La democracia es conflicto, la democracia no es un sistema en donde todos estamos de acuerdo. Por el contrario, una democracia le da espacio a diferentes facciones para que puedan expresarse, confrontarse, y promover aquello que quieren promover.
Sé que me vas a decir que México no es una democracia perfecta, o incluso dirás que ni democracia es. Pero se supone que casi todos concordamos en que queremos hacer de este país, una nación más democrática.
Y entendiendo que la democracia es conflicto y que en ella coexisten diferentes facciones, lo mismo ocurre con el periodismo.
He encontrado en las redes sociales muchas críticas a Aristegui donde se le exige denunciar de la misma manera a López Obrador. A veces con calificativos como chaira o chairistegui, los indignados y críticos de la periodista caen en el mismo juego de aquellos que la idealizan: pensar que un comunicador es o debe ser completamente objetivo y que tiene o debería de tener la capacidad de poseer la verdad absoluta, pero eso es imposible.
Es imposible, porque por un lado nuestra experiencia con el mundo es subjetiva (es decir, percibimos aquello que vemos y tocamos, y hacemos un juicio o interpretación sobre ello), y por otro lado, porque el ser humano, animal político por naturaleza, siempre simpatizará con una corriente ideológica o de pensamiento y no con todas al mismo tiempo. Tanto factores genéticos como aquellos que tienen que ver con la experiencia de vida y la formación inciden para que nos inclinemos por una ideología en particular.
Carmen Aristegui tiene su línea política, que es de izquierda, y desde esa trinchera, Carmen confronta al status quo (a veces con buen periodismo, alguna que otra vez, con afán de venganza). Naturalmente ella será proclive a exhibir más a aquellos políticos que no sean de su misma línea, y ello no tiene que ser malo. Pedir a Carmen Aristegui que haga lo mismo con López Obrador es asumir que ella debe de ser impoluta y completamente objetiva.
Por más que se hable del rigor periodístico, es prácticamente imposible que un periodista no tenga alguna inclinación. De hecho el rigor periodístico entre otras cosas busca que dichas inclinaciones no terminen afectando la calidad lo que se investiga. Es decir, el periodista, inclinado a cierta corriente política e ideológica por naturaleza, deberá seguir ciertos lineamientos a la hora de hacer periodismo para que eso que se investigue sea verdadero y confiable. Pero el «rigor periodístico» no obliga a un periodista a no tomar una posición.
Quienes deberían exhibir a López Obrador son aquellos periodistas que precisamente siguen una línea muy diferente a la del tabasqueño y tienen desavenencias con él. Quienes no simpatizan con este personaje, deberían esperar a que quienes lo denostan, lleven a cabo una investigación para conocer su historial educativo, o sus verdaderas posesiones patrimoniales (esto a raíz de su declaración 3 de 3 que tanta polémica causó).
Las democracias más desarrolladas no tienen a lo que se supone que debería ser Carmen Aristegui: impoluta y completamente objetiva; sino que todas las facciones están representadas dentro del periodismo, las cuales tienen libertad de expresión garantizada, y desde su trinchera hacen investigaciones e informan a la gente. Si has tenido la oportunidad de consumir contenidos noticiosos de Estados Unidos, verás, por un decir, que la NBC tiende a simpatizar más con los demócratas, y FOX con los republicanos. Algunos lo hacen más, otros menos, pero nadie se queda en el medio. Así ocurre en todo el mundo.
A pesar del «rigor periodístico», es responsabilidad de la gente contrastar información e intentar llegar a la verdad más objetiva posible (que vuelvo a lo mismo, verdad que estará condicionada por el cristal de cada persona). Posiblemente por nuestra tradición jerárquica y vertical, producto tanto de nuestra historia como del gobierno de un sólo partido durante varias décadas y una democracia tan imperfecta a la que le cuesta trabajo defender su condición y tan demasiado nueva, esperamos que una persona nos de todo peladito y en la boca. Pero el periodismo no funciona así.
Y no, Aristegui no tiene la obligación de exhibir a López Obrador, así como Loret de Mola no tiene la obligación de exhibir a Peña, ni Pedro Ferriz a Calderón. Los que esperan un reportaje similar sobre el tabasqueño, deberían esperar que sea llevado a cabo por medio de periodistas que pelean desde otra trinchera.
Termino con lo que inicié, la democracia es conflicto, es contraste, es el derecho de todas las facciones a pelear por lo que cree dentro de un marco legal y de respeto a los derechos humanos el otro. Una democracia entonces supone una mayor responsabilidad e involucramiento de los ciudadanos, y aprender a contrastar información en lugar de esperar que un tlatoani se encargue de todo, es un claro ejemplo.