No sin desaprovechar la oportunidad para reclamar a la FINA por la actitud que tuvieron los jueces con los clavadistas mexicanos, Alfredo Castillo aprovechó su puesto como director de la CONADE para pasearse en Brasil. Llevó a su novia, lo cual le generó varios reclamos entre los atletas como Aida Román por la falta de médicos e insumos para los atletas. ¿Por qué lleva a su novia, y nosotros no tenemos médicos? Fue el reclamo de la tiradora con arco que no tuvo fortuna en estos juegos.
Ante una delegación mexicana que se quedó cerca de no conseguir medallas, todos los involucrados y responsables se deslindaron. El responsable debe de ser otro. Alfredo Castillo de pronto se convirtió en un agente de viajes al decir que toda la responsabilidad recae sobre las federaciones y no sobre la Conade. La medalla del pugilista Misael Rodríguez solo empeoró las cosas. Primero, Alfredo Castillo, sin autoridad moral para hacerlo, festejó el triunfo del mexicano. Le llovió en las redes sociales y lo exhibieron, sobre todo porque Misael Rodríguez había sido uno de los que habían boteado en los camiones para conseguir recursos. El mensaje era épico, Misael no ganaba gracias a la CONADE y a las instituciones deportivas, ganaba a pesar de ellas.
Las Federación de Boxeo culpó a Alfredo Castillo. Alfredo hizo lo propio. Todos se deslindaron. El PRI, como acto de simulación, aseguró que iba a pedir cuentas al amigo del Presidente Peña Nieto. No hay responsables.
En un video que adquirió ironía en el transcurso de los Juegos Olímpicos, Peña Nieto le dijo a los atletas que ellos iban a reflejar el «cambio que se vive en México». Peña Nieto no se equivocó, los magros resultados, responsabilidad más del sistema que de los propios atletas, reflejan el «cambio» que se palpa en el país. El número de medallas será bastante menor al obtenido en Londres.
Con excepción de algunos países que destacan por el físico de sus atletas como Jamaica, Kenya o Liberia, la relación entre la fortaleza institucional y el éxito en los Juegos Olímpícos es muy estrecha. Los países con instituciones fuertes suelen entregar buenos resultados en la justa olímpica. Los que entregan pocas medallas y tienen instituciones fuertes, lo hacen por tratarse de países pequeños; o como ocurre con algunos países nórdicos, porque suelen estar más involucrados en deportes propios de los Juegos Olímpicos de Invierno.
Y ésta relación tiene una razón de ser, porque un país con instituciones sólidas (ya sea que el gobierno sea el principal actor, o lo sean las universidades o instituciones privadas) naturalmente tendrá mayor capacidad para facilitar la carrera profesional a sus atletas. En un país con instituciones sólidas, los recursos no se van por el caño de la corrupción o el cortoplacismo.
Los dimes y diretes de Alfredo Castillo y las federaciones lo deja bien en claro. Incluso, el deterioro institucional producto del gobierno de Peña Nieto ha infestado a las instituciones deportivas que ciertamente nunca han sido eficientes, pero que ahora llegaron al grado de no dotar de uniformes a los competidores u obligarlos a botear para conseguir recursos.
Actualmente no existe estrategia alguna encaminada a mejorar el deporte. De hecho, la mayoría de los atletas que tienen más posibilidades de ganar medalla son aquellos que ya participaron (y muchos ganaron) en otros Juegos Olímpicos y fueron producto de un proceso anterior. El deterioro de las instituciones deportivas a reducido el surgimiento de nuevos atletas de alto rendimiento.
Alfredo Castillo es reflejo del modus vivendi del gobierno actual. Se sirve antes de servir a los demás. Lleva a su novia con acreditaciones y presupuesto público, mientras a los atletas, quienes son el motivo por el que se está en las olimpiadas, se les trata como personas de segunda clase quienes tendrán un médico o uniforme si es que corren con suerte, con todo y que la delegación está patrocinada por marcas como Joma, Arena y Adidas.
Al igual que Peña Nieto quien graba infomerciales con López Dóriga para convertir en falso aquellos que es verdadero, Castillo se convierte en víctima de organizaciones como la FINA o de la Federación de Boxeo para exculparse. Como están en el poder, ellos nunca pueden tener la culpa ni tener alguna responsabilidad. Bueno, Peña sí pidió perdón, pero por algo que dice, nunca hizo.
Y bajo estas condiciones, es muy complicado crear un proyecto enfocado a mejorar el deporte de nuestro país.