Jorge se rasca, eructa, se saca un moco, sostiene el control remoto de su televisión con su gran panza mientras bebe una deliciosa cerveza. A Jorge no le gusta hacer ejercicio, a los 100 metros se bofea cuando trata de correr. Jorge trata de no pagar impuestos, no emite facturas para que su dinero no se vaya al «pinchi gobierno». Ahí, en la televisión, observa como Rommel Pacheco y Jahir Ocampo no logran acceder al podio. Después de una serie de clavados en esa agua verdosa que dicen, está comenzando a apestar, quedan en quinto lugar, y Jorge se indigna.
¿A esto van a parar mis impuestos? Jorge no puede entender por qué los atletas «no le cumplen a la gente». Si le estoy dando dinero al gobierno es para que traigan medallas. Jorge no está muy interesado en cuestiones políticas, no le gusta la política y menos involucrarse, pero le gustan los deportes (verlos, no practicarlos), Jorge no mandó su firma para la #Ley3de3, pero está indignadísimo al ver a los mexicanos perder. Es culpa de los atletas, nada más van a echar la hueva a las olimpiadas, mira esa mentalidad ratonera, dicen que hicieron su mejor esfuerzo, bah! Perdedores.
Por supuesto que Jorge no sabe que llegar a los Juegos Olímpicos no es cualquier cosa, estar dentro de los primeros 100 deportistas de un país de 100 millones de habitantes no es producto de la hueva, ni de rascarse mientras ven televisión como acostumbra a hacer Jorge. Él piensa que una medalla tiene un costo, es decir, por más dinero el gobierno invierte en una disciplina, tantas medallas se deben de ganar.
Jorge, como muchos otros, también es muy duro con los atletas que ya ganaron una medalla en otros Juegos Olímpicos. Éste ganó una medalla en Londres, si no gana hoy, no sólo será una decepción, sino que nos quedará a deber a la sociedad porque nosotros pagamos su entrenamiento con nuestros impuestos.
En Twitter, Jorge se burla de los atletas, sube memes, se indigna, se queja, humilla. Dice que le deben, él «las paga» con sus malditos impuestos (que trata de pagar lo menos posible).
Durante los 4 años que dura la olimpiada (que en realidad, una olimpiada es el periodo de cuatro años que transcurre entre unos Juegos Olímpicos y otros) Jorge hace lo mismo, sentarse frente al televisor para paliar el desgaste de su vida rutinaria y monótona. En ese transcurso, los atletas que tanto le deben, están entrenando ocho horas diarias (la misma jornada que el trabajo que Jorge odia y que hace a medias), algunos de ellos tienen que salir a botear a los camiones, buscar patrocinadores por su cuenta, o hasta pelearse porque su federación no le quiere dotar de un entrenador.
¿Porque sabes?
Los atletas no nos deben nada. Pero para muchos, ellos no tienen derecho a fracasar, ¿Y sabes? Lo tienen. Un fracaso no es (en la mayoría de los casos), producto de la displicencia o la hueva de los atletas. Los Juegos Olímpicos son lo suficientemente competidos como para que prácticamente nadie (excepto Michel Phelps y algún que otro deportista extremadamente destacado) pueda tener asegurada la medalla. En los Juegos Olímpicos muchos favoritos fallan y muchos caballos negros surgen.
Los atletas no son como los jugadores de la Selección Mexicana quienes ganan muchísimo dinero para desempeñarse mediocremente. La mayoría de los atletas no cuentan con suficientes recursos, muchos tienen que trabajar y el deporte por sí sólo no completa el dinero que necesitan para vivir decentemente. Para cualquier atleta, los Juegos Olímpicos son muy importantes, y por eso hacen su mayor esfuerzo para hacer lo que pueden con los recursos que tienen.
Si el nivel olímpico es decepcionante, es debido a un problema estructural. Nuestras instituciones no han podido crear un entorno favorable para el desarrollo de deportistas de alto nivel. Varios de nuestros deportistas de alto nivel lo son no gracias al trabajo de las instituciones deportivas, sino a pesar de ellas.
En México hay talento, el problema son los recursos, la corrupción y las instituciones. Incluso quienes están a cargo de ellas, buscan a quien culpar: Alfredo Castillo, dice que la culpa es de las federaciones y que la CONADE es sólo una agencia de viajes. Independientemente de que ésto pudiera ser cierto, eso refleja toda la desorganización que hay en el deporte mexicano. No hay una estrategia, no hay un plan. Ya no sólo pensando en los Juegos Olímpicos, sino en promover el deporte en un país donde la obesidad es un problema de salud pública.
Como lo comenté la otra vez, las instituciones y las autoridades tienen mucha responsabilidad, pero los ciudadanos también la tenemos. En estos 4 años no nos ha importado en lo mínimo siquiera presionar a las autoridades. No, no somos ajenos al fracaso en los Juegos Olímpicos.
Lástima que muchos le carguen toda la responsabilidad a los atletas, que después de competir, en lugar de recibir apoyo por parte de los connacionales, se encuentran con puros reclamos y mentadas de madre en Twitter. Incluso algunas amenazas e insultos misóginos.
¿Pero qué más puedo decir de un país que convierte en ídolo nacional al «fua» y lincha a sus atletas?