No sé ustedes, pero yo noté a los jueces de los clavados algo estrictos con los mexicanos. De pronto algún connacional tenía un muy buen clavado y obtenía 7.5 u ochos, mientras que un clavadista de otro país por esa misma ejecución podía obtener calificaciones de entre ocho, y 8.5. Aunque no es mucha la variación, sí pudo ser la suficiente como para marcar la diferencia entre ganar una medalla o no, como fue el caso de Paola Espinosa quien se quedó muy cerca de subir al podio.
Pero en el deporte como en la vida son más las razones que las casualidades, y esto tiene una razón de ser.
La historia comienza así, Guadalajara iba a organizar el Mundial de Natación en el 2017, todos los tapatíos estábamos contentos porque íbamos a ver a los grandes atletas de la piscina mundial con nuestros propios ojos. Después, de buenas a primeras, el Gobierno Federal llegó a la conclusión de que no podía reunir los cien millones de dólares requeridos y canceló el evento, no sin omitir pagar la multa de 5 millones como penalización a la Federación Internacional de Natación (FINA) por dicha cancelación, y que era cláusula del contrato firmado.
Al parecer, desde ese momento se creó un roce entre la FINA y nuestro país. México no llevó (o no lo dejaron llevar como consecuencia de ese conflicto, según comenta la propia Paola Espinosa) a un juez en los clavados, y extrañamente los jueces se comportaron un tanto estrictos con nuestros atletas. México se vio perjudicado. Primero, porque tener un juez representa una ventaja, lo voy a explicar con este ejemplo:
Tomando estas calificaciones hipotéticas como referencia y conociendo que se toman como referencia las tres calificaciones «de en medio» discriminando las más altas y las más bajas, sin un juez mexicano Paola obtendría 7.5, 8.0 y 8.0. Si quitamos a cualquier juez (como el que señalé con una X), lo reemplazamos por uno mexicano, y suponemos que la calificación más alta la da este último (sabemos de antemano que no se tomará en cuenta por el criterio que se utiliza), las calificaciones que recibirá Paola son más favorables porque uno de los jueces no mexicanos que dio una calificación más alta (8.5) verá que su calificación sí contará en el resultado final.
Segundo, porque además de esto, podemos sospechar que los jueces en sí fueron más estrictos al dar las calificaciones a nuestros nadadores. Alfredo Castillo posiblemente no se equivoque al hacer notar este sesgo que muchos de nosotros vimos y que Paola Espinosa (como lo comentó con José Ramón Fernández) también vio.
No es un acto muy profesional ni ético de la FINA «castigar» a México de esa manera. Para eso debería tener reglamento y normas que especifiquen que ocurriría si un país cancela un mundial que está casi a la puerta y no se molesta en pagar la multa. De hecho, posiblemente nos hubiera ido peor y la FINA posiblemente nos hubiera suspendido de los clavados olímpicos.
Pero es peor lo que hizo el Gobierno de México. Podríamos entender que un mundial se cancele cuando un país pase por una grave crisis económica, no así que no se pague una multa estipulado en el contrato firmado, 5 millones de dólares es una cantidad pírrica cuando hablamos de una economía grande como la de nuestro país. Pero nunca se pagó.
El argumento de Alfredo Castillo es que como Hungría reemplazó a Guadalajara en la organización, la FINA no tendría pérdidas económicas y por eso era «injusto» pagar la penalización. El presidente de la CONADE además exigía que la FINA regresara el adelanto que México ya había pagado. La realidad es que la pena venía como cláusula del contrato que se había firmado a la hora que se le otorgó la sede a Guadalajara. Y pues cuando firmas un contrato, aceptas todas las cláusulas y condiciones que éste tiene. Es decir, todo eso lo tuviste que discutir antes de firmar, mi chato.
¿En el 2015, cuando se tomó la decisión, estábamos inmersos en una crisis económica? No. Cierto, la economía de nuestro país no era la mejor, pero no estábamos ni en una crisis ni en una recesión. El Gobierno Federal aseguraba que no podía reunir los 100 millones de dólares, pero…
… en ese mismo año, con el pretexto del apagón digital, el Gobierno Federal decidió repartir 13 millones de televisores. Es decir, nuestras autoridades regalaron televisores para que aquellos que no contaban con un aparato digital pudieran sintonizar la televisión abierta con programas educativos como La Rosa de Guadalupe y la muy interesante publicidad del gobierno.
Cada televisión tenía un costo al gobierno de 150 dólares, por 13 millones de televisiones, el costo total fue de 1,950 millones de dólares. Con ese dinero se podrían organizar casi 20 mundiales de natación al mismo tiempo. Dinero sí había, lo que no había era un interés por el deporte y sí un interés por las elecciones intermedias que se desarrollarían en unos meses, donde a pesar del desprestigio de Peña Nieto, el PRI mantuvo su mayoría relativa dentro de las cámaras.
Si no hemos obtenido medalla alguna, en parte es porque nuestras autoridades prefirieron regalar televisiones que organizar un mundial de natación. Las televisiones importaron más que las olimpiadas que aprovechar la proyección que implicaría realizar un evento de ese tamaño.
Como lo electoral fue más importante, la decisión del gobierno tuvo tres consecuencias de peso: 1.- Que perdiéramos la oportunidad de organizar un mundial de natación, oportunidad que no veremos en muchos años. 2.- El papelón y la vergüenza, lo mal que nos exhibimos al no disponernos siquiera a respetar un contrato. 3.- Que eso afectara en los resultados de nuestros atletas de clavados olímpicos.
Esto debe de quedar en la memoria ahora que nuestro gobierno jura y perjura que sí le interesa el deporte, que Alfredo Castillo simula defender a nuestra patria, y que seguramente, dentro del gobierno «harán como que harán cambios» para tratar de satisfacer a todos los que están indignados y evitar que esta ola de indignación por los pésimos resultados en Río 2016 afecte a la imagen del gobierno.
Paradójicamente, como consecuencia de la Reforma de Telecomunicaciones (una de las pocas que sí ha traído ciertos beneficios a la población, sobre todo en la telefonía móvil) y de la venganza de Carlos Slim a las televisoras apapachadas por la Presidencia, quienes recibieron gratis uno de esos aparatos, no pudieron ver desde su flamante televisión ni los clavados de Paola Espinosa, ni la plata de María Guadalupe González, menos a Phelps ni a Bolt. Tan sólo (a menos que hayan adquirido algún servicio de cable) pueden sintonizar los canales de TV abierta, que por cierto, están inmersos en una crisis de la cual posiblemente nunca salgan.
Por último, quiero felicitar a María Guadalupe González por ganar la medalla de plata, y también a Diego del Real, un nuevo deportista que sin ser favorito, estuvo a punto de ganar la medalla de bronce en lanzamiento de martillo. Muchas felicidades a nuestros mexicanos que se la parten y ponen a nuestro país en alto.