener por dos años una situación así. Como lo he insistido, lo recomendable sería que Peña se hiciera a un lado (entiendo que por ley, sólo se puede renunciar por causas de fuerza mayor), no importa que sea Osorio Chong quien termine el sexenio, pero no nos podemos dar el lujo de mantener las cosas como están.