Un usuario de Facebook subió un video donde presumía a su hijo bailando reaggeton con unas niñas. Como se acostumbra en este tipo de música, el niño rosaba sus genitales con el ano de la niña en cuestión, la abrazaba y la cargaba como si se tratara de un muñeca inflable comprada en una sex shop. Me alarmé, esa es la forma en que un niño se estaba introduciendo al mundo de la sexualidad. Y el padre muy orgulloso de su chamaco.
Algo está pasando en nuestra sociedad cuando los casos de violaciones, pederastas estimulando sexualmente a infantes, mujeres que huyen del país por ser víctimas de acoso sexual, u hombres que aprovechan el tumulto dentro del metro de la Ciudad de México (que les permite tener contacto con el cuerpo de una mujer sin ser señalados por ello) para después eyacular en el instante, son cada vez más visibles y constantes.
Algo dentro de la sociedad mexicana se está pudriendo; no sólo tiene que ver con lo sexual, tiene que ver con una tremenda escasez de valores y principios dentro de nuestra sociedad. Esa misma escasez que permite que la gente pueda hacer lo que se le venga en gana, corromperse, abusar de los demás. Hemos aprendido a vivir para nosotros mismos, nos hemos vuelto egoístas:
Tan egoístas nos hemos vuelto que nos importa más la tarifa dinámica de Uber que la contingencia ambiental que pone en riesgo la salud de muchos habitantes.
Los padres de hoy parecen estar menos interesados en educar a sus niños. Para ellos les es más fácil y cómodo ser sus amigos, y entonces estos infantes terminan privados de un mentor o guía que los forme. Estos padres de hoy que reprochan a los maestros, y no al niño, por haberlo reprobado, o haberle puesto un reporte de disciplina. El niño llega llorando a la casa por ese cero en matemáticas, o ese día de suspensión. Los padres entonces van a la escuela a recriminarle al maestro. Entonces el niño aprende como chantajear a sus padres.
Vaya que se trata de tener un poco de sentido común para entender las consecuencias que puede tener en el desarrollo de un niño que apenas ha pasado los 10 años, incitándolo a bailar frotando sus genitales con sus compañeras de clase. No se trata de tabúes ni prejuicios, se tratan de hechos moral y éticamente condenables. Primero, porque el niño está aprendiendo a ver a las mujeres como un objeto, las letras de reaggeton suelen ser misóginas y suelen colocar a la mujer como objeto sexual. No, no es algo que deba ser visto como aceptable, ni como parte del «color de la fiesta»:
Ponme esa nalga que a ti te voy a inyectar, si te duele por detrás te doy por enfrente – Pipicilina, de Palomo & Daniel.
Segundo, porque ese niño en corto tiempo, cuando sus órganos reproductores terminen de desarrollarse, empezará a excitarse sexualmente, y habrá aprendido que rosar su pene con una mujer es una muy buena idea. Él y la mujer, o mujeres en cuestión, estarán en la antesala de un embarazo adolescente; que ni siquiera es lo mismo un embarazo a los 17 años que a los 13, cuando la niña recién ha dejado de jugar con las muñecas. A esa edad el niño no ha recibido casi ninguna educación sexual (y menos con ese tipo de padres), no verá mala idea tener sexo, y ni siquiera se molestará en usar anticonceptivos para protegerse. Más improbable será que esté preparada para ser madre.
Muchos padres de hoy se han vuelto permisivos, confundieron el «romper tabúes» con dejar de impartir educación. No, no se trata de que los padres sean autoritarios, ni que repriman a sus niños; pero tampoco se trata de que hagan todo lo contrario. En un hogar debe de haber reglas y disciplina, los padres están ahí para formar a los niños, no para ser sus amigos. Sí, los padres deberían de ser comprensivos con los hijos, deberían explicarles el por qué de las reglas; sí, deben enseñarles a tener criterio propio y no alienarlos con normas y tabúes que ni ellos mismos saben explicar. Pero el niño debe de ser formado; si lo que se desea es que el niño sea libre, necesita recibir formación para serlo.
Una persona disciplinada, que tiene una mayor tolerancia a la frustración, y tiene autocontrol, podrá ser un individuo verdaderamente libre. Un individuo que «está en sus cabales» para que tome las mejores decisiones para su beneficio y de sus semejantes. Y para llegar a ser eso, la educación que recibamos en casa será muy importante.
Una persona con autocontrol tiene una mayor capacidad de postergar sus impulsos y de entender las consecuencias de sus actos. Tiene una mayor capacidad de gobernarse a sí mismo.
Cuando ese autocontrol no existe, entonces tenemos individuos que se vuelven nocivos para la sociedad. Individuos corrompidos que hacen lo que sea para obtener dinero, sexo, fama o poder. Individuos más proclives a asociarse con organizaciones delictivas (sin importar la clase social) tales como pandillas o el narcotráfico. Personas que se vuelven promiscuas sexualmente, que se vuelven violadores, que forman parte de redes de tratas de personas, pederastas, juniors que aprovechan un estado de impunidad (como el caso de los Porky’s) para abusar sexualmente de mujeres; usuarios de redes sociales a los cuales no les enseñaron a respetar a las mujeres y lanzan improperios misóginos -«Tú te lo buscaste por golfa, estás bien buena mi reina».
El tejido social se comienza a construir desde casa, también desde la escuela con profesores que de verdad tengan vocación para ayudar a desarrollar a los niños. Y para eso se necesita esfuerzo: Si quieres educar a tus hijos bajo una religión está bien, si no lo quieres hacer así, también está bien. Pero tienes que aprender a formarlos, a educarlos y a orientarlos para que se vuelvan autónomos y felices, y no se vuelvan víctimas de sus propias pasiones.
Imagen: http://www.laopinion.com/2015/06/08/la-violacion-matrimonial/ y https://www.emaze.com/@AIIIZTCO/Violencia-de-g%C3%A9nero